viernes, 28 de noviembre de 2008

¡Peregrinaje wagneriano 2009!

Y hablando de la maravilla que es Tannhäuser, me entero, con un mes de retraso, de la publicación de la temporada 2009 del Teatro Municipal de Santiago de Chile: para junio estrenan Tannhäuser, con un reparto, según dice nuestro amigo Gonzalo de Maldito candelabro, de primera. En mayo estrenan La Traviata, además de otras cosas interesantes, como una de Shostakovich y Turandot, de Puccini. Me encantaría ir a ver todos los títulos, especialmente el de Verdi, pero no tengo tanto dinero, por Dios: acabo de acudir al conversor de monedas y las entradas más caras están por sobre los 1000 pesos, que es lo mismo que decir que superan las 1000 o 1200 lucas. Ni modo: tocará ahorrar. Parece que en junio del próximo año me voy a Chile, sólo para ver Tannhäuser, con suerte en la primera fucking fila. Sí, no me pierdo un estreno de esa magnitud por nada: según dicen, el título no está en carteleras chilenas desde hace 15 años. En fin, aunque la hubieran montado este mismo año, igual iría. Es Wagner, por Dios. En vivo. Ah, vale la pena seguir viviendo.

Post mientras-espero-que-baje-ópera (ii)

Ayer estaba tan, pero tan borracho que uno de mis amigos me negó y me di cuenta que tenía que parar. Esta semana contará como gran competidor para el primer lugar del "peor período de mi vida". Casi toda la semana he estado borracho y no he dormido. En fin, no ha sido tan malo. No, porque generalmente la depresión -una tristeza que terminaba inundando todo- llegaba por las noches; por las tardes tenía tiempo para estar resaqueado y hasta avanzar con los resúmenes de historia. Pero llegaba una hora, acaso específica, en la que cerraba el computador, me arrastraba a mi cuarto y empezaba a beber como... no sé, como algo. Ahora sólo estoy cansado, un poco feliz porque no hace calor, porque he terminado en buenos términos mi pequeña aventura, porque poco a poco comienza a remitir la furia. Ah, ayer estaba tan furioso. Aún no anochece aquí, aunque son las 8:20 pm. Hoy he dormido mucho, he trabajado mucho. Me siento cansado. Me duele la garganta de tanto fumar.
He aprendido muchas cosas esta semana, tantas que mi cabeza ha entrado un poco en crisis.
También me la he pasado escuchando ópera. Fui a una representación de Las Bodas de Fígaro en Av. de Mayo: para qué, estuvo muy bien. Vi también a la Berliner Symphoniker interpretar en el Obelisco la obertura de Tannhäuser, la primera vez que escucho a Wagner en vivo. He escuchado este mismo título, de una sacralidad frenética, que me da ganas de escuchar esa grabación desnudo, como Blake cuando leía la Biblia. Escuché Tosca y si bien Puccini sigue sin gustarme -aún me sigo preguntando por qué-, debo admitir que ese segundo acto es pretty damn good. Qué será, esa ópera es tan violenta, y ese Scarcia tan villanazo... Qué se yo. Me decía hace un rato que he llegado a un punto en el que sé lo que busco de la ópera, y que mis opiniones posiblemente no iban a cambiar en el futuro: ¡Qué soberbia! Aún así, sigo diciendo -y habiendo escuchado ya completo al menos uno de sus títulos mayores- que Puccini está sobrevalorado. Comencé también a escuchar Dido & Eneas, de nuestro amigo Purcell, aunque ya estaba muy borracho en su momento como para decir algo válido sobre esto. En fin, sólo diré que "When I'm laid in Earth", la famosa aria -o lo que sea- de Dido, es posiblemente la pieza musical más conmovedora (como la musicalización del llanto) y a la vez una de las más bellas que he escuchado jamás. Ahora bajo un poco más de Wagner, Lohengrin para ser más exactos. Es bueno tener tiempo para escuchar a Wagner, abandonar un poco a Mozart y meterme en cosas distintas. Quisiera escuchar más a Verdi, sí, pero también a otros compositores que no conozco: Adams, Britten, Haendel, incluso a Meyerbeer o Salieri o qué sé yo. Muchas ganas de escuchar más y más ópera. Pero ya, estoy exhausto.

