miércoles, 24 de marzo de 2010

¡Los Ojos! He sido expulsado del mundo. ¡He elegido la rabia, la depravación, la villanía! ¡El silencio! He dejado en una esquina mis pulmones, me he exiliado en un peñasco marino. ¡Y ahora me arden los intestinos!
El Sol cae vertical y no lame las aceras, ni los paraderos, ni siquiera los jardines cuadrados: ¡lacera los vidrios de los carros! El polvo se levanta y hay que mancharse. Existen reglas: las he roto todas. He quemado el puente con furiosas antorchas. ¡Rodear la selva! ¡Arrodillarme y suplicar la redención de mi propio cuerpo! ¡Degradación! ¡Negro, negro, negro, negro, negro! ¡Carbones, carbunclos, máquinas respiratorias! ¡Máquinas respiratorias, yo que bebo enloquecido la tinta del Pulpo y escupo carbones negros! ¡Negros, negros, negros!
¡¡Estoy enfermo!!
¿Aún podrá tocarse el acorde mágico que resuelva la intrincada armonía del polvo? ¡Dios!
Pez pequeño en un mar como un desierto, mirando el Ojo del benefactor. ¡Debería ser yo entero un Ojo, yo que ardo de deseo, yo que soy sólo testigo! ¿Debo cantar, bailar como Walt? ¡Pero derrapo resuelto a ser Ahab!
¡Walt, Walt! ¿Dónde está la llave de tus fiestas, dónde la clave de todos los poemas que me prometiste? ¡Mar e intestinos, intestinos que arden!
¿Acaso me has engañado? ¡Tiéndeme la mano, Walt, por lo que más quieras!
¡Los Ojos! ¡La ecuación terrible de los Ojos! ¡Cierra la persiana, que ya no puedo seguir atardeciendo! ¡Cierra y que la hora del deshonor se cumpla de una vez por todas!
Refugiarme en la locura, despeñarme. ¿Será posible, en esta sal?
¡Los Ojos! Los ojos.
Reconocerlos, morder el polvo, tender la mano. ¿Podrán acaso perdonarme?
Walt. Mi amado Walt. ¿Podré seguir sufriendo incólume las miradas ajenas?
Abrir los brazos al Sol y dejar de fumar. Respirar. ¿Será posible?
¿Será aún posible amanecer en Irlanda, mirarla a los ojos y proferir mi verdadero nombre? ¿Me perdonaría, nos ahorraríamos la tragedia de dos reinos?
¿Ahogar la ballena blanca? ¿Dejar de mirar?
¿Será tan simple como do-mi-sol?
Fe, fortaleza: fe en Walt. Las lágrimas sólo rescenifican la sal de lo profundo.
Hay que ser fuerte, si se quiere ser uno mismo.

martes, 23 de marzo de 2010

lunes, 22 de marzo de 2010

Nobody, not even the rain, has such small hands.
E. E. CUMMINGS.


Minas de cobre, pozos azules.
Puertas ya abiertas y desdeñadas.
Álgebra fija de las miradas.
Níveo silencio de los gandules.

Rías de acero, juncos, albahaca.
¡Anhelo de la vital moviola!
Palabras mordiéndose la cola.
Ebriedad de cuerpos y resaca.

Y aquella tibia literatura
que apenas dura.

Estiramientos. Plena la urétera.
¡Minas de cobre! ¡Pozos azules!
DESEO. Tules,
nubes, flores, cielo, mar, etcétera.

