lunes, 29 de diciembre de 2008

Post largo de amanecida etc. etc.

Buscando empleo. Noche en vela: me pasé toda la madrugada pensando en dentaduras. Moviéndome de aquí para allá. Como en un cuento de Poe, o un poema de Bécquer. Cuando leímos ese poema -ya no recuerdo cuál- en la clase de Wiesse, recordé el cuento pero me dio vergüenza levantar la mano y decir: "carajo, ese poema se parece a tal cuento de Poe". "Qué interesante". Escuchando Time out of mind, de Bob Dylan. Meses sin escucharlo. I step outside, back to the busy street, but nobody is going anywhere. Esa canción me fascina. Ese disco me fascina. Solía escucharlo metido en un catre hundido en Palermo, completamente solo, escuchando la algarabía de un montón de anónimos parting their lives away, y me echaba a llorar. But nobody is going anywhere. Luego salía y si me aferraba al paraguas lo suficiente el viento me llevaba hacia Plaza Italia y luego hacia Las Heras, la Biblioteca, los libros, la soledad. Luego conocí a un montón de gente extraña que me cambió la vida. Hasta guardo fotos de esas personas. ¡Fotos! Me da miedo mirarlas. Como si ya estuvieran muertos. Como si fuese algo antinatural el que su imagen me rodease y no sus presencias, sus voces, sus cuerpos. Allí están, rígidos, inalterables, congelados en un momento expirado ya. ¡Y qué antinatural, qué sórdido se me antoja ese aferrarse al tiempo perdido de esas imágenes, ese estrechar de puños hacia lo ya perdido! Dios, necesito dormir. Para pasar el tiempo vi un episodio de Grey's Anatomy (larguísimo, de 1 hora y media) y dos de 30 Rock. Y la última película de Woody Allen: Vicky Cristina Barcelona. Qué fiasco. Pensaba: el anciano de Allen ha filmado esa película sólo por la escena erótica entre Johannson, Cruz y Bardem. Y, mierda, esa escena ni siquiera es la mejor: mucho mejor lograda está aquella otra entre Hall y Bardem. Nada allí parece funcionar del todo. Ni el paralelo entre las dos historias (que cae en desequilibrio: la del personaje de Johannson termina pesando más que la del de Hall, de la que terminamos perdiendo el interés), ni los personajes (que salvo las protagonistas, si bien exóticos resultan frívolos y carentes de profundidad), ni la aproximación a la locación (que parece más la de un turista japonés que la de una persona que realmente quisiera apropiarse de Barcelona, como tantos artistas, en diferentes disciplinas, han logrado con, por ejemplo, París), ni la realización fílmica (carente por completo de interés y hasta, ¿lo diré?, hasta a veces de mal gusto), ni la trama en sí misma (llena de clichés e historias recicladas que uno puede encontrar en casi cualquier parte). Una desilusión, en especial después de esa maravilla que fue Cassandra's dream, la penúltima de Allen y de sus películas mi favorita junto a Hannah and her sisters y Deconstructing Harry. Hace unos días vi también la última de los hermanos Coen, Burn after reading. Esta sí me encantó. ¡Qué maravilla de humor! Alguna vez vi una entrevista en la que los Coen decían que preferían trabajar con menor presupuesto si eso implicaba tener más poder sobre la cinta. Ahora, bajo la sombra de No country for old men (que estoy considerando seriamente volver a ver), sospecho que la presión ha aumentado y que ésta no es tanto su cinta como lo fueron las anteriores. Para comenzar, por el reparto: George Clooney, Brad Pitt, Frances... bueno, Frances McDormand es bien famosa, pero no es un sex symbol como los otros para los que basta sólo sus nombres para que la pela venda. Pasa lo mismo, supongo, con John Malkovich. Pero, ¿qué iba diciendo? Ah sí, que al verla, me pareció que algo no cuadraba bien. En especial por la música non-stop. Uno ve, por ejemplo, The big Lebowski (una de mis pelas favoritas), y, puta, cada cuadro, cada escena, planeada a la perfección, cada canción y cada imagen encuadradas de tal forma que si se alteraran un poquito... En fin, algo estaba fuera de lugar. Como sea, la película fue maravillosa, llena de un humor despiadado y, repito, con un guión escrito con pulso de neurocirujano. Pero hablando de las películas que sí he visto, que son más bien pocas, pienso en las que no he visto, que son demasiadas. También pienso en Katherine, que una vez me preguntó cuál era mi película favorita y, cuando le respondí (porque fue la primera que se me vino a la mente) que 2001 (que, dicho sea de paso, sí es una de mis pelas favoritas, aunque sea cliché y pueda, acaso, parecer un poco snob tenerla como parte de las preferidas), me dijo: "¡Julio! Me decepcionas. Ninguna película cuyo título consista en números puede ser buena." Y al pensar en esto, digo, en las películas que me falta ver, recuerdo la última novela de Auster (carajo, esto ya parece el rincón de las novedades), Man in the dark, que leí gratis en el Ateneo, congelándome bajo el aire acondicionado. Durante la primera mitad Auster repite la gracia que ya había hecho en Oracle night hasta tal punto que resulta vergonzoso: el protagonista es, ambas novelas, un convalesciente (Oracle night: un hombre que ha salido del hospital y se recobra en su casa; Man in the dark: un hombre que ha sufrido un accidente automovilístico y se recobra en su casa; granted, en la segunda el protagonista es más bien anciano y la pierna que tiene destrozada ya no se recuperará, aunque creo recordar que en la primera había otro personaje que también era viejo y tenía una pierna destrozada que al final termina infectándose y matándolo, aunque no era el protagonista), y en ambas, el protagonista se enfrasca en crear una historia (Oracle night: un escritor que escribe en un cuaderno su relato; Man in the dark: un crítico literario que imagina una historia para poder distraerse del insomnio) que tomará el primer plano -a la usanza metaliteraria de nuestros días- hasta más o menos la mitad del libro. También, en ambas novelas esta historia carece de interés. Y si el relato que escribía el protagonista de Oracle night acaba con el personaje principal metido en un hoyo, la historia que se imagina el crítico de Man in the dark comienza con un personaje metido en un hoyo. Ninguna de las dos se concluye. El chiste en ambos libros reside en rastrear en la memoria (no voy a decir en una relectura: por Dios, no), a través de la lectura de la segunda parte de la novela, aquellos rasgos psicológicos y autobiográficos que los personajes plasman de sí al crear sus respectivos relatos. Qué cosa han dejado ellos en sus historias; y luego, por pura auto-proyección, esto nos debería llevar a la reflexión (¿así lo habrá intended Auster?) de cuánto de ellos dejan los escritores al crear un texto en éste. En fin, ese es uno de los chistes de esta estructura. El otro chiste es que en ambos casos, básicamente, el libro se convierte de mediocre a grandioso de un momento para otro: exactamente cuando se acaba la metaliteratura y Auster nos cuenta de sus propios personajes. No recuerdo con mucha simpatía la segunda parte de Oracle night, pero hay que confesar que la lectura que le di fue más bien apresurada y, diríamos, por-encimita-nomás. En lo que concierne a la de Man in the dark, tengo que decir que fue tremendamente conmovedora. Por momentos -cuando debía serlo-, escalofriante, llena de un espanto colmado de asco e indignación. En otros tierna, sensible, asombrosamente lúcida y sabia. La prosa de un hombre al que la vida ha golpeado duro y que, a través de un relato más bien simple, con personajes cotidianos, nos da un asomo de lo maravillosa y lo hondamente dolorosa que puede ser la vida. Mierda, debo dormir. No diré que ha sido un libro genial, porque no lo es (Thays anotaba en su blog que había un antes y un después de la lectura de ese libro: allá él), pero vaya, de la mitad para abajo es un muy buen libro. Un damn good libro. Carajo, pero yo hablaba de Man in the dark porque hay una escena (desde luego, en la segunda mitad) en la que el protagonista discute algunas películas con su nieta, y Auster narra con tal maravilla esas escenas, escogidas de esas pelas que, se supone, son clasicazos del cine, las narra con tanto fervor y tanta maestría (en efecto: la mejor parte de la novela es ésta, junto con el final) que uno sospecha, un poco tristemente, que las películas que describe no podrán asemejarse en belleza a semejante descripción. Una de ellas, recuerdo, era Ladrón de bicicletas. Había otra que era francesa y una más, japonesa. Ya lo averiguaré por allí. Quiero ver esas películas, ya que he olvidado casi todo acerca de lo que dijo Auster de ellas. Y también quiero dormir, pero son cerca de las diez y si me duermo despertaré, qué,... ¿a las 5 pm? La puta madre. Mejor sigamos escribiendo. Tengo que hacer un puto currículum. Nunca he trabajado en mi puta vida: a este paso voy a acabar como Martín Adán, pero sin talento y sin Barranco. Tengo amigos que a estas alturas han tenido millones de trabajos. Encima bien remunerados: chicos que viajaban a la Argentina con ahorros de mesero o de cualquier cosa, y se pasaban seis meses comiendo afuera tres veces al día, y emborrachándose innumerables. Pero estos chicos vivían en el Primer Mundo, claro. Y yo, pues, no. En fin, sé que, si acaso encuentro alguno pronto, no me pagarán nada y ya, pero, carajo, tengo que tener algo para siquiera poder llenar los espacios vacíos de mi CV. Tengo que tener mi conciencia tranquila, poder acostarme en las noches y pensar: "estoy haciendo algo por salir de este puto lugar", y dejar de soñar con dentaduras. "¡Profe!, ¿sabe a qué me recuerdan esos versos de Bécquer? No, eso de "himno gigante y extraño" no, aunque sí, pero se lo cuento después. Ese poema de los dientes, ¿sabe a qué?, ¿a qué? ¡Y los últimos versos de "Non so più cosa son, cosa faccio", usted sabe, de Las bodas de Fígaro, me recuerdan a "Le coeur volé", de Rimbaud! ¡Y Rimbaud habla de Cherubino, precisamente, en una de sus Iluminaciones! ¡Profe, ¿es que me estoy volviendo loco?!" Escuchando a Gershwin, sospechando que no voy a poder mantenerme despierto hasta la noche. Bajando otro capítulo de Grey's Anatomy. Ese broder al que han puesto para reemplazar al otrora Dr. Burke (al que sacaron del elenco por insultar de maricón al que hace de George, que, efectivamente, es maricón, not that there's anything wrong about it) la pone, para qué. Me pregunto si eventualmente harán morir o mudarse o cualquier cosa al personaje de Heigl para eliminarlo, después de todo. Ya se verá. Hay algo extrañamente fascinante en la intimidad de los doctores, aunque la vida privada de éstos sea más bien frívola y absurda. Pero bueno, hay algo extrañamente fascinante en todo cuando llevas más de veinticuatro horas sin pegar un ojo y, encima, pensando en dientes toda la noche. Dientes. He allí algo extrañamente fascinante. Si yo fuera un molar / lo único que haría sería follar. Si yo fuera un canino / ¡acaso encontraría mi destino! Y si yo fuera carie / ¡nadie habría que me agarrie! Jajaja. Escuchando "Dios de la adolescencia". ¿A quién me recuerda esa canción? Probablemente a nadie. Una cionca compuesta especialmente para una mujer argentina, experta en servir de musa neurótica e histérica -desde niñas las crían así, por Dios- para cualquier artista. Claro que hay chicas buenas en Argentina. Lo que no te dicen nunca es que todas están locas. Todas. Jefferson Airplane. ¡Cómo me hubiera gustado tirarme a la vocalista! Digo, no ahora, que tendrá tantos años como mi vieja (pequeño momento freudiano), si no antes, en los setenta, cuando la gente aún creía que Jefferson Airplane era chévere cuando, en realidad, eran una bola de huevones sin mucho talento. Pero tenían a una vocalista que estaba buena, y eso hacía la diferencia. Ahora, si están vivos, estarán sentados en algún parque, pensando lo mismo que Bob Dylan: "la reputa, estas muchachas sí que están para tirárselas". Y luego: "en su momento me tiré a tipas tan buenas como éstas, fui como un Dios. Ahora, ¡miradme! Podrido, sentado en un parque, deseando a chicas que podrían ser mis hijas (momento freudiano). La vida es verdaderamente una mierda." O quizás no se sienten en los parques y piensen: "la vida es categóricamente una mierda". Lou Reed. Le canté esta misma canción a una chica y, sin querer, le revelé mi alma. The Mars Volta. ¿Qué hago con The Mars Volta en mi compu? La revista Rolling Stone los llamó alguna vez "los nuevos Led Zeppelin". Y sabes que cuando te llaman el nuevo "algo", cagaste. James me incitó a escucharlos alguna vez, mientras salíamos de ver a los STP. Merodeamos por varias horas buscando un taxi. Escucharlo decir "qué boludo" (qué boludou) era más que eficaz para cagarme de risa. "Qué cagada". Dios. ¿Qué pasa con los grupos de rock actuales que suenan todos iguales? ¿Se han confabulado todos para usar los mismos acordes, la misma progresión de notas, la misma manera de cantar, o es que el rock se ha ido ya a la reverenda mierda? Patti Smith. Carajo, yo estaba enamorado de esa mujer. La mujer que se parecía a Joey Ramone. La mujer que cantaba como Joey Ramone. O no, pero a quién le importa. Escúchenla gemir, nomás. Escúchenla gritar, y luego imagínense a Joey Ramone, pero con vagina y más actitud, mucha más actitud. Yo me volví fanático de las mujeres por esta mujer. Por ella y por Rimbaud, vale. Yo era misógino hasta que conocí a Patti Smith. Jesus died for somebody's sins, but no mine. Os digo: con vagina y mucha más actitud. A Perfect Circle. A éstos los descubrí casi por casualidad. Hicieron un álbum espectacular y luego se fueron a la mierda. Pero qué álbum. Sólo ahora descubro que acaso lo más excitante del sonido, ese sonido tan peculiar y novedoso del primer APC, era esa sacralidad que intentaron, con cierto éxito, rescatar. A través de la guitarra de Howerdel, a través de las líricas, de la voz maravillosa de John Maynard Keenan. El amor como bálsamo, panacea sagrada. La mujer como receptáculo de esa sacralidad. La mujer, a la vez altar y Diosa. I'd sell my soul, my self-esteem a dollar at a time, for one chance, one kiss, one taste of you, my Magdalena. Imagínense nomás los estragos que esas frases hicieron en un pobre adolescente, solitario y esquincle. Uno después se encuentra con mujeres de dudosa moral, de inteligencia prodigiosa, de encanto inefable, y entra en una crisis de moral. Muy paganos, ahora que lo pienso, negando por un lado la fe cristiana ("Fuck your Christ!": me daban escalofríos de placer sombrío cuando escuchaba estas frases hace ocho años), y por el otro loando por sobre todo la belleza de la mujer, la sacralidad del amor y del placer. Red Hot Chili Peppers. ¿Qué compositor decía eso de que si poníamos la palabra frente a la melodía, la melodía siempre vencería? Acaso no lo dijo nadie, o lo digo de otra forma. De cualquier manera, los RHCP lo prueban con concha. Curioso, si nos ponemos a pensar en la grandiosidad de la música como instrumento de control ideológico. Si podemos poner a toda una generación de huevones -incluyéndome a mí- a cantar "Feelin' good, my brother gonna hug me / drinkin' my juice, young love chug-a-lug me" sin que se detengan un momento a pensar: "puta, esta huevada no tiene sentido, y si lo tiene, hay mucho de incestuoso y estúpido en ello", ¡imagínense el control al que podríamos someterlos, si nos organizáramos, toda una mafia musical mediante, para controlar a la sociedad! ¿Se puede ser incestuoso y estúpido a la vez? Vaya, yo alguna vez tuve una banda llamada "Incesto": he allí nuestra respuesta. The Velvet Underground. La canción más quemada que he escuchado en mi vida. Pero no escucho esa, sino "White light / white heat". Ese disco es horroroso, y a la vez genial. Ya presagiaba lo que Lou Reed haría años después, drogado y harto de su sello discográfico, como el más grande "Fuck you" de la historia del rock: ese disco unlistenable llamado Metal Machine, que algunos citan como el comienzo del metal. Claro, esos wones están tan drogados o son tan estúpidos como el Lou Reed que grabó esa porquería, pero en fin. Yo digo que la música industrial comenzó con el final del primer acto de Siegfried, de Wagner. Crucifíquenme por eso, putos. "Lady Godiva's operation". Pero este no es ese Lou Reed, no: aquí tenemos a lo mejorcito del gringo ese. Esas líricas son todo un acontecimiento en la música. He aquí a un huevón que nos habla de operación de cambio de sexo ¡en plenos años sesenta! Hablando de vanguardia. Tan vanguardia como el Luis Alberto que grabó Artaud en los setenta, en plena Sudamérica. Vanguardia. Avant-garde. ¡Qué hembra! The Who. ¿No les molesta que mucho de lo que hoy tomamos for granted haya nacido en ese país de mierda llamado Inglaterra? La democracia constitucional, el rock & roll (bueno, no, pero you get my point), el fútbol. En alguna conversación le hablaba de algo parecido a Katherine: "¿Por qué carajos aún tienen reyes? Y ustedes que fueron los que adoptaron primero el sistema de monarquía constitucional", "Sí, no hemos avanzado mucho desde entonces, ¿eh?". Spinetta & Páez. Vanguardia, otra vez. En Latinoamérica, vanguardia. Vanguardia ochentera. Vanguardia anticipada por el mismo Spinetta y por los Beatles criollos, Serú Girán, y sus letras huidobrianas. El mismo Páez tiene sus aventones vanguardistas en esta década: recuérdese ese prodigio rabioso que es "Fuga en tabú". Soda Stereo. ¡Cómo suspiraba escuchando esta canción hace unos cuantos años, solamente! "Las tazas sobre el mantel, la lluvia derramada. Te vi que llorabas por él." Literal. Bueno, sin el mantel y sin la lluvia. Los triángulos amorosos son verdaderamente agotadores. Hasta ahora estoy cansado de esa huevada. "No hay nada mejor que casa". Váyase a cagar, Sr. Cerati. Smashing Pumpkins. Una de mis cioncas preferidas de todos los tiempos: "Lily". Hay que escuchar la ternura con la que la canta Billy Corgan. "And through her window shade I watch her shadow move. I wonder if she... could only see me." Y al final, con regocijo, con alivio: "Oh Lily, I know you love me. 'Cause as they're dragging me away, I swear I saw her raise her hand and wave 'good-bye'". Qué pureza en lo retorcido. Qué espantosa la imaginación, que pone cosas donde no las hay, que crea las cosas que quiere ver. "Mientras me escupía en la cara, algo en sus ojos me decía..." Exactamente eso.
Pero ya está güeno, wey. Ya no tengo tanto sueño, aunque mi cerebro sigue frito. Y me toca seguir recorriendo la página de empleos. Carajo, qué fiaca. Escucho ahora al buen Richard Cheese. "Gin & juice", cover de Snoop Dogg. "With my mind on my money and my money on my mind." Francisco me decía: "Dios es el dinero", haciéndose eco de la opinión general. Sigo diciendo que el dinero no es sagrado, no en el sentido estricto de sacralidad que intenté esbozar la vez pasada. Acaso se trate de una mutación del término: después de todo, "el dinero es sagrado" no suena tan descabellado. Y si no es así, debe ser por algo, como cuando dicen "que se derrame la sangre, pero no el trago. El trago es sagrado" y uno piensa instantáneamente: sabiduría popular, carajo, que tiene razón este huevas. Y la tiene. Pero ya, me quito. A ver si duermo un poco.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Postales