martes, 25 de noviembre de 2008

Post mientras-espero-que-baje-ópera

Sí: 3 semanas de mierda. Pero así: de mierda. No, no, así: de mierda. Sí. Tres semanas de multiplicadores, de ofertas agregadas, de soluciones inflacionarias, pero también de matanzas múltiples, de paridades cambiarias ilusorias, de sindicalismo y de democracias a medias. El calor que hace aquí es insoportable. El viernes pasado rendí ICSE; el jueves, como quien diría, perdí las Malvinas (se me acaba de ocurrir esto y me recontracago de risa). Regresé con una furia que no me siento capaz de siquiera intentar de describir. Sí, otra vez, recorrer Corrientes en llamas. Como la portada de Wish you were here: sí, ya he perdido la cuenta. El jueves, sí. El viernes tenía parcial. Y el jueves tenía ganas de matar a alguien. Pero también de arrojarme a llorar. Sí. Digo, no os confundáis, chavales: claro que no fue por eso. Haría falta desnudarme aquí para dejarlo claro, como todo lo que escribo aquí. Pero que quede claro: no fue por eso. Fueron situaciones tangenciales, digámoslo así. Sí: situaciones tangenciales. Sí. Me acosté a las tres o cuatro, quizás a las cinco: fueron cuatro horas en las que mente seguía racing y mi corazón en un movimiento pendular, dialéctico, entre la furia y la depresión. Me levanté, las manos -literalmente- temblando, en parte, sí, por la combinación mate-café. Me senté frente a las mamparas, Buenos Aires apenas amanecía. Me fumé un cigarrillo (¿cuánto habré fumado esa sola noche?), encendí mi computadora. Mozart. Os lo juro, chavales, os lo juro: la felicidad fue abrumadora. Como Huxley ante los efectos del peyote, creí haber aprehendido la esencia. Tampoco me siento capaz de describir esto. Mi corazón desvelado -"¡Mi corazón lleno de tabaco!"- apenas soportó esa explosión de belleza: me fui a dormir. Desperté, estudié frenéticamente, apenas sosteniendo mis propias trizas. Sí. Tomé un taxi, llegué a Cs. Económicas, rendí. Salí, me dirigí al supermercado, compré dos botellas de Malbec de diferentes marcas. Llegué a casa. Procedí a autodestruirme sistemáticamente. Sí. En algún punto me desmayé. Cuando desperté seguía ebrio, y seguí tomando hasta que una de mis amigas me quitó la botella y tuve que dormir. En algún momento salí solo a la calle, aunque de esto no recuerdo nada. Al siguiente día desperté, tuve unas horas de resaca, salí a un bar -el equilibrio me fallaba, si mal no recuerdo- a por White Russians. Me encontré con unos amigos, estuve con ellos. Tres White Russians más tarde estaba ebrio de nuevo. Regresé con estas personas a casa, me encontré con otro amigo, salían a un boliche, yo dije qué chucha y ya estaba en un taxi, y luego abrazando a dos amigas que me invitaban a su departamento a visitarlas, y luego en la fila, sin medias y con shorts, y el gorila diciéndome "volvé a tu casa, boludo, así no podés entrar", y luego dos amigos, y el taxi, y el cuarto. Llegamos, digo, a casa: yo salí a por otro White Russian. Cuatro de la mañana: un bar abierto, gracias a Dios. Un White Russian. ¿Qué? Carajo, que un White Russian. ¿Eh? Un ruso blanco, won. La gente me miraba, no me sorprendía. Me limité a sorber mi Russian, medio trucho porque lo habían hecho con Tía María y no con Kahlúa, en fin, verdaderamente shit-faced. Y vaya, salgo, compro un superpancho -el mejor de mi vida-, y regreso. A dormir. Ocho horas más tarde, y dos más de resaca, salí al supermercado: compré Tía María (nadie vende Kahlúa, man), un vodka horrible, leche, y volví. Esperé un rato, en realidad no me sentía muy bien. Sí. En la noche saqué un vaso, mientras uno de mis amigos preparaba tacos, hielo, TM, vodka, leche, ¡ah: White Russian! Un vasito mientras cenaba, otro más mientras escuchaba a Mozart en mi cuarto, y luego mis amigos y más rusos, rusos sin parar, hablando de la democracia, de economía internacional, de las minas de Paraná, que se supone que son tan, pero tan fáciles, boludo. Sí. Y en fin, ayer apenas pude despertar. Fui a Caballito, Filo, me recibió una vieja desesperadísima, apenas pude insistirle porque apenas, en general, podía estar parado. Regresé, línea E en Mitre, Premetro en Jujuy, línea A. Me desmoroné en mi cama, pero no pude dormir. Bajé al tercero, busqué algo de ópera, bajé Tannhäuser. Recién hoy lo he terminado y mierda, Wagner es un verdadero Dios. Y el drama de Tannhäuser indescriptiblemente conmovedor. Ahora bajo Puccini, con Callas. Y Purcell. A ver si me desmorono de nuevo escuchándolo. Sí, a ver si me desmorono de nuevo.
Pero ya bajó Dido y Eneas. Adiós.