viernes, 19 de marzo de 2010

Guardaba su dirección en mi billetera: una casa que nunca llegué a conocer, cerca de un parque que parecía el límite del mundo. Escribí, hace tiempo, un poema en que un niño en bicicleta rondaba como cuervo nuestras conversaciones. Hablaba de un ramillete de multitudes, acaso del sol que abrasaba los columpios. No es más que una sombra, ahora. Una suerte de nostalgia y vértigo me invade cada vez que regreso a esas imágenes. Pánico, sobre todo. Me alojé en un hotel que estaba al lado de una fábrica, como el hogar de mi infancia. Unos meses antes de llorar en ese hotel escribí las líneas más perversas y enloquecidas que haya escrito jamás. Babeaba sobre el papel, sobre la carpeta de Biblioteca Central. Yo quería que nuestra última conversación se pareciera a una toma cinematográfica. Este deseo me espanta. No pretendo contar esta historia ni una vez más. Me pregunto si todavía pensará en mí. Yo apenas pienso en estas cosas.
Es casi la una de la mañana y estoy escuchando una banda alemana de rock progresivo que suena demasiado a Dream Theater. Si urgo entre mis enseres, descubro que sólo me apasionan mis propias pasiones. El trabajo inquisidor es a veces necesario, pero mucho más, todavía, lo es amar. Sigo siendo un sucker por los ojos azules. Me gusta reír, y me gusta la lógica de cierto tipo de comedia. La crueldad es a veces un ejercicio necesario. Fumo uno o dos cigarrillos al día. A veces sueño con la piel de mujeres prohibidas. Me gusta perderme en mis lecturas, latir al ritmo de la sintaxis de la frase. Escribir me da miedo. Adoro las fantasmagorías que son puro significante. Mi sentido del olfato está muy poco desarrollado. No sé rimar ni hacer poesía. Me siento orgulloso de haber logrado desaparecer en una pieza para piano. Supongo que la felicidad es una forma de auto-anulación. Me gustaría viajar a Estocolmo. Disfruto mucho del movimiento de mis propias fantasías.

jueves, 18 de marzo de 2010

Sentirse triste, sentirse feliz, gozar de un libro, gozar de un disco, contemplar las figuras, ser deslumbrado por algo inesperado, abrirse y cerrarse, mutar, moverse, amar, crear.

martes, 16 de marzo de 2010

'Bagatelle' o "Qué chucha vas a entender de poesía tú, huevón"

por Luis Alberto Spinetta


(Entrevista del 2007)

"A mí que me dan con un hacha por la letra --'que no sé', 'que no se entiende', 'que la poesía no la entiendo'... (Risas) ¡Vos te divertís!"

Y ahora:



(02:24-02:35)

(...) Quiero que rebotes en mí
y así formes cáscaras que ingresen
en mis cintas celestes...


Todo un banquete para los críticos, ¿verdad?

***

domingo, 14 de marzo de 2010

Pilkington y los pulpos

I'd kick it. And I'd say "you knob-head".

sábado, 13 de marzo de 2010

Introducing the awesomeness of Karl Pilkington:

martes, 9 de marzo de 2010

Más pseudopoemas

Callao y Bartolomé Mitre. Buenos Aires.

Después de una charla sobre el tema con Renzo, me dieron ganas de publicar estos sonetos que escribí hace ya casi dos años, cuando mi vida era un fragor de amores y los vinos de toda clase, como decía Rimbaud, fluían, me parecía entonces, sin cesar. Ninguno vale gran cosa, pero los escribí rodeado de buenas personas, de gente cuya estima aún conservo, en esa Buenos Aires que a veces se parece tanto a la literaria.


SONETO

A Fernanda Viveros.

...O gioia
Ch'io non connobi, essere amata amando!
LA TRAVIATA.


Rubor de labios de sombra encarnada,
azul purpúreo de ojos cenicientos,
deslumbre probable de amores cientos
--deslumbre cierto de mi alma ajada.

¡Qué goce, digo, embargado de pena,
de este fatuo amor creyéndose amado,
qué delicia este amor atormentado,
qué tristeza la mía, tan serena!

Amparada en su sombra mi alma vela.
Una sonrisa descubre universos.
Bajo la luz umbría ya la cela

esta mirada de anhelos anversos:
ya se va ella, prolongando su estela.
A mí sólo me restan estos versos.

***

SONETO EN BUENOS AIRES

A Fernanda Viveros.

Balcón de bruma, espera y cigarrillos,
en plena concupiscencia de ocasos
astrales, sin avatares sencillos,
sin piedras, sin famélicos acasos.

Balcón pleno de rosas espectrales
que ora mi pobre corazón no busca
sólo nubes en flor, prismas carnales
y una híla de sueños más bien vetusta.