En el departamento de H y F.

H: Hay un violador en la zona. Hasta ha salido en la tele. Ya son cuatro las chicas a las que ha violado.
F: Hace un rato se me acabaron los cigarrillos y te juro que me daba miedo salir a la calle a comprarlos.
H: El tipo ese necesita una novia.
F: ¿Una novia? Un burro es lo que necesita.

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Perdidos en medio de la nada. En un restaurante de camioneros, tras haber perdido las esperanzas de hallar algo interesante que hacer en semejante pueblucho.

J (A la camarera): Disculpe, ¿no sabrá cuáles son los mejores boliches que hay por aquí?

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Hablando de A, un anticomunista extremo, en la pieza.

K: Yeah, I know. Just imagine: A being raped by Che Guevara.

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Sobre los 29 años de W.

W: Well, it's a bunch of kids left alone in the same place. There's no adults here.
Yo: Yeah, well. Except for you.
W: (...) Zing!... I'm not that old, dude.

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Una noche de sábado, frente al edificio.

K: You've got to learn more about women.

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En Mendoza, caminando.

Yo: Sí, aunque no lo parezca, suelo ser demasiado tímido con las mujeres. Es curioso que no suceda lo mismo con ustedes.
K: Yeah, we've being desexualized by you.

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En Mendoza.

J: ¿Qué preferirías: una mendocina o DIEZ medicinas?
Yo: ¿Qué? What the fuck are you talking about?
J: Son diez medicinas, amigo.
Yo: Una mendocina.
J: You're crazy, mate.

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Hablando sobre la igualdad de género en la búsqueda de mero placer.

A: Ese tipo de mujeres... son unas putas.
K: ¡A!
Yo: Jajaja.
K: Women enjoy sex too, A.
A: Son unas putas.

Lección doliniana

De La venganza será terrible del 23 de diciembre:

DOLINA (leyendo un mail): Ezequiel... dice: "Esta misma noche fui rechazado rotunda y amablemente por una señorita. Pasó por la vereda de mi casa, la llamé y me acerqué. Dijo, mirándome a los ojos y sonriendo, "no, gracias, no", y dio la vuelta. (...) (Con énfasis) Algo en sus ojos me decía que no estaba todo dicho..." (toca un Do grave en el teclado)
BARTON: Si le dijo no...
SILI: No insista, no insista...
DOLINA (pesadamente): No ponga en sus ojos algo... (y luego, burlón:) "Mientras me escupía en la cara, algo en sus ojos me decía..."
(Risas y aplausos)
BARTON: Además dijo que lo rechazó rotunda y amablemente...
DOLINA (lapidante): Déjese rechazar.
SILI: Ya está.
DOLINA: ¿Por qué es esto de no dejarse rechazar?
SILI: Cambie de vereda.
DOLINA: Claro. A mí cuando me dicen: "mirá, no te quiero ver más, andate de acá", ¡me voy! (...) No digo que (balbucea), no: chau.

martes, 16 de diciembre de 2008

Y que se callen todos, porque va a cantar Pape





Tristan und Isolde
Acto II: Escena del Rey Marke
Solista: Rene Pape
Conductor: Claudio Abbado
Orquesta del Festival de Lucerne
Lucerne, 2004.

domingo, 14 de diciembre de 2008




Il resto nol dico.