sábado, 8 de noviembre de 2008

Post nerdo y tela

Hoy rendí IPC en el culo del mundo (última parada de la 37; qué les digo para regresar, una cola de una hora bajo un calor de lagrandísimaputa) y, de pura presión (digo yo, ¡una hora no basta!), confundí las implicancias de las matemáticas no euclideanas de Riemann y de Lobachewski con las de la teoría de conjuntos infinitos de Cantor. Duh! Y la cagada, allí se fue al menos un punto. De puro huevón, les digo: ¡si las consecuencias para las matemáticas del teorema de Gödel y del teorema del exceso de Cantor son las mismas! Les cuento un poquito, ya que estamos en esas. Resulta que este patita, Euclides, escribe un libro llamado Elementos de geometría en el que ordena toda la geometría a través de una axiomática perfecta y rigurosa, lo que viene a ser que, a través de la razón, Euclides genera axiomas (cinco axiomas, cinco) que sirven de base a todo teorema geométrico. Esto apunta al saber absoluto postulado por Platón: un único saber autónomo y autofundamentado que abarca la totalidad del conocimiento. Euclides había dado el primer paso hacia ese ideal. Pero como nunca falta un aguafiestas, un día en el que seguro no había mucho que hacer el ruso Lobachewski se pregunta: ¿qué pasaría si, sólo por huevear, niego el quinto axioma de Euclides ("dada una recta A y un punto P exterior a A, sólo podrá trazarse una única recta paralela a A a partir del punto P"), postulando que pueden trazarse no una, sino infinitas rectas paralelas a A? ¿El sistema geométrico resultante sería inconsistente (es decir, ilógico)? Pues vete tú a saber, la geometría resultante era perfectamente consistente: nace la geometría hiperbólica. Un experimiento parecido hace Riemann, veinticinco años después del chiripazo de Lobachewski: niega el quinto axioma euclideano postulando que no puede trazarse ninguna recta paralela a A. ¿Y qué sucede? Lo mismo: geometría perfectamente consistente. Es esta geometría, la riemanniana, la que usará Einstein para sustentar su teoría de la relatividad. En fin, las matemáticas han perdido así, por dos chiripazos, su estatus de representante unívoco de la verdad de la naturaleza y la esencia de las cosas. La razón descubre que no puede dar cuenta de la verdad, sino sólo generar sistemas consistentes.
Cantor, por su parte, manda a la mierda a Aristóteles y su infinito inabarcable trabajando -ojo al piojo- con conjuntos infinitos en matemáticas. Sí, lo que oyen: Cantor toma todos los números naturales, genera un conjunto con ellos y hace operaciones. Define un conjunto infinito como aquel conjunto que puede ponerse en correspondencia uno a uno con un subconjunto propio de sí mismo. Digamos que tenemos el conjunto de los números naturales, cuyo subconjunto es el de números pares: ambos estarán en correspondencia 1-1, o lo que es lo mismo, el todo será igual a una de sus partes. Pero Cantor llega más lejos: postula que dado un conjunto infinito, será posible construir otro conjunto mayor que el conjunto infinito de partida. Digamos que el primer conjunto es el de números naturales, y el segundo el de los reales: aquí, una de las partes es mayor que el todo. Esto sucede porque el conjunto B generado siempre tiene un número más que el conjunto infinito de partida A, número paradojal que es precisamente el que permite construir el nuevo conjunto. Al conjunto A, pues, siempre le faltará un número: su sistema no logrará explicar la totalidad del conjunto. Podríamos generar un conjunto B que explique ese vacío del conjunto A, pero éste conjunto B, a su vez, poseería un vacío que su propio sistema es incapaz de explicar, y así sucesivamente. Éste es el teorema del exceso, y apunta al hecho de que todo sistema es incapaz de explicar la totalidad de los enunciados generados dentro de sí mismo. Ya habíamos dicho que Platón soñaba con un saber que pudiese explicar la totalidad de las cosas. El buen Cantor, que murió internado en un sanatorio enloquecido por sus hallazgos, demostró que esto era una quimera.
