martes, 9 de marzo de 2010

Más pseudopoemas

Callao y Bartolomé Mitre. Buenos Aires.

Después de una charla sobre el tema con Renzo, me dieron ganas de publicar estos sonetos que escribí hace ya casi dos años, cuando mi vida era un fragor de amores y los vinos de toda clase, como decía Rimbaud, fluían, me parecía entonces, sin cesar. Ninguno vale gran cosa, pero los escribí rodeado de buenas personas, de gente cuya estima aún conservo, en esa Buenos Aires que a veces se parece tanto a la literaria.


SONETO

A Fernanda Viveros.

...O gioia
Ch'io non connobi, essere amata amando!
LA TRAVIATA.


Rubor de labios de sombra encarnada,
azul purpúreo de ojos cenicientos,
deslumbre probable de amores cientos
--deslumbre cierto de mi alma ajada.

¡Qué goce, digo, embargado de pena,
de este fatuo amor creyéndose amado,
qué delicia este amor atormentado,
qué tristeza la mía, tan serena!

Amparada en su sombra mi alma vela.
Una sonrisa descubre universos.
Bajo la luz umbría ya la cela

esta mirada de anhelos anversos:
ya se va ella, prolongando su estela.
A mí sólo me restan estos versos.

***

SONETO EN BUENOS AIRES

A Fernanda Viveros.

Balcón de bruma, espera y cigarrillos,
en plena concupiscencia de ocasos
astrales, sin avatares sencillos,
sin piedras, sin famélicos acasos.

Balcón pleno de rosas espectrales
que ora mi pobre corazón no busca
sólo nubes en flor, prismas carnales
y una híla de sueños más bien vetusta.

Huelgan ya los púberes rosicleres;
huelgan la luna, la sala, el asfalto,
¡Cómo así no, Fernanda, los placeres

que al corazón el áureo sobresalto
ocasiona, entre enseres y deberes,
aquel amor de bonaerense encanto!

***

SONETO A LA AMERICANA

Al Dr. Francisco Acevedo.

Cruzo la calle, hacia la Americana,
donde un bigotudo panzón me espera:
por do se mire su risa engalana
la clase de empanadas que se quiera.

De carne o de posho, o una pizzita,
¡ta' bueno!, todo vale con el gordo,
aunque alguien diga, al ras de una chelita
que de tanta grasa quedarás sordo.

Me como tres, cuatro, cinco, ¡qué importa!
Y entre una y una, media muzzarella,
con dulce de leche, acaso una torta,

que a lo salado todo dulce encela,
y al corazón la tristeza recorta
una panza llena y la mente lela.

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