miércoles, 5 de noviembre de 2008

Post lleno de fiaca pero con final feliz y optimista

Qué ganas de hacer nada. He bajado un par de pisos en busca de la Web, después de abandonar un texto del Iluminismo excesivamente psicoanalítico. Que el goce reprimido, que la aleniación del pensamiento a través de la técnica, que la incongruencia del Yo y la utopía de la unificación de las ciencias -gimme a break, ¡por Dios! Esto ya parece un puto curso planeado por Krebs, ese won que tuve de profe hace unos... ¿años? Ah, qué tristeza. Dolina: "todo lo que le recuerda a uno el paso del tiempo es causa de angustia". He comprado un disco de Gundula Janowitz y uno de Purcell como regalo de cumple atrasado para mí mismo (hablando de tristeza). El primero me causa una indiferencia preocupante, que me deprime aún más. Aunque confío en que esto cambiará pronto, total, no es como si ahora estuviera con una buena disposición para el arte de alto vuelo ("hay que estar siempre cóncavos", decía el viejo González Vigil, con una sonricita de complicidad, elevando los brazos hacia el cielo, sin recalcar cuán difícil es mantener esa concavidad en el día a día. También, cuando mandaba a leer algún ensayo de su autoría para las materias, decía: "la vejez me está volviendo descarado". Ah, cómo extraño al viejo González Vigil, las excentricidades de González Vigil, su pasión por la literatura y su sabiduría que parecía abarcar la totalidad de la historia. Qué tristeza.) Del de Purcell escuché sólo el Te Deum y me cagué de risa. Confío también en superar esto. Pongo de nuevo "In diesen heil'gen Hallen", interpretada por René Pape. Qué belleza. El alemán de las óperas me causa esa sensación que seguramente tenía el vulgo del Medioevo cuando escuchaba una misa en latín, esa sensación de estar frente a algo desconocido y, por ello, sagrado e inaprensible. Frente al "Misterio", diría Macedonio Fernández, sin referirse precisamente al luchador mexicano. En parte, digo, porque no sé un carajo de alemán (aparte de "ich", "scheisse", "tod" -curioso: sé decir "muerte" en al menos 5 idiomas- y "Gesamtkunstwerk"), pero sobretodo porque la música del buen Mozart es indescriptiblemente genial. Vamos, ¿cómo no retorcerse como puerco escuchando, por ejemplo, el alemán de los últimos versos del primer acto de Die Walküre? Puta, es imposible. Imagínense nomás qué podría sentir un pobre tipo ignorante como yo, perdido en medio del siglo XVIII, con el paradigma cristiano struggling pero aún vigente, escuchando "Exsultate, jubilate" en una misa de una pompa digna del oscurantismo... Puuta...
Escuchando ahora "Giunse alfin il momento", del cuarto acto de Fígaro. Recuerdo cuando vino a mi cuarto buscando este track para una de sus clases, cuando todavía no me gustaba. Me decía que era una versión rara; en realidad, no es tan buena como los bróders del Deustche Grammophon quieren hacer creer. La Netrebko estará más buena que el pan, pero no está a la altura de las circunstancias en esta aria. En fin, cosas que no le interesan a nadie más que a mí, sí, sí, se supone que lo prometí. En fin.
¿Qué más? Hoy por la tarde tuve una petite iluminación y culminé el esquema de mi dramita teatral. El final está bueno. La cosa comenzó como cuento -cuya idea fundamental salió de un pequeño concurso con Jeremy que al final no se concretó- y terminó como un drama para cuatro actores, acaso cinco, dos roles protagónicos y dos de reparto. Ahora sueño con que algún día la protagonice Paul Vega. ¡Sería maravilloso! El rol le queda a pelo. Las segundas opciones, nada desestimables por lo demás, serían Leonardo Torres Vilar (hijo) y Rómulo Asseretto. Pero el perfecto sería Vega, con ese aspecto ascético y los aires de loco que puede lograr, con ese talento tan admirable. Y el otro protagónico... ¿Gisela Ponce de León? ¿Wendy Vásquez (no me he olvidado de La Prueba, no, no)? ¡Ah! Tendría que ser una chica joven: más aún, el contraste de edades -que hasta este momento no había tomado en cuenta como variable- sería demasiado chévere. Puta, ya sé: optimismo excesivo all over again. "Adam Smith" me dicen los choches del barrio, jajajaja. En fin, como decía un amigo, "soñar no cuesta una mierda". Apenas acabe de rendir los finales comenzaré a escribirla, feliz y contento.
Mañana toca ir a comprar las entradas para el FILBA. Qué joda, seguir estudiando esas mierdas de Antropología, que Boaz y que el racismo es malo, etcétera. Después tocan cosas más chéveres: una pequeña historia de las matemáticas (toca leer el libro completo algún día), el principio de incertidumbre de Heisenberg (que ya vi con el buen García Calderón... ¡Ala! Cosmología ABP. ¡Qué mierda! Tenía un grupo tan cagón que al final terminaba haciendo los trabajos yo solito. Una vez escribí un trabajo apurado con una letra pequeñísima y totalmente ininteligible. Al día siguiente llega García Calderón y nos dice: "Me he pasado toda la noche tratando de descifrar ese trabajo. No me digan quién escribió eso, porque si me entero lo jalo. No me lo digan." Me gustaría haber biqueado ese