Huelgan ya los púberes rosicleres;
huelgan la luna, la sala, el asfalto,
¡Cómo así no, Fernanda, los placeres

que al corazón el áureo sobresalto
ocasiona, entre enseres y deberes,
aquel amor de bonaerense encanto!

***

SONETO A LA AMERICANA

Al Dr. Francisco Acevedo.

Cruzo la calle, hacia la Americana,
donde un bigotudo panzón me espera:
por do se mire su risa engalana
la clase de empanadas que se quiera.

De carne o de posho, o una pizzita,
¡ta' bueno!, todo vale con el gordo,
aunque alguien diga, al ras de una chelita
que de tanta grasa quedarás sordo.

Me como tres, cuatro, cinco, ¡qué importa!
Y entre una y una, media muzzarella,
con dulce de leche, acaso una torta,

que a lo salado todo dulce encela,
y al corazón la tristeza recorta
una panza llena y la mente lela.

lunes, 8 de marzo de 2010

Gracioso, rimar borracho. Rimar drogado parece arrojar resultados más interesantes: véase, sino, el post de hace unos días. Pido disculpas. Ando releyendo la obra de Rimbaud.
Me resulta muy difícil decidir cuál poema detesto más. Aunque no lo voy a negar: rimar "enteroccocus" con "autofocus" y hacerlo funcionar, esto es, totalmente borracho, fue una cosa muy chévere.

sábado, 6 de marzo de 2010

Gileando a una mujer ajena

***, te escribo ebrio este soneto
sin saber cómo ni por qué ni cuándo
-solamente como quien anda andando,
como quien se escuda en un parapeto.

Una palabra y todo está resuelto.
¿Por qué en el '----' me -------
y sólo en estos días me -------
como esperando algo que no presiento?

No sé cómo actuar, puesto que tú eras
como el abejorro harto en la hojarasca
que no acepta corazones, ni tasca
excusas que le parecen austeras.

La vez que nos vimos, sonrisa puesta,
yo pensaba estar soñando en un bote
a la deriva, ¡siquiera un calote
que, satisfaciendo la aurora enhiesta,

probando tu mano sobra la mía
-¡oh soles, naufragios, enterococcus!-,
como sobre el deseo el autofocus,
posando su más íntima grafía

me señalara a mí como su amado!
Yo pensaba, iba diciendo, observarte
tímida, entera, como una obra de arte,
como la piel que observa a su costado

la luz que crece sobre los geranios,
¡Hermosa como el oro de las cuevas!,
¡más preciosa que las bíblicas Evas!,
¡más resplandeciente que los elanios!,

verme y quererme como olvidase antes;
como yo era, sin tapujos, sin nada
que obturase la más leve celada:
¡Yo, rojo, como el fragor de mil Martes!

¡Ah, ***, cómo olvidar la cita!
Pero estoy consciente, naturalmente,
que de seguro atiborré tu frente,
(más que de Melpómene, ¡de Afrodita!)

de cuestiones que no te fueron gratas.
¡Miel de gata, tus ojos de papel!:
sé que sin proponérmelo fui infiel
a tus perplejidades más innnatas,

y por eso pido perdón. Si bien,
dadas las circunstancias especiales,
te suplico, ***, que me regales
la respuesta sincera de tu sien.

¿Tengo alguna oportunidad contigo
o acaso ladrando al árbol errado
estoy? ¿Acaso al Amor anhelado
intento hurtar el bien que no consigo?

Dímelo y sin más, nada más que fe
en lo que acaso nos pueda esperar,
fragor, poesía, carreteras, mar...:
¿querrías tomar conmigo un café?

martes, 2 de marzo de 2010

Ave

A media sombra
entre tu piel y la alfombra,
el tubo en el sofá,
la jaula vínica,
y demás faralá.

Duro solo de guitarras
en la línea telefónica.
Él no conoce ni marras
ni dominante sin tónica.

¿Y la Amada?:
Noche dorada,
mirada cínica,
la falda corta,
seria y discreta,
luz violeta,
-él la vilorta
y ella coqueta.

Y cuando ambos se sacuden
sus pequeñeces
cesan los jueces
en mi ventana
y hasta mañana.