Lo que nos lleva a Gödel y a Heisenberg. El teorema de Gödel atesta otro piñazo al sueño platónico, y puede resumirse en que toda teoría formal que sea consistente es incompleta, puesto que siempre hay un enunciado S indecidible en ella, de tal modo que S y no-S no son demostrables en la teoría. El precio de la consistencia lógica es el de la incomplitud (si existe esa palabra...); a su vez, una teoría completa será necesariamente inconsistente. El principio de incertidumbre de Heisenberg, por su parte, apunta más o menos a lo mismo, en el campo de la Física. En resumidas cuentas, Heisenberg prueba que la velocidad y la posición de una partícula no pueden medirse simultáneamente sin error: mientras queramos medir con más exactitud la velocidad de una partícula, menos información tendremos sobre su posición, y viceversa.
Así pues, todo sistema está condenado a ser incompleto y a no poder jactarse de ser un vehículo de verdad sobre las cosas. El sistema da cuenta de una perspectiva sobre la cosa: puede ser coherente o no, pero jamás podrá aprehender la cosa en sí misma (K-K, Kant), ni mucho menos hacer aseveraciones de verdad o falsedad. ¡Y a nosotros que nos enseñaron que las matemáticas eran inmutables, a-históricas, neutrales y perfectamente objetivas! Pues ya ves, chamaco: te metieron la rataza. Ni la ciencia, con su bienamada razón, puede decir pío sobre lo que sucede alrededor. And you were talking about morality...
Sí, sí, igual voy a sacar una nota baja por huevón. Yo sabía todo esto, pero ya ven, soy una víctima del sistema educativo. Si al menos hubiera comprado medialunas, previendo el hambre antes del examen... Pero ya ves. ¿Quién carajo hace un examen final de una hora? Y ni les cuento la clase de fantasías que recorrieron mi mente trasnochada por la tarde, mientras intentaba leer sobre las golondrinas de Plaza de Mayo y la represión de la dictadura militar de los 70s. Puta, dormido en la biblioteca, abrumado por un pazzo piacere: despierto y me deprimo pero con concha. Mi lapicero y mis fotocopias, el tablero en diagonal, la lámpara compartida, las ventanas, el cielo azul. La puta realidad. Hijueputa vida. Y nada. Salí, me tiré a dormir en un parque que daba a la Av. del Libertador, la caravana de animales de lujo, las blusitas y las cabelleras rubias, las sonrisas tentadoras. El sol en toda la cara ("En la cara me pega el sol..."). Volví, salí a comer, tuve una conversación amena, me subieron el ánimo, que estaba por los suelos. Estudié más, me dieron ganas de hablar francés pero no logré hallar a Stephanie, terminé una botella de Malbec, Joe rompió un vaso y nos pasamos media hora recogiendo las esquirlas. Y ahora, 2:46 am, sin sueño. Qué cagada.
Pero, ¿para qué les cuento estas cosas? Yo quería hablar del amor y de la secularización y del mito y esas huevadas. Del libro de Roth que encontré por Corrientes (aunque esto creo ya haberlo mencionado), de una copia facsimilar de Book of Kells que vale como 400 pesos y que tendré que robarme como sea, y en fin. Pero ya, tengo sueño y mañana debo estudiar economía. Buona sera, que el sueño no espera.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Post lleno de fiaca pero con final feliz y optimista

Qué ganas de hacer nada. He bajado un par de pisos en busca de la Web, después de abandonar un texto del Iluminismo excesivamente psicoanalítico. Que el goce reprimido, que la aleniación del pensamiento a través de la técnica, que la incongruencia del Yo y la utopía de la unificación de las ciencias -gimme a break, ¡por Dios! Esto ya parece un puto curso planeado por Krebs, ese won que tuve de profe hace unos... ¿años? Ah, qué tristeza. Dolina: "todo lo que le recuerda a uno el paso del tiempo es causa de angustia". He comprado un disco de Gundula Janowitz y uno de Purcell como regalo de cumple atrasado para mí mismo (hablando de tristeza). El primero me causa una indiferencia preocupante, que me deprime aún más. Aunque confío en que esto cambiará pronto, total, no es como si ahora estuviera con una buena disposición para el arte de alto vuelo ("hay que estar siempre cóncavos", decía el viejo González Vigil, con una sonricita de complicidad, elevando los brazos hacia el cielo, sin recalcar cuán difícil es mantener esa concavidad en el día a día. También, cuando mandaba a leer algún ensayo de su autoría para las materias, decía: "la vejez me está volviendo descarado". Ah, cómo extraño al viejo González Vigil, las excentricidades de González Vigil, su pasión por la literatura y su sabiduría que parecía abarcar la totalidad de la historia. Qué tristeza.) Del de Purcell escuché sólo el Te Deum y me cagué de risa. Confío también en superar esto. Pongo de nuevo "In diesen heil'gen Hallen", interpretada por René Pape. Qué belleza. El alemán de las óperas me causa esa sensación que seguramente tenía el vulgo del Medioevo cuando escuchaba una misa en latín, esa sensación de estar frente a algo desconocido y, por ello, sagrado e inaprensible. Frente al "Misterio", diría Macedonio Fernández, sin referirse precisamente al luchador mexicano. En parte, digo, porque no sé un carajo de alemán (aparte de "ich", "scheisse", "tod" -curioso: sé decir "muerte" en al menos 5 idiomas- y "Gesamtkunstwerk"), pero sobretodo porque la música del buen Mozart es indescriptiblemente genial. Vamos, ¿cómo no retorcerse como puerco escuchando, por ejemplo, el alemán de los últimos versos del primer acto de Die Walküre? Puta, es imposible. Imagínense nomás qué podría sentir un pobre tipo ignorante como yo, perdido en medio del siglo XVIII, con el paradigma cristiano struggling pero aún vigente, escuchando "Exsultate, jubilate" en una misa de una pompa digna del oscurantismo... Puuta...
Escuchando ahora "Giunse alfin il momento", del cuarto acto de Fígaro. Recuerdo cuando vino a mi cuarto buscando este track para una de sus clases, cuando todavía no me gustaba. Me decía que era una versión rara; en realidad, no es tan buena como los bróders del Deustche Grammophon quieren hacer creer. La Netrebko estará más buena que el pan, pero no está a la altura de las circunstancias en esta aria. En fin, cosas que no le interesan a nadie más que a mí, sí, sí, se supone que lo prometí. En fin.
¿Qué más? Hoy por la tarde tuve una petite iluminación y culminé el esquema de mi dramita teatral. El final está bueno. La cosa comenzó como cuento -cuya idea fundamental salió de un pequeño concurso con Jeremy que al final no se concretó- y terminó como un drama para cuatro actores, acaso cinco, dos roles protagónicos y dos de reparto. Ahora sueño con que algún día la protagonice Paul Vega. ¡Sería maravilloso! El rol le queda a pelo. Las segundas opciones, nada desestimables por lo demás, serían Leonardo Torres Vilar (hijo) y Rómulo Asseretto. Pero el perfecto sería Vega, con ese aspecto ascético y los aires de loco que puede lograr, con ese talento tan admirable. Y el otro protagónico... ¿Gisela Ponce de León? ¿Wendy Vásquez (no me he olvidado de La Prueba, no, no)? ¡Ah! Tendría que ser una chica joven: más aún, el contraste de edades -que hasta este momento no había tomado en cuenta como variable- sería demasiado chévere. Puta, ya sé: optimismo excesivo all over again. "Adam Smith" me dicen los choches del barrio, jajajaja. En fin, como decía un amigo, "soñar no cuesta una mierda". Apenas acabe de rendir los finales comenzaré a escribirla, feliz y contento.
Mañana toca ir a comprar las entradas para el FILBA. Qué joda, seguir estudiando esas mierdas de Antropología, que Boaz y que el racismo es malo, etcétera. Después tocan cosas más chéveres: una pequeña historia de las matemáticas (toca leer el libro completo algún día), el principio de incertidumbre de Heisenberg (que ya vi con el buen García Calderón... ¡Ala! Cosmología ABP. ¡Qué mierda! Tenía un grupo tan cagón que al final terminaba haciendo los trabajos yo solito. Una vez escribí un trabajo apurado con una letra pequeñísima y totalmente ininteligible. Al día siguiente llega García Calderón y nos dice: "Me he pasado toda la noche tratando de descifrar ese trabajo. No me digan quién escribió eso, porque si me entero lo jalo. No me lo digan." Me gustaría haber biqueado ese curso, sólo por el placer de tomarlo una segunda vez y sin modalidad ABP. Hubiera sido fantástico), un fragmento del libro de Stephen Hawking, ese tipo de huevadas. ¿Llegamos a ver a Cantor en Cosmo? No lo creo. En fin, esa materia me ha brindado muchas alegrías: he recordado las aventuras de Bruno, Kepler y Galileo, he conocido las teorías económicas y descubierto su pertinencia para entender la concepción que tiene el hombre sobre sí mismo, he conocido al hijueputa Cantor, he leído a gente muy chévere como Gastón Bachelard y Alexander Koyré, en fin, un sinfín de aventuras nerd del pensamiento. Ayer o anteayer pensaba en que deberíamos mandar a la mierda las carreras de individuales de las humanidades (sobretodo filosofía y literatura; quizás también antropología, sociología e historia, aunque dos de ellas no pertenezcan a humanidades) y crear una licenciatura en Humanidades que dure de siete a diez años. Ese profesional tendría, si se aplica, una concepción total de cultura y sociedad, en vez de un conocimiento fragmentario: conocería el proceso de ideas atravesado a lo largo de la historia de la filosofía, sabría de economía y podría analizar situaciones como la actual y formular una opción cabal, conocería el proceso histórico, y la generación de cultura y los diferentes significados de los conceptos en el imaginario colectivo a través de las diferentes épocas, tendría nociones de la formación histórica de los grupos sociales y su interacción con otros, en fin, estaría en una posición como para ejercer una super-docencia, en el peor de los casos, y en el mejor y más relevante, de asesorar al Estado en sus distintas funciones. Su utilidad sería enorme; aún más, sería imprescindible. Carajo, necesitamos gente que pueda hacer formulaciones lúcidas sobre el estado actual de las cosas, que pueda brindar alternativas de solución cabales tomando en cuenta todo este conocimiento, imprescindible para decir una sola palabra coherente sobre lo que sucede en el mundo. La consecuencia lamentable de la tradición de la división del trabajo es, en el campo del intelectual, el conocimiento fragmentario de la realidad. ¡Y hay pequeños huevoncitos que se jactan de saber mucho porque han leído dos o tres libros! Mierda, hay que revolucionar la educación. Si hay algo que he aprendido aquí en la Argentina, aunque apenas haya llevado materias por menos de seis meses, es que la educación peruana necesita tener una reforma de pies a cabeza. Por mencionar un par de cosas: el Estado debe inyectar de subvenciones a las universidades nacionales y elevar su prestigio perdido, hacer campañas itinerantes e incesantes de alfabetización, estimular la docencia con buenos sueldos y mantener un nivel alto de excelencia. Carajo, elevar la inversión de PBI en educación, por Dios. Con universidades nacionales de alto grado de excelencia, con una estimulación de la investigación en ellas, no sólo hacemos accesible a todas las clases una educación superior, sino también estimulamos el avance tecnológico y el mejor aprovechamiento de los recursos: elevamos la productividad de la economía, por Dios. Desarrollo de la técnica, desarrollo de la industria. Educación.Una educación en la que cada materia esté ligada, digamos, al final de cada unidad, con lo que está sucediendo en el país, una aplicación de la teoría ya estudiada a la realidad nacional, y un estímulo para que el educando siga buscando respuestas y, sobretodo, planteándose las preguntas de relevancia. Una educación que incentive la acción política, que cree posiciones lúcidas frente a lo que sucede. Una formación con miras a actuar sobre el devenir del propio país.
Puta, ya me pasé de la raya. Acabo de regresar de La Americana con Francisco (el combo clásico: espinaca + criolla), y como ya no tengo hambre, no me interesa seguir hablando de estas huevadas. En fin, la educación superior pública en Argentina, valga esto como conclusión, es verdaderamente mejor que la privada en Perú. Pero hay que cambiar esto. Hay que intentar hacer algo. El qué y el cómo ya lo resolveremos más tarde, hay aún tiempo. Es lo bueno del proceso histórico: hecho de rupturas y tablas rasas, no importa en qué punto te metas a incidir en ella: cualquiera es el mejor momento para empezar. Por ahora, estudiar, forjarse de conocimiento. No hoy, claro, hoy tengo fiaca y el conocimiento me resbala. La situación es excepcional, gracias a Dios. Mañana de seguro recuperaré mis fuerzas y seguiré con la parte antropológica de mi curso, aunque no sirva de mucho y aburra. Que el racismo y Franz Boaz, ¡las pelotas! Pero ya. Hay que seguir con optimismo. Heisenberg y Hawking. Y después, sí, después escribir un poco, divertirnos, a ver si logramos algo. Y amar, ¡amar como chanchos!, jajajaja. Amor y conocimiento. Conocimiento a través del amor; amor como forma de conocimiento. Y mucho, mucho sexo. Y libros. Y Mozart. Y el teatro, y la literatura. Y la ciencia. Y la amistad. Y la economía y la política. Sí. La vida.

martes, 4 de noviembre de 2008

FILBA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Roberto Bolaño
(1953-2003)

www.filba.org.ar
Del 12 al 16 de noviembre.
MALBA. Buenos Aires, Argentina.

(¡Seee, bróder!)

Träume, träume...



Richard Strauss
"Wiegenlied" (Canción de cuna)
(1899)
Interpreta Diana Damrau.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Justo que pensaba en vos, nena, caí muerto.

¡Arghhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh...!

domingo, 2 de noviembre de 2008

Così fan tutte

Vueltas y vueltas pega el pensamiento, irremediablemente vueltas.
"You're such a girl", me dicen, y concedo que yeah, yeah. Otras voces me instan a comportarme como un espécimen de mi género. Concedo.
Vueltas, vueltas.
La solución yace en la heterogeneidad. Y, digo yo, ¿de dónde saco el tiempo?
Ah, tes lèvres. Ah.
¿Qué remedio, si es inevitable que vueltas, que más vueltas?
Una mudanza de órbita, sí. Pasar de orbitar alrededor de una hacia otra galaxia.
Arenas movedizas de la mente.
Necesidad imperiosa. Floritura prolija -como un hongo encima de un callo- de la imaginación.
Movimiento circular. Vorágine.
¡Infinito humano!
Sí, sí, allí están, being beauteous. Allí, cerca, cerca. ¡Ah! Todas iguales en su imperativo de estimular las glándulas salivales de los mancebos. Così fan tutte, tutte, je vous dis!
Qué belleza procaz la de la raza humana. Qué efectividad tan desesperante.
Allí, dentro y fuera del pensamiento. Allí.
Ora pértiga de la fantasía, fertilidad de la creación. Ora nulidad del proceso cognitivo.
Intersubjetividad de voluntades.
Deseo.
¡Deseo, ergo sum!