curso, sólo por el placer de tomarlo una segunda vez y sin modalidad ABP. Hubiera sido fantástico), un fragmento del libro de Stephen Hawking, ese tipo de huevadas. ¿Llegamos a ver a Cantor en Cosmo? No lo creo. En fin, esa materia me ha brindado muchas alegrías: he recordado las aventuras de Bruno, Kepler y Galileo, he conocido las teorías económicas y descubierto su pertinencia para entender la concepción que tiene el hombre sobre sí mismo, he conocido al hijueputa Cantor, he leído a gente muy chévere como Gastón Bachelard y Alexander Koyré, en fin, un sinfín de aventuras nerd del pensamiento. Ayer o anteayer pensaba en que deberíamos mandar a la mierda las carreras de individuales de las humanidades (sobretodo filosofía y literatura; quizás también antropología, sociología e historia, aunque dos de ellas no pertenezcan a humanidades) y crear una licenciatura en Humanidades que dure de siete a diez años. Ese profesional tendría, si se aplica, una concepción total de cultura y sociedad, en vez de un conocimiento fragmentario: conocería el proceso de ideas atravesado a lo largo de la historia de la filosofía, sabría de economía y podría analizar situaciones como la actual y formular una opción cabal, conocería el proceso histórico, y la generación de cultura y los diferentes significados de los conceptos en el imaginario colectivo a través de las diferentes épocas, tendría nociones de la formación histórica de los grupos sociales y su interacción con otros, en fin, estaría en una posición como para ejercer una super-docencia, en el peor de los casos, y en el mejor y más relevante, de asesorar al Estado en sus distintas funciones. Su utilidad sería enorme; aún más, sería imprescindible. Carajo, necesitamos gente que pueda hacer formulaciones lúcidas sobre el estado actual de las cosas, que pueda brindar alternativas de solución cabales tomando en cuenta todo este conocimiento, imprescindible para decir una sola palabra coherente sobre lo que sucede en el mundo. La consecuencia lamentable de la tradición de la división del trabajo es, en el campo del intelectual, el conocimiento fragmentario de la realidad. ¡Y hay pequeños huevoncitos que se jactan de saber mucho porque han leído dos o tres libros! Mierda, hay que revolucionar la educación. Si hay algo que he aprendido aquí en la Argentina, aunque apenas haya llevado materias por menos de seis meses, es que la educación peruana necesita tener una reforma de pies a cabeza. Por mencionar un par de cosas: el Estado debe inyectar de subvenciones a las universidades nacionales y elevar su prestigio perdido, hacer campañas itinerantes e incesantes de alfabetización, estimular la docencia con buenos sueldos y mantener un nivel alto de excelencia. Carajo, elevar la inversión de PBI en educación, por Dios. Con universidades nacionales de alto grado de excelencia, con una estimulación de la investigación en ellas, no sólo hacemos accesible a todas las clases una educación superior, sino también estimulamos el avance tecnológico y el mejor aprovechamiento de los recursos: elevamos la productividad de la economía, por Dios. Desarrollo de la técnica, desarrollo de la industria. Educación.Una educación en la que cada materia esté ligada, digamos, al final de cada unidad, con lo que está sucediendo en el país, una aplicación de la teoría ya estudiada a la realidad nacional, y un estímulo para que el educando siga buscando respuestas y, sobretodo, planteándose las preguntas de relevancia. Una educación que incentive la acción política, que cree posiciones lúcidas frente a lo que sucede. Una formación con miras a actuar sobre el devenir del propio país.
Puta, ya me pasé de la raya. Acabo de regresar de La Americana con Francisco (el combo clásico: espinaca + criolla), y como ya no tengo hambre, no me interesa seguir hablando de estas huevadas. En fin, la educación superior pública en Argentina, valga esto como conclusión, es verdaderamente mejor que la privada en Perú. Pero hay que cambiar esto. Hay que intentar hacer algo. El qué y el cómo ya lo resolveremos más tarde, hay aún tiempo. Es lo bueno del proceso histórico: hecho de rupturas y tablas rasas, no importa en qué punto te metas a incidir en ella: cualquiera es el mejor momento para empezar. Por ahora, estudiar, forjarse de conocimiento. No hoy, claro, hoy tengo fiaca y el conocimiento me resbala. La situación es excepcional, gracias a Dios. Mañana de seguro recuperaré mis fuerzas y seguiré con la parte antropológica de mi curso, aunque no sirva de mucho y aburra. Que el racismo y Franz Boaz, ¡las pelotas! Pero ya. Hay que seguir con optimismo. Heisenberg y Hawking. Y después, sí, después escribir un poco, divertirnos, a ver si logramos algo. Y amar, ¡amar como chanchos!, jajajaja. Amor y conocimiento. Conocimiento a través del amor; amor como forma de conocimiento. Y mucho, mucho sexo. Y libros. Y Mozart. Y el teatro, y la literatura. Y la ciencia. Y la amistad. Y la economía y la política. Sí. La vida.

1 comentario:

Unknown dijo...

Pibo estàs en rutina de tirojo? ese pibo...