Io non ti vedo più, Susanna mia


Tristeza, evidentemente. Noche de despecho -público, I might add: es como si viviera en Vetusta, por la puta. Noche anterior: los cuatro en mi habitación: el triángulo de cuatro vértices: el cuarto, diríamos, toca la trompeta mientras los demás ejecutamos el baile. ¿Qué hubiera pasado si esta comedia se hubiese prolongado en una convivencia absurda? Hablando de Mozart: y yo haciendo, evidentemente, el papel del Conde. Io non ti vedo più, Susanna mia. El trompeta habla bajísimo con Susanna; la Condesa observa; el Conde se fuma un cigarrillo en la ventana. El Conde, ya un poco bebido, pregunta de qué hablan. El trompeta lo manda a paseo. Susanna lo mira: y en esa mirada, como respuesta a la pregunta anterior, se sintetiza la comedia. En su multiplicidad de lecturas, en el orgullo que ostentan tanto Susanna como el propio Conde. Más tarde se abrazan con frialdad. A la noche siguiente, antes de salir a Tierra-de-Nadie, Susanna se aparece. El Conde piensa: el hecho de ver a la persona de la que ya te has despedido para no volverla a ver unos minutos o una hora después, por pura casualidad, antes de que ésta parta, estropea y hasta ridiculiza las despedidas. Baja, le abre la puerta; se despiden en el tercero. Susanna le promete que se verán en el jardín, o en el sexto, que es lo mismo. Cuando ya está a punto de irse, le manda un mensaje diciéndole que no podrá subir, que ha sido un placer conocerlo ("...en serio"), y que se mantenga en contacto con ella. El Conde le responde que igualmente, y termina, un poco puerilmente, adjetivándola de "querida." Baja las escaleras y se une al grupo de kamikazes. La comedia tendría que haber terminado allí, pero el director zarandea la batuta nuevamente: Susanna baja y ambos personajes se encuentran por última vez, tras el intercambio sesgado de sensaciones, tras mensajes cifrados, tras ese "me rehuso hasta el final a decirte lo mucho que significaste para mí". Un poco perdidos, se miran; Susanna se despide de los payasos que la instan a seguirlos hasta Tierra-de-Nadie, con un grado de desdén que el Conde aprecia; se abrazan por última vez, muy mecánicamente, y acto seguido ella se va. Aquí tendría que haber pasado otra cosa para, como diría Fígaro, "finir la burletta lietamente e all'usanza teatrale": el Conde tendría que haber cruzado la acera, haberla detenido y haberle dado un largo y ridículo beso: allí caería el telón y el final hubiese colmado las expectativas de un público más bien mediocre. Y el Conde lo piensa, mientras su espalda se aleja: lo piensa. Las cosas, sin embargo, ya están dadas: su orgullo se lo impide, además de la ridiculez intrínseca de semejante situación. Las cosas ya están dadas, repito: ya está. Y no se arrepiente de su decisión, no: lo que hace es sumirse de lleno en la jungla y hacer lo que su cuerpo le indica. Y lo hace.
Pero la comedia ha terminado ya. Algo muy literario, que ha exigido de nosotros nuestras mejores actuaciones para estropear tan maravillosamente las cosas. Un juego de silenciosas consecuencias, de mecanismos secretos, de incongruencias innumerables. Uno a uno, han ido cayendo como moscas: y mi número es el siguiente. Personas que no volveré a ver, y viceversa. Y Susanna. Mi adorada Susanna, inalcanzable ya.

Sí, ciertamente la tristeza. No ha sido una comedia tan mala, sin embargo, ¿verdad, caballeros? ¿Verdad, Susannetta cara?

lunes, 8 de diciembre de 2008

Algunas anotaciones sobre el Tristan de Heiner Müller




Anteayer, paseando por El Ateneo en Santa Fe, encontré sin querer queriendo la versión en DVD de Tristan und Isolde dirigida por Heiner Müller, que Deustche Grammophon editó este mismo año. Desde luego, ya había leído numerosas críticas (muchas de ellas positivas) y sabía más o menos por dónde iba la cosa; incluso he mencionado al buen Müller, el dramaturgo alemán radical más respetado desde Brecht, en algún post aquí. Y hasta tengo un librito de Müller por ahí que me falta leer. En fin, la cosa es que compré el DVD: el mismo día vi el primer acto y, ayer, el segundo. Tengo la intención de hacer un post mucho más detallado y organizado sobre esta experiencia, pero también sobre otros montajes que he visto: uno de Levine, en el Met, con Heppner como Tristan (no recuerdo quién era el director), y otro conducido por Barenboim y dirigido por Jean-Pierre Ponelle. Hay una cuarta versión que planeo ver cuando regrese a Lima, que se estrenó el año anterior en el Teatro alla Scala de Milán, conducida también por Barenboim y dirigida nada más y nada menos que por Patrice Chéreau. Ésta última debía editarse en DVD este año, pero según Amazon, y quién sabe por qué, ha sido descontinuada meses antes de su puesta a la venta. En fin, anoto ahora algunas cosas, antes de que se me olviden, y ya.

Primero, el hecho de que Patrice Chéreau declinó la oferta que Wolfgang Wagner le hiciera para dirigir esta versión de Tristan. Estamos en los noventa, y Chéreau prácticamente acababa de montar la tetralogía completa de El Anillo del Nibelungo para el Festival de Bayreuth: con una elegancia que quería maquillar su justificado cansancio, declaró: "Tristan no puede ser montado; es una radio-play." Entonces Wolfgang le ofreció el trabajo a Müller. De La Scena Musicale saco la siguiente información:

He thought I was crazy since he had no experience of staging opera, little knowledge of music in general and of Wagner in particular… he was much more of a visual person than I had expected, and together with Erich Wonder, he developed a presentation of the work which heightened the claustrophobic nature of the drama to a remarkable level. Muller’s realization gave the impression that there was no way out… no way to escape the chromaticism of the score, itself a musical maze of half resolutions ad infinitum.

que el blogger extrajo de la autobiografía de Barenboim. Resaltemos su nula experiencia en montar óperas, su carácter de "persona visual" y lo de la claustrofobia.

Lo otro es la famosa cita de Müller al respecto de su montaje. Intentaré citar de memoria. Alguien le pregunta por el asunto del Liebestod en Tristan, esto es, la realización del amor en la muerte, a lo que Müller responde: "Tonterías. Romanticismo en el peor de los sentidos. Es cierto que existe un deseo por la muerte en la ópera, pero esto no es otra cosa que un deseo de seguir viviendo. Nadie realmente anhela la muerte." Resaltemos también esa frase.

Otra cosa: el famoso segundo acto, y en particular la Noche sagrada del amor. Tristan e Isolde, en la versión de Müller, no se tocan (salvo una vez, en que Isolde pone su mano encima de la de Tristan, sin que él se inmute). Y esto ya es una cosa inaudita: ésta es la escena en la que ambos se declaran su amor y en que hacen el pacto de muerte. Recordemos también lo que decía Yamamoto, su encargado del vestuario (cito también de memoria): "Müller quería crear una nueva forma de montar óperas. Me ordenó que rompiera todas las reglas, y yo hice mi mejor esfuerzo en cumplir su deseo."

Lo que nos lleva al vestuario y al escenario. Éste último es de un minimalismo exquisito: tendrían que verlo para saberlo. Vestuario y escenario se funden en uno, junto al movimiento, como si de un cuadro vivo se tratara. La esencia de cada acto (según la entiende Müller) se captura a través de colores: en el primero predomina un anaranjado como de atardecer; en el segundo, el azul; en el tercero, el gris. Los vestuarios y hasta el color de cabello de los personajes mutan con respecto a las tonalidades de cada acto. Cada color posee un concepto: el anaranjado del primer acto representa la luz del mundo, que vuelve ciegos a los hombres y los conduce a la conquista de lo vano (en especial, el honor y la fama); el azul representa la noche, la noche en la que Tristan e Isolde descubren el verdadero mundo, desvanecido ya el obstáculo que representa la luz, la verdadera vida fundamentada en el amor; el gris representa la pulverización: la muerte de Tristan e Isolde. La característica más sobresaliente de los vestuarios -para los hombres, una especie de abrigo largo y negro (a lo Matrix), y para las mujeres un vestido también largo y negro, ambos con hombreras enormes, típicas de la moda de los 90- es esta especie de tubos delgados de plástico sobre los hombros y a la altura del mentón, que rodean sus cabezas a modo de una aureola caída. Y en efecto: alguien ha visto (no recuerdo quién) en estas cosas una aureola caída que representa la ruptura de Müller con la tradición romántica. Me gusta esta lectura, y a ella, sin negarla, le sumaré una más evidente: esas "aureolas" representan el honor de los personajes. Y aquí está la clave de la interpretación de Müller: el honor. Esto lo deducimos cuando notamos que cada vez que los personajes expresan su vergüenza (Isolde en el primer acto, Marke en el segundo), los actores envuelven con ambos puños estas aureolas, (lo que en sí mismo conforma un leit motiv visual, ¡bravo, Maestro Müller!, ¡y usted que decía que no sabía nada de la música de Wagner!) la cabeza baja, como si estuvieran aferrándose a su honor; lo deducimos, además, al ver la aureola de Melot en el segundo acto, totalmente deformada y de un color rojo sangriento, y la de Brangäne, no deformada pero pequeña en comparación con la de los demás. Es significativo que apenas la pócima del amor hace efecto en el primer acto, Tristan e Isolde se quiten los abrigos y, con ellos, se desprendan de sus aureolas: han sobrepasado el mundo de los hombres normales, los hombres que viven en el mundo del día y que están sometidos al engaño de la luz (esto es fenomenal, como una inversión del mito platónico de la caverna), para remontarse al de la noche, el mundo carente de engaño en donde reina únicamente el amor. El honor ya no es nada para ellos, de manera que las aureolas desaparecen para no volver. También está presente el honor en ese desconcertante cúmulo de armaduras vacías. En efecto, en el segundo acto vemos que Müller, para representar el jardín a las afueras del palacio de Marke ha utilizado un conjunto de armaduras vacías (petos, para ser precisos), ordenadas en varias filas, como si fuera un bosque de armaduras. No es difícil darnos cuenta de lo que esto significa: el jardín ha sido trocado por un cementerio. Precisamente, un cementerio del honor, el honor que los hombres -como el Tristan del primer acto- ganan a través de numerosas batallas.

En fin, creo que eso es todo lo que he descubierto hasta ahora. Me resta aún ver el tercer acto, ya lo haré pronto. A decir verdad, tampoco he visto el tercer acto de la versión de Ponelle. En fin, nos veremos, chavales del inframundo.

