domingo, 5 de octubre de 2008

Pero no sólo se trata de sexo. Si bien no contaré aquí eso que pasó hace unos días (tan nimio, tan inocente, tan perfecto), sí diré que las consecuencias han sido mayores de lo que esperaba. Ahora, sentado en un locutorio cerca de Corrientes y Callao ("Me ha citado la luna en Corrientes, esquina Callao", como iba la canción de Sabina), tragando medialunas que da miedo, súbitamente, con un asombro tremante, I start to wonder. Jalousie? Seulement luxe?
Habrá que pasar a otras cosas, en serio. Hay un cuento que escribir, y hay que lavar las sábanas y hacer el almuerzo y resolver algunas cuestiones con cierta persona. Comprar una licuadora, también. Mierda. Acaso hoy, con una naturalidad más natural que la de la propia naturaleza, acaso hoy: bastarán unas palabritas, sorber un poco de café, hacer algunas alusiones ingeniosas, sonreír, atraparla mirándome. Caminar un poco, en círculos, Perón, Mitre, Junín, Ayacucho; prolongar las discusiones hasta que, espontáneamente, como la ardilla que de vieja se cae naturalmente del árbol, fulminada por la muerte (¿qué sonido tan delicioso, tan sutil, provocará su caída?), dejar caer el tema, con cierto ingenio forzado, con la extra-vagancia que se supone es uno de mis grandes rasgos. Pero antes tengo que escuchar a Christine Schäfer un poco más, y hablar con el goodol' Nick.

No hay comentarios: