sábado, 27 de septiembre de 2008

La anticipación. "If somebody gave me a nickle for every time..." La diferencia es que ahora sé que A me espera, que de hecho se ha estado muriendo de ganas de que yo. Sí, de que yo. ¿Cómo diablos ha sucedido esto? Quién lo pensaría: víctima de un acoso tan sistemático como efectivo. Es curioso cómo el deseo -los sentimientos, diría antes- puede crearse from scratch a punta de insistir e insistir. Y ahora yo aquí, a unas horas de volver a verla, volver a ver esos ojos claros y esa sonrisa que, ¡Dios!, de un día para otro anhelo sólo para mí. El sonido de su risa. El sentimiento de ridículo al descubrirme, por primera vez (con ella) celoso. ¿Hay que estar enamorado, sin embargo? En Las bodas de Fígaro, Cherubino tiene un aria bellísima ("Non so più cosa son, cosa faccio") en la que le confiesa a Susana estar enamorado de todas las mujeres; en una écoute un poco más atenta descubrimos que no es tanto amor, sino deseo, lo que Cherubino no deja de experimentar. "Todas las mujeres me hacen palpitar." Un poco más tarde Cherubino vuelve a interpretar un aria, "Voi che sapete", en la que interroga a la Condesa y a Susana sobre aquel nuevo sentimiento que parece inundar su pecho: "Vosotras, mujeres, que saben lo que es el amor / decidme si ello es lo que siento en el corazón." Para ese momento es evidente que Cherubino está enamorado de la Condesa. ¿Puede suceder, sin embargo, que un amor evidentemente verdadero, un amor soñador y anhelante, conviva con un deseo por el resto de mujeres en el mismo pecho? ¿Deseo y cariño deben ser monógamos en la conciencia para que pueda hablarse de Amor? La anticipación. No falta mucho para volver a verla, para que yo. Para que nosotros. Y sin embargo, aún, "todas las mujeres me hacen palpitar." La belleza a veces puede ser un obstáculo para la felicidad.

martes, 23 de septiembre de 2008

No sé qué autor -pero supongamos que fue Kundera- decía que no es sólo que vivamos y muramos solos, sino que toda nuestra experiencia se desarrolla desde la soledad: toda vida es única e irrepetible, sí, pero también incomunicable, instransmitible. Lo esencial se pierde en las simplificaciones que el lenguaje exige como premisas. Si bien sería una exageración decir que todo acto de comunicación es vano, puesto que la esencia es instransmitible, no es del todo arriegado concluir que nadie jamás comprenderá a otro ser humano como éste desearía que se le comprendiese. Comprensión. ¿La simplificación psicológica del lenguaje encuentra un correlato en una supuesta simplificación emocional? Dicho de otra manera, ¿el ser humano ha debido reducir su mundo interior a aquello "comunicable" que procura el lenguaje sólo para hallar alivio en el otro? Una mujer abraza a un hombre en la oscuridad. Un hombre con un dolor ciego, que ni él mismo termina de comprender. La mujer susurra: "Puedo entender cómo te sientes. Todo estará bien." Al instante el hombre cae en la cuenta de que la mujer no le entiende -¿cómo podría, si él mismo es incapaz?-; lo olvida, sin embargo, y se entrega al calor de su pecho. Poco después el hombre recordará esta situación y la memoria filtrará el alivio en el recuerdo: sin que él se dé cuenta, la imaginación ya ha transfigurado en su mente la realidad y se ha creado la fantasía de la comprensión. Al mismo tiempo -pero esto no ocurre con tanta rapidez, ni en todos los casos-, bajo la premisa de la comprensión, la mente irá reemplazando poco a poco el caudal real de situaciones, interno, por las palabras usadas para exteriorizar este estado; ha tenido lugar la simplificación.
En fin, cosas para pensar, verificar y un gran etc.
Pero imaginemos esto: ¿qué sucedería si hombre se dispusiese a romper el hechizo e intentar, por los métodos más radicales, inflingir su realidad sobre la otra persona, a la vez que intentara inflingirse sobre él mismo la otra realidad, in order to achieve true comprehension? ¿Es esta una revolución de amor? Me toca pensarlo. Acaso por las calles de Salto toda esta maraña se aclare.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Pensamientos del día:

¡Qué bueno es ir a clases! O algo parecido, al menos. Resolví hasta cierto punto mi duda sobre las anomalías en Kuhn, lo que significa que oficialmente puedo comenzar a escribir mi cuento. Sobre economía... bueno, me di cuenta, como siempre muy tarde, de que hubiera sido bueno haber elegido alguna tutoría e ir a que me enseñen de nuevo geometría. Ayer Stephanie y Kat me miraban como si fuera un estúpido al confesar que sí, que no sabía que un curso básico de economía me fuese a obligar a hacer operaciones matemáticas. En fin, ya no me queda otra opción que la huída a Uruguay (tengo que planear eso, por cierto). Ya sé cómo funcionan las tutorías, y apenas acaben los parciales, coaching de por medio, me zambulliré en el mar abyecto de la economía a través de las tutorías correspondientes.

Recordar comprar las entradas para ir a ver a Les Luthiers. ¡E ir al teatro más seguido, por Dios! Y ya se acerca Mahler 1 en vivo, también... hmm...

Seguir estudiando economía, claro...

Resueltas las cosas con Francisco, al fin. Es una mierda estar fingiendo indiferencia con un amigo que la cagó sólo porque necesitas una disculpa. Y no se trata de orgullo: se trata de hacer que la otra persona actually realizes que la cagó, y pueda aprender algo y no cagarla de nuevo con lo mismo. Supongo. Quién sabe.

¡Ah, el tardío y problemático despertar de la conciencia lúcida, la conciencia ávida de recrear el mundo a través de fantasmagorías!



jueves, 18 de septiembre de 2008

No estaba muerto, andaba de parranda...

El 12 de julio daba por finalizado este blog con la frase anterior, "tengo miedo". Un golpe de suerte: después de todo, no es un mal final. Hoy, 18 de septiembre, poco más de dos meses después (¡DOS MESES! ¡Pero si parece que hubiese pasado al menos un año!), vuelvo a las andadas, con un brownie a medio acabar al lado y aprovechando al máximo el internet gratuito de Gandhi. Habrá que hacer algunos reajustes, sin embargo. Enfocar los esfuerzos hacia un tema en particular, en vez de distribuirlo entre fragmentos cada vez menos interesantes. "Especialización", según mis fotocopias de economía (guácatelas), in order to achieve eficiencia. ¿Y los arranques confesionales, ahora que ciertos detalles encubren, al menos parcialmente, mi identidad, entre los que ahora son los protagonistas de mi vida? Quién sabe. Ahora no tengo ganas de escribir sobre mis líos amorosos o del delirium tremens about certain fille. Certain fille qui aujourd'hoy j'ai encontré at the elevator... Basta. Al hecho, y basta de entelequias. Cuando mis esfuerzos se vean recompensados, sea con una reciprocidad animal (porque para novio yo no sirvo, "che") o con una mueca de asco, acaso escriba algo de ello aquí. Entretanto, a cubrir los hoyos del zócalo, que se puede escapar el duende.
Habrá, además, que aceptar el triste hecho de que yo soy el único freak obsesionado con la ópera entre mis amigos y conocidos. No sólo con la música (por cierto, he desarrollado una adicción absurdamente enorme por Mozart en estas últimas semanas), sino también con las producciones, los conductores, los directores, los camera-guys y hasta con quien se está acostando mi soprano favorita que-además-está-más-buena-que-el-pan. Dejaremos, pues, de hablar tanto de estas cosas, que parece que sólo a mí me interesan hasta ese punto. Me gusta mucho hablar solo, pero es aún mejor cuando los temas de debate son también interesantes fuera de mi cráneo.
Sobre los temas literarios no hay punto de negociación.
Y el teatro, ¡ah! Cómo lo extraño. Aquí he visto una puesta de El hombre almohada (que dirigió Fischer en Lima hará un par de años, superior en sus fundamentos pero inferior en tratamiento comparada con su compañera argentina), una de El hombre inesperado de Yasmina Reza (Ángeles dirigió Art en Lima, de la misma autora), con una vieja que era una suerte de transfiguración de Jimmy Santi y un craving por risas que incluso llegó a desfigurar por momentos a los personajes, y una maravillosa, maravillosa, maravillosa puesta de Tres hermanas del maestro Chejov, en la que, por momentos, creí descubrir algo esencial, algo que no me siento capaz de expresar con palabras pero que, habrá que decirlo, encuentra su simiente no tanto en el montaje de turno (si bien necesita de un buen montaje para aparecer) como en ese no-sé-qué que Chejov infundía en sus obras, ese no-sé-qué fundamental, que trasciende la cultura de sus personajes y hasta sus personajes mismos, que llega hacia el core de la vida misma y que, paradójicamente, sólo puede aprehenderse sentado en la butaca, atendiendo a la función del montaje de turno. Tres espectáculos en dos meses. Dios santo. Pronto tendré que revisar la cartelera y elegir entre cientos de obras una que me interese. Y si me da la gana anotaré algo o no, ya veremos.
I need to roll one y no hay un baño cerca. ¿Y si alguien se lleva mi laptop mientras estoy hablando con Nicholas?
Aquí dejo esto. Gandhi está casi desierto y las necesidades apremian. Un brownie y una coca no están mal por tres horas de internet, ¿verdad? La próxima sólo pido un té. Aunque debería estar estudiando que el mercado, que el capital y cómo hacer chalacas en la economía estatal. Y lareputamadre. Fuck it. Me voy a la residencia, a descansar un rato y a revisar las bases kuhnianas de un cuento-desafío que tengo que escribir para fines de mes. La próxima semana huiré a Uruguay y asunto arreglado. Se pueden meter su economía por el orto, guachos.