martes, 2 de diciembre de 2008

Sacralidad. Pienso en Tristan und Isolde, la noche sagrada y el Liebestod. Pienso en el sacrificio de Elisabeth en Tannhäuser, en los cánticos de los peregrinos a la luz del alba y el grito eufórico de Heinrich. Pero también pienso en la idea del honor, en el seppuku planeado y ejecutado por Yukio Mishida, en la nobleza del honor, en el lamento de Friedrich al perder la batalla contra Lohengrin; en la muerte un poco ridícula del marido de Irina en Tres hermanas, o más bien, en la frase despojada de cualquier sentimiento del tío, como quien dice que va a llover, "Mataron a tu marido en un duelo".
Vaya, pero yo estaba pensando en lo sagrado. La sacralidad. Ya conocemos los entretelones del giro copernicano y el antropocentrismo, si la palabra existe. Después (¿vino algo antes?) llegan los románticos, apuntando su brújula al Oriente: de súbito, lo sagrado se haya en la naturaleza. Sagrado: misterio. Sagrado: un más allá del hombre. Algo humano, pero a la vez mayor, algo que lo trasciende. Arden las iglesias; las cabezas de los talleres se desplazan a las fábricas; un lúgubre narrador relata los mil oficios de la gente de la noche, gente que draga las inmundicias de los barrios londinenses bajo la complicidad de la luna. Dos guerras más tarde, caído el gran Muro, bajo la ficción del turbocapitalismo y con un único mito global estampado en un papel verde, ¿dónde ha quedado la sacralidad? Un amigo me respondió "el dinero", pero si bien nuestra sociedad le rinde culto al dinero, éste carece de ese trascender-al-ser-humano; nada más material que el dinero, después de todo. Sacralidad: misterio; en el dinero no hay misterio (aunque sí hay fe). Aventuro una respuesta: el amor. Debo haber citado más de una vez al buen Tomás Segovia y a su prólogo a la traducción de la obra de Nerval: carajo, si en algo persisten los mitos románticos es en esto, en el amor. Romeo y Julieta, Tristán e Isolde: ¿no suena a toda esa mierda gringa del the one? No creemos en Dios, pero creemos -o aún queremos creer, que acaso sea más significativo- que existe alguien out there que nos espera y bla, bla. Que el sentido de nuestras vidas se encuentra el amor; que nuestras vidas tienen, efectivamente, un orden dispuesto por una ley que trasciende este mundo, el orden universal del amor, etc. ¿O es sólo, acaso, que creemos que el amor nos conducirá a la felicidad? ¡Ah! Necesito leer más, saber más. Estoy tan cansado. Mi búsqueda sólo refleja mis carencias, desde luego. Hay que encontrar una forma de ordenar todo esto y darle cierta persuasión. Hay que explicarle a una chica que le escribí ese mensaje borracho, totalmente borracho. Hay que volver a abrir los libros de economía. Si te soy sincero, mi querido y nunca bien ponderado 'Julito' (¡ach!), estoy agotado de esta ciudad. Exhausto de compartir mi cuarto, de tener que ver las caras de tantas personas todos los días, de tener que despedirme de mis amigos para siempre. Desde luego, hemos recuperado cierto equilibrio: ya no tenemos que estar borrachos todos los días para no sentirnos miserables. Podemos mantener el buen humor: la válvula de la pena negra parece haberse cerrado casi del todo. El recuerdo nos sigue autosaboteando, ciertamente, pero, ¿cómo estar molesto, si sólo recordando sus cositas sonrío como un infeliz? Ah, pensar chi'io non ti vedo più, Susanna mia. Felice te che puoi vederla quando vuoi. Y eso. A decir verdad, ya no veo la hora de regresar a esa ciudad de mierda que es Lima. Minuto de confesiones: estoy cansado. Necesito mi cuarto, mi bici, el parque ese que queda en Miraflores y su pequeña biblioteca, carajo, un refugio, un lugar de descanso para poder aplicar las reformas que tengo en mente. Y, ¿lo diré? Mis amigos. Pero a la vez lo que deseo lo deseo por un brevísimo tiempo, unas semanas que me ayuden a recomponer el desastre que fui hace unos días y que, claro, aquí no puedo ordenar con rigurosidad. Extraño mis cosas y a ciertas personas de Lima con una nostalgia de tiempo limitado, con fecha de vencimiento. Planeo comer mucho, ser muy feliz con mis amigos y mi familia, leer a montones (todo lo que no leí aquí, mientras me iba a la mierda, mientras amaba, mientras estaba ebrio o drogado, mientras estudiaba con frenesí, mientras era feliz en una cabaña en medio de la nada, mientras una mujer me rechazaba reiteradas veces, mientras le decía "pato" a un apostador inglés y él respondía "me estás cargando, amigo", mientras imitaba los sonidos que hacía un amigo, mientras desdeñaba a medio mundo o caminaba perdido por el centro, buscando un ruso blanco o un superpancho, mientras visitaba museos, mientras lloraba en las plazas, mientras viajaba en subte, mientras escuchaba a Dolina en Paseo La Plaza, mientras fumaba en los balcones, mientras bailaba sin gracia en los boliches, mientras hacía las colas en el supermercado, mientras cocinaba para mis amigos, mientras me amanecía sin razón alguna, y etc., etc., etc.), aprender cosas nuevas y, cuando haya terminado la pequeña curación, volver al viaje, conocer más. Sí. Pero ahora me voy a dormir.

viernes, 28 de noviembre de 2008

¡Peregrinaje wagneriano 2009!

Y hablando de la maravilla que es Tannhäuser, me entero, con un mes de retraso, de la publicación de la temporada 2009 del Teatro Municipal de Santiago de Chile: para junio estrenan Tannhäuser, con un reparto, según dice nuestro amigo Gonzalo de Maldito candelabro, de primera. En mayo estrenan La Traviata, además de otras cosas interesantes, como una de Shostakovich y Turandot, de Puccini. Me encantaría ir a ver todos los títulos, especialmente el de Verdi, pero no tengo tanto dinero, por Dios: acabo de acudir al conversor de monedas y las entradas más caras están por sobre los 1000 pesos, que es lo mismo que decir que superan las 1000 o 1200 lucas. Ni modo: tocará ahorrar. Parece que en junio del próximo año me voy a Chile, sólo para ver Tannhäuser, con suerte en la primera fucking fila. Sí, no me pierdo un estreno de esa magnitud por nada: según dicen, el título no está en carteleras chilenas desde hace 15 años. En fin, aunque la hubieran montado este mismo año, igual iría. Es Wagner, por Dios. En vivo. Ah, vale la pena seguir viviendo.

Post mientras-espero-que-baje-ópera (ii)

Ayer estaba tan, pero tan borracho que uno de mis amigos me negó y me di cuenta que tenía que parar. Esta semana contará como gran competidor para el primer lugar del "peor período de mi vida". Casi toda la semana he estado borracho y no he dormido. En fin, no ha sido tan malo. No, porque generalmente la depresión -una tristeza que terminaba inundando todo- llegaba por las noches; por las tardes tenía tiempo para estar resaqueado y hasta avanzar con los resúmenes de historia. Pero llegaba una hora, acaso específica, en la que cerraba el computador, me arrastraba a mi cuarto y empezaba a beber como... no sé, como algo. Ahora sólo estoy cansado, un poco feliz porque no hace calor, porque he terminado en buenos términos mi pequeña aventura, porque poco a poco comienza a remitir la furia. Ah, ayer estaba tan furioso. Aún no anochece aquí, aunque son las 8:20 pm. Hoy he dormido mucho, he trabajado mucho. Me siento cansado. Me duele la garganta de tanto fumar.
He aprendido muchas cosas esta semana, tantas que mi cabeza ha entrado un poco en crisis.
También me la he pasado escuchando ópera. Fui a una representación de Las Bodas de Fígaro en Av. de Mayo: para qué, estuvo muy bien. Vi también a la Berliner Symphoniker interpretar en el Obelisco la obertura de Tannhäuser, la primera vez que escucho a Wagner en vivo. He escuchado este mismo título, de una sacralidad frenética, que me da ganas de escuchar esa grabación desnudo, como Blake cuando leía la Biblia. Escuché Tosca y si bien Puccini sigue sin gustarme -aún me sigo preguntando por qué-, debo admitir que ese segundo acto es pretty damn good. Qué será, esa ópera es tan violenta, y ese Scarcia tan villanazo... Qué se yo. Me decía hace un rato que he llegado a un punto en el que sé lo que busco de la ópera, y que mis opiniones posiblemente no iban a cambiar en el futuro: ¡Qué soberbia! Aún así, sigo diciendo -y habiendo escuchado ya completo al menos uno de sus títulos mayores- que Puccini está sobrevalorado. Comencé también a escuchar Dido & Eneas, de nuestro amigo Purcell, aunque ya estaba muy borracho en su momento como para decir algo válido sobre esto. En fin, sólo diré que "When I'm laid in Earth", la famosa aria -o lo que sea- de Dido, es posiblemente la pieza musical más conmovedora (como la musicalización del llanto) y a la vez una de las más bellas que he escuchado jamás. Ahora bajo un poco más de Wagner, Lohengrin para ser más exactos. Es bueno tener tiempo para escuchar a Wagner, abandonar un poco a Mozart y meterme en cosas distintas. Quisiera escuchar más a Verdi, sí, pero también a otros compositores que no conozco: Adams, Britten, Haendel, incluso a Meyerbeer o Salieri o qué sé yo. Muchas ganas de escuchar más y más ópera. Pero ya, estoy exhausto.

martes, 25 de noviembre de 2008

Post mientras-espero-que-baje-ópera

Sí: 3 semanas de mierda. Pero así: de mierda. No, no, así: de mierda. Sí. Tres semanas de multiplicadores, de ofertas agregadas, de soluciones inflacionarias, pero también de matanzas múltiples, de paridades cambiarias ilusorias, de sindicalismo y de democracias a medias. El calor que hace aquí es insoportable. El viernes pasado rendí ICSE; el jueves, como quien diría, perdí las Malvinas (se me acaba de ocurrir esto y me recontracago de risa). Regresé con una furia que no me siento capaz de siquiera intentar de describir. Sí, otra vez, recorrer Corrientes en llamas. Como la portada de Wish you were here: sí, ya he perdido la cuenta. El jueves, sí. El viernes tenía parcial. Y el jueves tenía ganas de matar a alguien. Pero también de arrojarme a llorar. Sí. Digo, no os confundáis, chavales: claro que no fue por eso. Haría falta desnudarme aquí para dejarlo claro, como todo lo que escribo aquí. Pero que quede claro: no fue por eso. Fueron situaciones tangenciales, digámoslo así. Sí: situaciones tangenciales. Sí. Me acosté a las tres o cuatro, quizás a las cinco: fueron cuatro horas en las que mente seguía racing y mi corazón en un movimiento pendular, dialéctico, entre la furia y la depresión. Me levanté, las manos -literalmente- temblando, en parte, sí, por la combinación mate-café. Me senté frente a las mamparas, Buenos Aires apenas amanecía. Me fumé un cigarrillo (¿cuánto habré fumado esa sola noche?), encendí mi computadora. Mozart. Os lo juro, chavales, os lo juro: la felicidad fue abrumadora. Como Huxley ante los efectos del peyote, creí haber aprehendido la esencia. Tampoco me siento capaz de describir esto. Mi corazón desvelado -"¡Mi corazón lleno de tabaco!"- apenas soportó esa explosión de belleza: me fui a dormir. Desperté, estudié frenéticamente, apenas sosteniendo mis propias trizas. Sí. Tomé un taxi, llegué a Cs. Económicas, rendí. Salí, me dirigí al supermercado, compré dos botellas de Malbec de diferentes marcas. Llegué a casa. Procedí a autodestruirme sistemáticamente. Sí. En algún punto me desmayé. Cuando desperté seguía ebrio, y seguí tomando hasta que una de mis amigas me quitó la botella y tuve que dormir. En algún momento salí solo a la calle, aunque de esto no recuerdo nada. Al siguiente día desperté, tuve unas horas de resaca, salí a un bar -el equilibrio me fallaba, si mal no recuerdo- a por White Russians. Me encontré con unos amigos, estuve con ellos. Tres White Russians más tarde estaba ebrio de nuevo. Regresé con estas personas a casa, me encontré con otro amigo, salían a un boliche, yo dije qué chucha y ya estaba en un taxi, y luego abrazando a dos amigas que me invitaban a su departamento a visitarlas, y luego en la fila, sin medias y con shorts, y el gorila diciéndome "volvé a tu casa, boludo, así no podés entrar", y luego dos amigos, y el taxi, y el cuarto. Llegamos, digo, a casa: yo salí a por otro White Russian. Cuatro de la mañana: un bar abierto, gracias a Dios. Un White Russian. ¿Qué? Carajo, que un White Russian. ¿Eh? Un ruso blanco, won. La gente me miraba, no me sorprendía. Me limité a sorber mi Russian, medio trucho porque lo habían hecho con Tía María y no con Kahlúa, en fin, verdaderamente shit-faced. Y vaya, salgo, compro un superpancho -el mejor de mi vida-, y regreso. A dormir. Ocho horas más tarde, y dos más de resaca, salí al supermercado: compré Tía María (nadie vende Kahlúa, man), un vodka horrible, leche, y volví. Esperé un rato, en realidad no me sentía muy bien. Sí. En la noche saqué un vaso, mientras uno de mis amigos preparaba tacos, hielo, TM, vodka, leche, ¡ah: White Russian! Un vasito mientras cenaba, otro más mientras escuchaba a Mozart en mi cuarto, y luego mis amigos y más rusos, rusos sin parar, hablando de la democracia, de economía internacional, de las minas de Paraná, que se supone que son tan, pero tan fáciles, boludo. Sí. Y en fin, ayer apenas pude despertar. Fui a Caballito, Filo, me recibió una vieja desesperadísima, apenas pude insistirle porque apenas, en general, podía estar parado. Regresé, línea E en Mitre, Premetro en Jujuy, línea A. Me desmoroné en mi cama, pero no pude dormir. Bajé al tercero, busqué algo de ópera, bajé Tannhäuser. Recién hoy lo he terminado y mierda, Wagner es un verdadero Dios. Y el drama de Tannhäuser indescriptiblemente conmovedor. Ahora bajo Puccini, con Callas. Y Purcell. A ver si me desmorono de nuevo escuchándolo. Sí, a ver si me desmorono de nuevo.
Pero ya bajó Dido y Eneas. Adiós.

sábado, 8 de noviembre de 2008

Post nerdo y tela

Hoy rendí IPC en el culo del mundo (última parada de la 37; qué les digo para regresar, una cola de una hora bajo un calor de lagrandísimaputa) y, de pura presión (digo yo, ¡una hora no basta!), confundí las implicancias de las matemáticas no euclideanas de Riemann y de Lobachewski con las de la teoría de conjuntos infinitos de Cantor. Duh! Y la cagada, allí se fue al menos un punto. De puro huevón, les digo: ¡si las consecuencias para las matemáticas del teorema de Gödel y del teorema del exceso de Cantor son las mismas! Les cuento un poquito, ya que estamos en esas. Resulta que este patita, Euclides, escribe un libro llamado Elementos de geometría en el que ordena toda la geometría a través de una axiomática perfecta y rigurosa, lo que viene a ser que, a través de la razón, Euclides genera axiomas (cinco axiomas, cinco) que sirven de base a todo teorema geométrico. Esto apunta al saber absoluto postulado por Platón: un único saber autónomo y autofundamentado que abarca la totalidad del conocimiento. Euclides había dado el primer paso hacia ese ideal. Pero como nunca falta un aguafiestas, un día en el que seguro no había mucho que hacer el ruso Lobachewski se pregunta: ¿qué pasaría si, sólo por huevear, niego el quinto axioma de Euclides ("dada una recta A y un punto P exterior a A, sólo podrá trazarse una única recta paralela a A a partir del punto P"), postulando que pueden trazarse no una, sino infinitas rectas paralelas a A? ¿El sistema geométrico resultante sería inconsistente (es decir, ilógico)? Pues vete tú a saber, la geometría resultante era perfectamente consistente: nace la geometría hiperbólica. Un experimiento parecido hace Riemann, veinticinco años después del chiripazo de Lobachewski: niega el quinto axioma euclideano postulando que no puede trazarse ninguna recta paralela a A. ¿Y qué sucede? Lo mismo: geometría perfectamente consistente. Es esta geometría, la riemanniana, la que usará Einstein para sustentar su teoría de la relatividad. En fin, las matemáticas han perdido así, por dos chiripazos, su estatus de representante unívoco de la verdad de la naturaleza y la esencia de las cosas. La razón descubre que no puede dar cuenta de la verdad, sino sólo generar sistemas consistentes.
Cantor, por su parte, manda a la mierda a Aristóteles y su infinito inabarcable trabajando -ojo al piojo- con conjuntos infinitos en matemáticas. Sí, lo que oyen: Cantor toma todos los números naturales, genera un conjunto con ellos y hace operaciones. Define un conjunto infinito como aquel conjunto que puede ponerse en correspondencia uno a uno con un subconjunto propio de sí mismo. Digamos que tenemos el conjunto de los números naturales, cuyo subconjunto es el de números pares: ambos estarán en correspondencia 1-1, o lo que es lo mismo, el todo será igual a una de sus partes. Pero Cantor llega más lejos: postula que dado un conjunto infinito, será posible construir otro conjunto mayor que el conjunto infinito de partida. Digamos que el primer conjunto es el de números naturales, y el segundo el de los reales: aquí, una de las partes es mayor que el todo. Esto sucede porque el conjunto B generado siempre tiene un número más que el conjunto infinito de partida A, número paradojal que es precisamente el que permite construir el nuevo conjunto. Al conjunto A, pues, siempre le faltará un número: su sistema no logrará explicar la totalidad del conjunto. Podríamos generar un conjunto B que explique ese vacío del conjunto A, pero éste conjunto B, a su vez, poseería un vacío que su propio sistema es incapaz de explicar, y así sucesivamente. Éste es el teorema del exceso, y apunta al hecho de que todo sistema es incapaz de explicar la totalidad de los enunciados generados dentro de sí mismo. Ya habíamos dicho que Platón soñaba con un saber que pudiese explicar la totalidad de las cosas. El buen Cantor, que murió internado en un sanatorio enloquecido por sus hallazgos, demostró que esto era una quimera.
Lo que nos lleva a Gödel y a Heisenberg. El teorema de Gödel atesta otro piñazo al sueño platónico, y puede resumirse en que toda teoría formal que sea consistente es incompleta, puesto que siempre hay un enunciado S indecidible en ella, de tal modo que S y no-S no son demostrables en la teoría. El precio de la consistencia lógica es el de la incomplitud (si existe esa palabra...); a su vez, una teoría completa será necesariamente inconsistente. El principio de incertidumbre de Heisenberg, por su parte, apunta más o menos a lo mismo, en el campo de la Física. En resumidas cuentas, Heisenberg prueba que la velocidad y la posición de una partícula no pueden medirse simultáneamente sin error: mientras queramos medir con más exactitud la velocidad de una partícula, menos información tendremos sobre su posición, y viceversa.
Así pues, todo sistema está condenado a ser incompleto y a no poder jactarse de ser un vehículo de verdad sobre las cosas. El sistema da cuenta de una perspectiva sobre la cosa: puede ser coherente o no, pero jamás podrá aprehender la cosa en sí misma (K-K, Kant), ni mucho menos hacer aseveraciones de verdad o falsedad. ¡Y a nosotros que nos enseñaron que las matemáticas eran inmutables, a-históricas, neutrales y perfectamente objetivas! Pues ya ves, chamaco: te metieron la rataza. Ni la ciencia, con su bienamada razón, puede decir pío sobre lo que sucede alrededor. And you were talking about morality...
Sí, sí, igual voy a sacar una nota baja por huevón. Yo sabía todo esto, pero ya ven, soy una víctima del sistema educativo. Si al menos hubiera comprado medialunas, previendo el hambre antes del examen... Pero ya ves. ¿Quién carajo hace un examen final de una hora? Y ni les cuento la clase de fantasías que recorrieron mi mente trasnochada por la tarde, mientras intentaba leer sobre las golondrinas de Plaza de Mayo y la represión de la dictadura militar de los 70s. Puta, dormido en la biblioteca, abrumado por un pazzo piacere: despierto y me deprimo pero con concha. Mi lapicero y mis fotocopias, el tablero en diagonal, la lámpara compartida, las ventanas, el cielo azul. La puta realidad. Hijueputa vida. Y nada. Salí, me tiré a dormir en un parque que daba a la Av. del Libertador, la caravana de animales de lujo, las blusitas y las cabelleras rubias, las sonrisas tentadoras. El sol en toda la cara ("En la cara me pega el sol..."). Volví, salí a comer, tuve una conversación amena, me subieron el ánimo, que estaba por los suelos. Estudié más, me dieron ganas de hablar francés pero no logré hallar a Stephanie, terminé una botella de Malbec, Joe rompió un vaso y nos pasamos media hora recogiendo las esquirlas. Y ahora, 2:46 am, sin sueño. Qué cagada.
Pero, ¿para qué les cuento estas cosas? Yo quería hablar del amor y de la secularización y del mito y esas huevadas. Del libro de Roth que encontré por Corrientes (aunque esto creo ya haberlo mencionado), de una copia facsimilar de Book of Kells que vale como 400 pesos y que tendré que robarme como sea, y en fin. Pero ya, tengo sueño y mañana debo estudiar economía. Buona sera, que el sueño no espera.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Post lleno de fiaca pero con final feliz y optimista

Qué ganas de hacer nada. He bajado un par de pisos en busca de la Web, después de abandonar un texto del Iluminismo excesivamente psicoanalítico. Que el goce reprimido, que la aleniación del pensamiento a través de la técnica, que la incongruencia del Yo y la utopía de la unificación de las ciencias -gimme a break, ¡por Dios! Esto ya parece un puto curso planeado por Krebs, ese won que tuve de profe hace unos... ¿años? Ah, qué tristeza. Dolina: "todo lo que le recuerda a uno el paso del tiempo es causa de angustia". He comprado un disco de Gundula Janowitz y uno de Purcell como regalo de cumple atrasado para mí mismo (hablando de tristeza). El primero me causa una indiferencia preocupante, que me deprime aún más. Aunque confío en que esto cambiará pronto, total, no es como si ahora estuviera con una buena disposición para el arte de alto vuelo ("hay que estar siempre cóncavos", decía el viejo González Vigil, con una sonricita de complicidad, elevando los brazos hacia el cielo, sin recalcar cuán difícil es mantener esa concavidad en el día a día. También, cuando mandaba a leer algún ensayo de su autoría para las materias, decía: "la vejez me está volviendo descarado". Ah, cómo extraño al viejo González Vigil, las excentricidades de González Vigil, su pasión por la literatura y su sabiduría que parecía abarcar la totalidad de la historia. Qué tristeza.) Del de Purcell escuché sólo el Te Deum y me cagué de risa. Confío también en superar esto. Pongo de nuevo "In diesen heil'gen Hallen", interpretada por René Pape. Qué belleza. El alemán de las óperas me causa esa sensación que seguramente tenía el vulgo del Medioevo cuando escuchaba una misa en latín, esa sensación de estar frente a algo desconocido y, por ello, sagrado e inaprensible. Frente al "Misterio", diría Macedonio Fernández, sin referirse precisamente al luchador mexicano. En parte, digo, porque no sé un carajo de alemán (aparte de "ich", "scheisse", "tod" -curioso: sé decir "muerte" en al menos 5 idiomas- y "Gesamtkunstwerk"), pero sobretodo porque la música del buen Mozart es indescriptiblemente genial. Vamos, ¿cómo no retorcerse como puerco escuchando, por ejemplo, el alemán de los últimos versos del primer acto de Die Walküre? Puta, es imposible. Imagínense nomás qué podría sentir un pobre tipo ignorante como yo, perdido en medio del siglo XVIII, con el paradigma cristiano struggling pero aún vigente, escuchando "Exsultate, jubilate" en una misa de una pompa digna del oscurantismo... Puuta...
Escuchando ahora "Giunse alfin il momento", del cuarto acto de Fígaro. Recuerdo cuando vino a mi cuarto buscando este track para una de sus clases, cuando todavía no me gustaba. Me decía que era una versión rara; en realidad, no es tan buena como los bróders del Deustche Grammophon quieren hacer creer. La Netrebko estará más buena que el pan, pero no está a la altura de las circunstancias en esta aria. En fin, cosas que no le interesan a nadie más que a mí, sí, sí, se supone que lo prometí. En fin.
¿Qué más? Hoy por la tarde tuve una petite iluminación y culminé el esquema de mi dramita teatral. El final está bueno. La cosa comenzó como cuento -cuya idea fundamental salió de un pequeño concurso con Jeremy que al final no se concretó- y terminó como un drama para cuatro actores, acaso cinco, dos roles protagónicos y dos de reparto. Ahora sueño con que algún día la protagonice Paul Vega. ¡Sería maravilloso! El rol le queda a pelo. Las segundas opciones, nada desestimables por lo demás, serían Leonardo Torres Vilar (hijo) y Rómulo Asseretto. Pero el perfecto sería Vega, con ese aspecto ascético y los aires de loco que puede lograr, con ese talento tan admirable. Y el otro protagónico... ¿Gisela Ponce de León? ¿Wendy Vásquez (no me he olvidado de La Prueba, no, no)? ¡Ah! Tendría que ser una chica joven: más aún, el contraste de edades -que hasta este momento no había tomado en cuenta como variable- sería demasiado chévere. Puta, ya sé: optimismo excesivo all over again. "Adam Smith" me dicen los choches del barrio, jajajaja. En fin, como decía un amigo, "soñar no cuesta una mierda". Apenas acabe de rendir los finales comenzaré a escribirla, feliz y contento.
Mañana toca ir a comprar las entradas para el FILBA. Qué joda, seguir estudiando esas mierdas de Antropología, que Boaz y que el racismo es malo, etcétera. Después tocan cosas más chéveres: una pequeña historia de las matemáticas (toca leer el libro completo algún día), el principio de incertidumbre de Heisenberg (que ya vi con el buen García Calderón... ¡Ala! Cosmología ABP. ¡Qué mierda! Tenía un grupo tan cagón que al final terminaba haciendo los trabajos yo solito. Una vez escribí un trabajo apurado con una letra pequeñísima y totalmente ininteligible. Al día siguiente llega García Calderón y nos dice: "Me he pasado toda la noche tratando de descifrar ese trabajo. No me digan quién escribió eso, porque si me entero lo jalo. No me lo digan." Me gustaría haber biqueado ese curso, sólo por el placer de tomarlo una segunda vez y sin modalidad ABP. Hubiera sido fantástico), un fragmento del libro de Stephen Hawking, ese tipo de huevadas. ¿Llegamos a ver a Cantor en Cosmo? No lo creo. En fin, esa materia me ha brindado muchas alegrías: he recordado las aventuras de Bruno, Kepler y Galileo, he conocido las teorías económicas y descubierto su pertinencia para entender la concepción que tiene el hombre sobre sí mismo, he conocido al hijueputa Cantor, he leído a gente muy chévere como Gastón Bachelard y Alexander Koyré, en fin, un sinfín de aventuras nerd del pensamiento. Ayer o anteayer pensaba en que deberíamos mandar a la mierda las carreras de individuales de las humanidades (sobretodo filosofía y literatura; quizás también antropología, sociología e historia, aunque dos de ellas no pertenezcan a humanidades) y crear una licenciatura en Humanidades que dure de siete a diez años. Ese profesional tendría, si se aplica, una concepción total de cultura y sociedad, en vez de un conocimiento fragmentario: conocería el proceso de ideas atravesado a lo largo de la historia de la filosofía, sabría de economía y podría analizar situaciones como la actual y formular una opción cabal, conocería el proceso histórico, y la generación de cultura y los diferentes significados de los conceptos en el imaginario colectivo a través de las diferentes épocas, tendría nociones de la formación histórica de los grupos sociales y su interacción con otros, en fin, estaría en una posición como para ejercer una super-docencia, en el peor de los casos, y en el mejor y más relevante, de asesorar al Estado en sus distintas funciones. Su utilidad sería enorme; aún más, sería imprescindible. Carajo, necesitamos gente que pueda hacer formulaciones lúcidas sobre el estado actual de las cosas, que pueda brindar alternativas de solución cabales tomando en cuenta todo este conocimiento, imprescindible para decir una sola palabra coherente sobre lo que sucede en el mundo. La consecuencia lamentable de la tradición de la división del trabajo es, en el campo del intelectual, el conocimiento fragmentario de la realidad. ¡Y hay pequeños huevoncitos que se jactan de saber mucho porque han leído dos o tres libros! Mierda, hay que revolucionar la educación. Si hay algo que he aprendido aquí en la Argentina, aunque apenas haya llevado materias por menos de seis meses, es que la educación peruana necesita tener una reforma de pies a cabeza. Por mencionar un par de cosas: el Estado debe inyectar de subvenciones a las universidades nacionales y elevar su prestigio perdido, hacer campañas itinerantes e incesantes de alfabetización, estimular la docencia con buenos sueldos y mantener un nivel alto de excelencia. Carajo, elevar la inversión de PBI en educación, por Dios. Con universidades nacionales de alto grado de excelencia, con una estimulación de la investigación en ellas, no sólo hacemos accesible a todas las clases una educación superior, sino también estimulamos el avance tecnológico y el mejor aprovechamiento de los recursos: elevamos la productividad de la economía, por Dios. Desarrollo de la técnica, desarrollo de la industria. Educación.Una educación en la que cada materia esté ligada, digamos, al final de cada unidad, con lo que está sucediendo en el país, una aplicación de la teoría ya estudiada a la realidad nacional, y un estímulo para que el educando siga buscando respuestas y, sobretodo, planteándose las preguntas de relevancia. Una educación que incentive la acción política, que cree posiciones lúcidas frente a lo que sucede. Una formación con miras a actuar sobre el devenir del propio país.
Puta, ya me pasé de la raya. Acabo de regresar de La Americana con Francisco (el combo clásico: espinaca + criolla), y como ya no tengo hambre, no me interesa seguir hablando de estas huevadas. En fin, la educación superior pública en Argentina, valga esto como conclusión, es verdaderamente mejor que la privada en Perú. Pero hay que cambiar esto. Hay que intentar hacer algo. El qué y el cómo ya lo resolveremos más tarde, hay aún tiempo. Es lo bueno del proceso histórico: hecho de rupturas y tablas rasas, no importa en qué punto te metas a incidir en ella: cualquiera es el mejor momento para empezar. Por ahora, estudiar, forjarse de conocimiento. No hoy, claro, hoy tengo fiaca y el conocimiento me resbala. La situación es excepcional, gracias a Dios. Mañana de seguro recuperaré mis fuerzas y seguiré con la parte antropológica de mi curso, aunque no sirva de mucho y aburra. Que el racismo y Franz Boaz, ¡las pelotas! Pero ya. Hay que seguir con optimismo. Heisenberg y Hawking. Y después, sí, después escribir un poco, divertirnos, a ver si logramos algo. Y amar, ¡amar como chanchos!, jajajaja. Amor y conocimiento. Conocimiento a través del amor; amor como forma de conocimiento. Y mucho, mucho sexo. Y libros. Y Mozart. Y el teatro, y la literatura. Y la ciencia. Y la amistad. Y la economía y la política. Sí. La vida.

martes, 4 de noviembre de 2008

FILBA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Roberto Bolaño
(1953-2003)

www.filba.org.ar
Del 12 al 16 de noviembre.
MALBA. Buenos Aires, Argentina.

(¡Seee, bróder!)

Träume, träume...



Richard Strauss
"Wiegenlied" (Canción de cuna)
(1899)
Interpreta Diana Damrau.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Justo que pensaba en vos, nena, caí muerto.

¡Arghhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh...!

domingo, 2 de noviembre de 2008

Così fan tutte

Vueltas y vueltas pega el pensamiento, irremediablemente vueltas.
"You're such a girl", me dicen, y concedo que yeah, yeah. Otras voces me instan a comportarme como un espécimen de mi género. Concedo.
Vueltas, vueltas.
La solución yace en la heterogeneidad. Y, digo yo, ¿de dónde saco el tiempo?
Ah, tes lèvres. Ah.
¿Qué remedio, si es inevitable que vueltas, que más vueltas?
Una mudanza de órbita, sí. Pasar de orbitar alrededor de una hacia otra galaxia.
Arenas movedizas de la mente.
Necesidad imperiosa. Floritura prolija -como un hongo encima de un callo- de la imaginación.
Movimiento circular. Vorágine.
¡Infinito humano!
Sí, sí, allí están, being beauteous. Allí, cerca, cerca. ¡Ah! Todas iguales en su imperativo de estimular las glándulas salivales de los mancebos. Così fan tutte, tutte, je vous dis!
Qué belleza procaz la de la raza humana. Qué efectividad tan desesperante.
Allí, dentro y fuera del pensamiento. Allí.
Ora pértiga de la fantasía, fertilidad de la creación. Ora nulidad del proceso cognitivo.
Intersubjetividad de voluntades.
Deseo.
¡Deseo, ergo sum!

miércoles, 29 de octubre de 2008

Soy un perfecto maricón.

El ideal destruido. ¡Qué insoportable es esa chica! Por un momento pensé que jamás se callaría. Ha sido un grave error, repito, repito, repito. Si el sexo fuera suficiente para mí, si encontrara en ello la satisfacción que busco, la empresa hubiera sido exitosa. Si no me costara tanto desprenderme, si mis necesidades no se entrometieran. Esto no me hace más noble, sólo complica las cosas.

Pero se ha acabado, gracias a Dios. Queda el vacío, la desesperanza, pero eso es mejor que estar prendido de una slut.

Claro, no es tan fácil. Duele. Qué maricón que soy, por la granputa.

Ni una palabra más de ello.

No todo ha sido malo, sin embargo. ¿Cómo iba esa canción de Spinetta? "Cuando te das cuenta es tu amigo quien te da la mano. Y para vos ya no existe el miedo, ni el dolor, ni el frío. (...) Y no hacés más nada porque creés que ahora ya no estás tan solo. ¡Si te dieras al menos un porqué!" Sí, me doy el porqué, me doy cuenta: no es una credulidad ("Las uvas viejas de un amor..." jajaja). La amistad es un prodigio -la suya es lo mejor que me ha pasado desde que llegué a esta ciudad. ¡Salve la amistad, laputamadre!

Ahora hay que dormir, hay que arrojar la resaca de 12 horas de nuestro sistema, hay que prepararse para trabajar. Hay que ser optimistas sin renunciar al cinismo ni a la crítica (parece un oxímoron; hopefully podrá llevarse + o - a la práctica). Hay que planear, racionalizar, poner en marcha la maquinaria. Pero no hay que olvidarse de las personas amadas, las que me quieren y me cuidan, las que son mis confidentes y permiten que yo lo sea para ellas, que me entregan su tiempo y sus sonrisas. Las que me dan esperanzas. Sí, hay que aplicarse a una reciprocidad justa. No hay que perder de vista la experiencia intrínsecamente humana, la única que importa de verdad. Hay que aprender, pero sin olvidarse de vivir.

Sí, la amistad la pone con concha. Verdaderamente.


lunes, 27 de octubre de 2008

Post operístico

Diego me habla una y otra vez de la estructura repetitiva de Mozart, que encorseta en demasía la música -puede que tenga razón. Mozart es muy limpio, muy pulcro, y eso puede quitarle expresividad, dependiendo de la interpretación, eso sí. Y éste es el punto de este post, ya que por fin tengo un lector al que le gusta la ópera: cómo la interpretación puede afectar una pieza hasta el punto en que una y otra parezcan piezas distintas.

El ejemplo es, en mi experiencia, paradigmático. De hecho ya lo he colgado antes; a ver si el buen Diego capta lo que quiero decir (porque el post es para ti, che.) Se trata de la arietta "Voi che sapete", que corresponde al rol de Cherubino. Hay que mencionar un par de cosas de este personaje antes de entrar en detalles. Cherubino es un púber (pre-adolescente le dicen ahora, bah) que apenas está conociendo lo que es el amor y el deseo sexual. Por otro lado, es un niño extremadamente bello y talentoso, como un Adonis en miniatura, y las mujeres del palacio ya comienzan a prestarle atención. Sin embargo, Cherubino, como todo niño puberto, está confundido, deslumbrado por este nuevo mundo -el del erotismo- que se abre de par en par frente a sus ojos -más aún, porque ha tenido la mala suerte de fijarse en (have a crush on) nada más y nada menos que la Condesa, esposa de Almaviva. En la escena de la arietta, Cherubino, nerviosísimo, acepta la invitación de Sussana (la doncella de la Condesa y prometida de Fígaro) de cantarle la canzonetta que le escribió a la Condesa. Es una escena particularmente hermosa, sobretodo porque sintetiza bien aquello que recorre toda la música de Mozart, que parece agazaparse en casi todas sus composiciones, como algo de lo Wolfgang jamás pudo desprenderse por completo -esa ingenuidad sublime, dulce, perfectamente inocente y pura. La vitalidad propia del ser nuevo, no contaminado aún por el mundo, bellísimo y ávido de salir a vivir.




Esta primera versión corresponde a la película que dirigió Jean-Pierre Ponelle de la ópera. Conduce Karl Böhm (uno de los intérpretes más importantes de Mozart en la historia), e interpreta la filarmónica de Viena. La intérprete es Maria Ewing.
Especial atención a la palabra deseo ("Siento un cariño donde habita el deseo"), al "se me inflama la sangre", eludidas por completo en esta interpretación. Inocencia, nerviosismo, ansia, fragilidad, temor, confusión: todas estas cosas están presentes en la interpretación de Böhm, que podría entrar en esa categoría "clásica" de ejecuciones mozartianas que se concentran en sacarle lustre a la música (hacer resplandecer su orden perfecto y su belleza inocente) sin prestar demasiada atención a lo que libretista y compositor están tratando de expresar. Dejé entrever en lo anterior que faltaba algo en particular en la ejecución de Böhm. ¿Qué es? Lo vamos a descubrir en la siguiente interpretación.



Ésta bastante reciente, de hace apenas dos años. Interpreta también la filarmónica de Viena, conducida esta vez por otro gran especialista de Mozart, Nikolaus Harnoncourt. La solista es en esta ocasión Christine Schäfer.
Atención al tempo, en primer lugar (lo que tanto se le ha criticado a esta versión), mucho más lento, y el especial énfasis en los vientos graves en detrimento de los violines "juguetones" (0:37 -2do "Donne..."). Atención también a la voz de Schäfer, a la que la solista desnuda de esos vibratos que tanto les gusta a la mayoría de Cherubinos, intensificando su fragilidad (0:48-0:49, ¡qué belleza!). 1:24 - Gelo e poi sento: el hincapié que hace Harnoncourt en los vientos, insuflando a la música de una gravedad ajena a toda interpretación "clásica", dándole tintes más oscuros. 1:43: Ricerco un bene fuori di me (Busco un bien ajeno a mí)- acaso el momento más negro, decididamente drámatico, insistiendo en el vacío que Cherubino busca colmar con el amor. 1:59 - La tristeza de "no saber quién lo tiene [ese "bien"], ni qué cosa es". 2:47 hasta el final: nuevamente el tempo haciéndose lento, lento, las flautas tristísimas sin dejar nunca de ser puras.

Es una cosa totalmente distinta. Éste ya no es el Cherubino escuincle de la versión anterior, un niño aterrado y con un amor liviano e insignificante. No, en este Cherubino la confusión es causa de conflicto, de una tristeza reprimida que no sé cómo carajos Harnoncourt ha hallado escondida en la partitura llena de regocijo de Mozart. Este Cherubino sufre. Sufre por ese sentimiento que lleva como un desgarramiento en el pecho y que no entiende, por ese vacío que ha surgido en él como consecuencia de ese nuevo sentimiento, y que tampoco logra entender. Éste es, en fin, un Cherubino que sufre por su súbita condición sexual: sufre porque se ha descubierto ser sexual, porque de buenas a primeras ha surgido en él un deseo, un pálpito, un "inflamarse la sangre" que lo abruma de placer a la vez que lo espanta ("Ma pur mi piace languir così" - "¡Pero cómo disfruto languideciendo así!"), puesto que es una cosa que no entiende. Aquí Harnoncourt ha logrado convertir con éxito una ópera buffa en un verdadero drama.

La diferencia es abismal. Una se concentra en la cuadrícula y en las expectativas que todo oyente de Mozart espera de una interpretación mozartiana; la otra se sumerge en el texto, busca los significados (en lugar de quedarse en los significantes) de la escena y los expresa a través de la música, descubriendo así nuevos matices, dándole nuevas dimensiones a una partitura tan conocida. En la primera Cherubino es un personaje esquemático, predecible y por ello olvidable; en la segunda, Cherubino es complejo, lleno de emociones contradictorias y, por ello, más apasionante.

En fin, ya está. Mi punto es que hay que ser extremadamente selectivo en las interpretaciones de Mozart, porque por ser éste un compositor clásico y manoseado sobremanera, van a haber muchos directores que tiendan al facilismo y se plieguen al paradigma de Böhm, que de las interpretaciones clásicas es casi el modelo a seguir. Ambas versiones tienen lo suyo, y si tuviera que elegir una (hablando ya de toda la ópera y no de esta arietta en particular), posiblemente me iría por la de Böhm. Lo cierto es que la de Harnoncourt tiene pocos aciertos, en general porque la partitura no ofrece tantos momentos como éste, y al final el dramatismo resulta inevitablemente forzado. Pero bueno, eso es todo. Me voy a dormir.


domingo, 26 de octubre de 2008

La Plaza Isil: cinco años

Me entero desde mi ratonera en Buenos Aires que el teatro La Plaza Isil, proyecto dirigido y acuñado por Chela de Ferrari, cumple 5 años. Y es una mierda no poder estar allí disfrutando de la maravilla de sus producciones. Como dice el buen Alonso Alegría, no todas han sido victorias, han habido montajes francamente malos. Pero los buenos, que no han sido pocos, han resultado extraordinarios. Aún recuerdo el montaje de los Juicios Indecentes a Oscar Wilde, dirigido por Roberto Ángeles y con Paul Vega como Wilde, que se montó hace ya algún tiempo: desde ese momento me enamoré tanto de La Plaza como del teatro. Y otros muchos tan geniales, de los que recuerdo haber escrito algo en algún momento: Traición, El Perú Ja ja 1, El teniente de Inishmore, y, en especial, La Celebración. Desde aquí, este sitio que sólo visitan mis amigos y uno que otro pasajero eventual, gracias, gracias de todo corazón, Chela y todo el equipo de La Plaza Isil. Gracias y que sigan los éxitos.

"L'obliar l'onte e gli oltraggi è bassezza e ognor viltà"

Verla así, verla como es. La veo sonriendo, coqueteando, qué se yo. Mínimo de celos, claro, mas un pequeño presentimiento. Intuición de incongruencia: algo no está empalmando bien con la imagen mental construida. En fin: idealización. Construcción mental de una figura que tiende hacia cierto ideal de características usualmente invariables, y que se erige a partir de una realidad por lo general fragmentada. De sopetón, deformación de la realidad. Pasa el tiempo, no la veo. Los vestigios de las impresiones sensoriales se van borrando; la imaginación, por otro lado, va adueñándose de esos terrenos abandonados por la memoria, va transformando detalles, gestos, etc., y los hace tender hacia un ideal subjetivo. ¿Ideal? a) Atención hacia mí, b) cierta belleza física; lo demás son pavadas. Surge una nueva imagen y el corazón se entusiasma. El ideal se complejiza; sin caer en cuenta de ello, uno se comienza a enamorar de la imagen mental. Ansias por verla; cuando llega el momento, cierta desilusión, cierta frustración, en fin. Sin embargo la tensión sigue; responde a una carencia y a un miedo. ¿La carencia? Interacción amorosa. ¿El miedo? La soledad. Hay un vacío que necesita ser colmado: las idealizaciones surgen como método de autoprotección de la mente para evitar el dolor. Hay una carencia, y como la realidad no logra satisfacer los requisitos, la mente urde una fantasmagoría a partir de los detalles que puede aprovechar de las impresiones sensoriales. La urde porque es mejor una fantasía a la desesperación de no hallar a nadie que cumpla verdaderamente con sus exigencias, y porque el engaño le proporciona esperanzas. Hay un mal menor, un dolor menos intenso que es preferible al dolor profundo de la desesperanza. Como quien dice: quien tiende a ser enamoradizo, es porque está realmente necesitado. Lo que sucede es que el proceso no se detiene, y uno termina enamorándose de esa irrealidad. Entonces llegan las luchas, las decepciones, en fin, todas esas huevadas. Todo por no caer en esa soledad ajena a la propia voluntad, la no buscada e impuesta por las circunstancias. La mente tiende al autoengaño, es natural. Nadie quiere ser herido. Entretanto ella no me mira, no me presta atención, y yo desespero. El cuerpo no me da para buscar sus sonrisas. He pasado dos malas noches, una sin dormir por completo; me he emborrachado la noche anterior de puro aburrimiento, arrastro una resaca de mierda, los párpados se me caen de cansancio. Hay un gringo que no deja de tocarme. Ella habla con otros, me da un cochino vaso de alcohol casi sin mirarme y luego se va. Regresa, sigue con otro. Yo, sin querer, doy la apariencia de estar herido por su comportamiento; la verdad es que lo que me duele es no poder hacer nada por superar mi cansancio. Me doy cuenta de que no vale la pena, de que nunca ha valido la pena, y de que, por huevón, estoy en esa situación. Ideal destruido: dolor verdadero frente al panorama de desesperanza. Ni siquiera me he afeitado, por Dios. Salgo, no tengo para el puto taxi, camino. Nuevamente Corrientes se vuelve el escenario de mi podredumbre. Pienso que me voy a desmayar, pero logro llegar a casa. Qué joda haberme ido sin despedirme, ahora pensará que estoy molesto y que soy excesivamente pueril. Toca arreglarlo mañana, y me da tanta, pero tanta fiaca, que me entristece. Qué vida tan perra. Todos los estímulos están apagados. Aún ahora sigo cansado, como si me hubieran dado una paliza de ésas que ni te cuento. Ya ni siquiera quiero acostarme con ella. Ni siquiera quiero verla, ni besarla, ni nada; queda, sin embargo, la posibilidad incierta, la duda desmoralizadora, la culpabilidad que proviene del "puede ser, pero como no hiciste nada, no lo sabrás nunca." Eso es ahora mi impulso: el miedo a un sentimiento futuro de culpabilidad. Mi único interés en juego. Y eso me deprime como no tienes idea. Me he prometido que no más. Mañana y se acabó. Total, sé que no me buscará por su propia voluntad. Y ya la mía no me da para buscarla más. Qué fiaca, Dios mío, obligarme a todas las pavadas del que sí quiere. No tengo que hacerlo, me dirán, pero sí, tengo que hacerlo. Me las he buscado solito, y más vale cerrar con broche de oro, hacer algo de lo que verdaderamente me vaya a arrepentir por años de años. Jajaja, pensar en este tipo de autodegradación -que devendrá en alguna anécdota chistosa que compartir en las chupetas- me arranca una sonrisa. Si ya la cagaste y se te presenta otra oportunidad, ¿por qué no cagarla con todo, con énfasis y a propósito, cagarla con sentimiento? Sí, hacer el ridículo, aventarme hacia el fango con los pantalones por el piso, atreverme a faltarle el respeto, pero irrespetuosamente. Sí, sí, eso me devuelve el ánimo (sin sarcamos). Arrojemos nuestros miedos y pudores, seamos verdaderamente cínicos y pendejos. ¡Arriad las velas, pues, que zarpo hacia la Vergüenza!
A ver si me dan las pelotas, compare'.

viernes, 24 de octubre de 2008

Definitely pas de orietur

Supongo que sí, que ella tenía razón y que soy un idiota. Hoy y en este momento, sábado hacia las 0:58 hs, reafirmo la promesa que me hice hace un rato: buscar sonidos nuevos. Hoy que mis amigos han salido, hoy que no los he acompañado por trasnocharme con las curvas y el mercado, hoy que estoy solo, aquí, junto a mi Trapiche, y apenas la nube comienza a cristalizar, apenas ya, esa levedad que tiene tanto de nostalgia, y que tengo ganas de fumarme un cigarrillo pero pereza de levantarme y dejar de escribir, hoy y aquí que me aguanto las ganas de bajar por un pedazo de pizza de puro frívolo, que me atiborra un cansancio sin sueño, hoy, hoy. Basta ya.
Dios, soy tan estúpido.
Pero me he prometido no pensar más. Abandonar mis pensamientos, dejar que se pudra la imaginación. Simplemente seguir bebiendo simplemente. Simplemente. Sencillamente.
Ya mañana reanudaré la marcha, la maquinaria se encenderá otra vez y arrojaré luz sobre nuevas materias. Pronto cristalizarán; pronto podré escribir.
Sí: eso. Escribir, y dejar que el mundo arda en llamas.
Claro que tengo una cuenta pendiente. No lo he olvidado. Deseo saldarla. Me muero por saldarla, o por morir en el intento. Deseo acabar con toda esta farsa de una vez. Ser un maldito hombre por una vez en mi vida.
Pero no regresemos. No.

* * *

Hay una caravana de animales de lujo desfilando on a daily basis. Su vida es caminar y no ven más allá de sus pies. Tampoco lo necesitan: otros ya lo harán por ellas.
(Qué belleza más aburrida. Y pensar que hay chicas que las envidian.)
Hay también fantasmas fanáticos del béisbol que merodean con una Bud en la mano. Merodeo sin fin: te levantas temprano, tarde, y siguen allí.
Hay talismanes cuyo brillo es como un golpe al narcisismo del género humano.
Hay boludos y pelotudos, con los testículos del tamaño de un globo terráqueo.
Hay viejos arruinados por el alcohol, cuya risa es como un visión del espanto.
Hay gazmoños cuya inglesidad es mayor aún que la de los propios ingleses.
Hay putos del Norte, hay putas del Oeste.
Y atalayas oceánicas con tendencias caninas.
Y estoy yo.

Qué cagada. Supongo que el spleen es inevitable.

* * *

Sí, sí, ha sido un error. Es obvio: me doy este espacio para reflexionar por última vez. Supongo que hay errores que no se pueden enmendar. Yo tengo que cumplir con mi cuota, sin embargo. Lo pactado no habrá de ser eludido. ¡Desde luego que esto se ha vuelto un asunto mío, sólo mío y de nadie más! Pero mírate, huevón, ¡mírate! No apelaremos a nuestra latinoamericanidad; el servilismo es materia universal de análisis. ¡Mírate, te digo! Ha sido un error, todo, un gran error desde el principio. Ahora que hundo los pies sobre el fango, ahora que mi corazón es como una metáfora freudiana, ahora que en algún lugar de Buenos Aires, de esta ciudad de mierda, un torrente de sensualidad desborda los anaqueles y empaña las botellas ajadas de Fernet. Ahora que.
Pero ya. Pongamos punto final a esto. Y luego, move on.

* * *

Sonetinno nel giardino

Trapiche, del espanto en guardavela
de furtiva ceniza y pálido oro,
sueño núbil que hechiza, ¡yo os imploro!:
¡guardadme, vid, que la piel los encela!

¡Fustigad vuestras vanas entelequias!
Del placer siniestro el alma se jacta,
pues la paradoja ha trazado el acta
con sangre vírgen de setenta acequias

siete, ardiendo su goce profano:
"Padeceréis vuestro éxtasis en llanto"
¡Esto, señores, es placer humano!

Y ésta su gracia, su inmutable encanto.
No me privéis, pues, alcohol lontano,
de esas miserias, ¡licor sacrosanto!


* * *

Sí. Eso. Todo eso.

martes, 21 de octubre de 2008

"¡Y tantos años y siempre, mucho siempre, siempre, siempre!"

Quería subir "Archiduque" pero no recuerdo el nombre del host y con esta conexión... mejor no digo nada. Instead, cuelgo un par de videínos del primer movimiento de la primera sinfonía de Mahler (que espero poder ver en vivo el día de mi cumpleaños), interpretada por la Orquesta Sinfónica de París y dirigida por Christoph Eschenbach. Obsérvese la cara de loco pederasta del director -pero no en detrimento de la apreciación de esta maravillosa versión de Mahler, tampoco.





¿Que cómo van las cosas? Hoy quemé cerebro con economía y me di cuenta de que voy a tener que hacer verdaderas acrobacias intelectuales para poder aprobar. Claro, tampoco es como si la divertida sorpresa de la gente que me pregunta por qué diablos estudio economía si mi licenciatura es de Letras -digo, tampoco es como si esto ayudara mucho al asunto. En fin, habrá que "ponerle punche, nomá".
De un rato me voy a ver el show en vivo de Dolina por segunda vez, así que estoy contento. A ver si Pablo me acompaña. ¡Que extraordinario es Mahler! No escribiré muy bien escuchando música (según cierto libro, las mujeres podrían hacerlo con éxito), pero ciertamente soy feliz haciendo ambas cosas. Hoy he recibido un mensaje alentador, aunque me toca sumergirme en el ignoto sistema anglosajón del ligue, por llamarlo de alguna forma. Tengo que escribir un poco sobre esto, que es bastante curioso. A ver si no me olvido.
¿Qué más? Un verso de Vallejo, quizás: "Hoy me gusta la vida mucho menos / pero siempre me gusta vivir: ya lo decía." Recuerdo que hace mucho tiempo le di a leer ese poema, y después de haber leído algunos versos me dijo algo así como "qué bajón que es este tipo". Aunque cuando acabó, concedió que "bueno, tienes razón, no lo es tanto."

¡Qué días tan lejanos!



lunes, 20 de octubre de 2008

∞ emocional

Se presenta entonces un pequeño dilema: la necesidad de expresión frente a su imposibilidad. Están X, Y, claro. El problema es que sé qué es lo que me dirían: X, que insista, y Y seguramente lo mismo y, es posible, que he cometido un grave error. Estas cosas ya las sé, pero aún así, aún. Me reconfortaría decirlas aquí, pero ya se sabe, es peligroso. Entonces me entristezco.

Sé lo que debo hacer. Conozco también las maneras en que podría hacerlo, y no es tan difícil dar con la mejor. Sé cuáles son mis objetivos, sé lo que quiero. Sé, además, que las probabilidades están a mi favor. Sin embargo, me conozco demasiado a mí mismo, y sé que esas probabilidades optimistas se verán de seguro contrarrestadas por las probabilidades, altísimas, de que mi propio yo me traicione, con lo que al final el optimismo decrece notablemente. Sé todo esto, pero a la vez no sé. No sé, y la incertidumbre de no saber si caerás pesado o si serán bienvenidas tus insistencias, de si acaso puede apelarse a cierta reciprocidad o si serás tratado con condescendencia, de si las situaciones serán propicias para que, o no- esa incertidumbre, digo, me entristece. Dios, cómo me entristece.

"Compórtate como un hombre", me diría X, pero yo siempre he sido un escuincle enamorado.

"Insista, hermanito", me diría Y, pero ha de pasar algo de tiempo.

No tengo ideas, y mis entrañas están expuestas.

Eso es bueno hasta cierto punto, pero yo me he excedido.

"Tienes que aprender más sobre..." Y sí, yo soy un lego en esas materias. Pero si no doliera...

Puedo teorizar todo lo que quiera, las entrañas siguen allí. Se expanden. Comienzan a aparecer las moscas.

Qué espectáculo tan grosero.

Las visiones me atormentan. Mi mente no deja de urdir fantasías, cada vez más refinadas, más sublimes, más tristes.

Mierda.

domingo, 19 de octubre de 2008

Post náutico

Acostado, sin mucho que hacer, escuchando programas viejos de "La venganza". Atiendo, me río, claro -Dolina habla ahora del arte, de la relación biografía-artista o vida del artista-objeto artístico-, pero la mente huye de la emisión, vuela hacia lugares, bueno, no diré "insospechados" como mandaría el lugar común, hacia lugares que ya conoce, o que no conoce pero anhela conocer, como una patria imaginada a falta de patria verdadera, como ese Moscú de la Irina de Chejov, en fin. Es curioso cómo la imaginación genera lugares que resultan mucho más interesantes y con los que nos relacionamos más íntimamente que los diversos lugares a los que hemos ido o que hemos visitado. Esa es una de las razones por las que no me gusta sacar fotografías. Pero yo no pensaba en lugares: pensaba en el tacto de los labios. Anteayer o no sé cuándo tuve la esperanza de que su recuerdo fuese sustituido por otra mujer, con la que -me parecía- no sería descabellado pensar que sucedería algo, pero en fin, me pongo a analizar la situación y bueno, no es lo mismo. Es decir... en fin, ya está. Sucede que me descubro pensando en besar a B y caigo en la cuenta de que ese deseo es más difícil de controlar de lo que yo imaginaba. Intento trocar la clásica autoflagelación del "pude pero no lo hice porque soy un cabrón" por algo más optimista, del estilo de "bueno, si se dio una oportunidad, bien puede emerger otra", pero en general es difícil, difícil digo porque si soy sincero la culpa es un sentimiento que tiene -¡ay de mis antepasados románticos!- algo de "croce e delizia al cor", y porque en general estoy tan acostumbrado a sentirme culpable que lo hago automáticamente. Luego pienso en el tiempo, pienso en que debe prevalecer mi voluntad -pequeña epifanía en Recoleta, escuchando jazz con los amigos- pero que, a la vez, debo jugar bien mis cartas, vamos, al menos una vez en la vida. Debo insistir y demás cosas que no me gusta hacer. Hay que respirar profundamente, hay que evitar la fácil resignación, hay que calcular... ¡Calcular! La racionalización del hombre ha completado su ciclo: tengo que pensar hasta en el amor en términos matemáticos. ¡Muchas gracias, Galileo! En fin, aplicarme al grave ejercicio de la disciplina emocional. Domeñar: esperar. Dios, qué mal encuentro tuve con ella. Y qué fiaca pensar que voy a tener que ser gracioso e interesante por más de dos minutos al día. Mierda. La cosa es preguntarse qué es lo que quiero: la prioridad es saber con exactitud lo que se quiere, repetirlo una y otra vez y aplicarse, zambullirse en el vacío con la mano alargada. Siempre he sido como el protagonista de una de las cioncas de Calamardo: "No sé lo que quiero, pero sé lo que no quiero. Sé lo que no quiero y no lo puedo evitar. Puedo seguir escapando, pero sigo esperando. Sigo esperando, pero estoy cansado de esperar." Exactamente como eso. Cierto que es un defecto grave, y que tengo que decidirme a cambiar. Todo se reduce a dejar de esperar; pero luego me toca aguardar dos o tres días para llamarla y todo se va a la mierda. Debo insistir, sí, pero no debo ser pushy. Esperar. Respirar, fumarme un pitillo, esperar. Mierda. Y si no acepta mis pequeñas invitaciones, insistir, reschedulear y eso. Insistir, qué vaina. En fin, es la "medicina", jajajaja. Lo único que va a romper el hechizo es la experimentación en carne propia. Lo deseo tanto, pero ya ves, el pequeño hombre frente a sus pequeños problemas y la imposibilidad que significa el tiempo en su pequeña vida. Pero bueno. Ya se verá. Por ahora debo cambiar mi celular y estudiar economía. Lo demás se verá en su momento. Habrá que cruzar los dedos de los pies.