lunes, 30 de noviembre de 2009

viernes, 27 de noviembre de 2009

Rimbaud

- De eso mismo, de la Freiheit, es de lo que se trata. El método deconstructivista que sistematiza Derrida ya había sido llevado hasta sus mismos extremos por otro francés un siglo antes: la teoría sólo pudo ser teorizable imponiendo la advertencia, a todo momento, de que la destrucción de la barrera invisible que divide al sujeto del mundo, conclusión lógica del método, era imposible o, al menos, impensable como objetivo: la descontrucción es siempre, en efecto, un impulso interrumpido. ¿Qué otra cosa no quería hacer Rimbaud sino, a través del desarreglo sistemático de los sentidos, éffacer esa barrera, desaparecer la línea del horizonte? Frente a Rimbaud, Derrida parece un gran cobarde; frente a Derrida, Rimbaud es siempre un loco anarquista.

- De la Freheit se trata. Pero la Freiheit es, cómo no, un estado relativo: como el adentro y afuera, como el S1 y el S2, como el centro y el margen de la estructura. Ya advertimos que otro de los límites de la deconstrucción, un poco tonto por cierto, es que el método subversivo contra el centro de la estructura, a la vez que intenta desplazar a ese centro, hace aún más intensa la barrera que separa el adentro del afuera. Es una consecuencia que también puede encontrarse en Rimbaud, y la que ha determinado gran parte de la lectura de su obra. Rimbaud, que persigue la libertad como nadie más la persiguió, termina haciéndose esclavo de su propio deseo, la famosa "huida hacia adelante", es decir, el viaje estrepitoso hacia los márgenes y la conciencia posterior de que, finalmente, uno ha estado corriendo en círculos, y que se haya con ambos pies en el centro. Me imagino que Rimbaud también puede leerse de otra manera, al modo de nuestra premisa anterior: Rimbaud abandona la poesía porque se da cuenta de que la única forma de hallar la libertad plena es a costa de la cultura: la libertad implica una desubjetivización (des-sujetar al sujeto) que tiene como consecuencia última la erradicación de la conciencia de un yo y el mundo, del adentro (mío) y del afuera (ello, ellos). ¿Hay en la muerte de la forma alguna libertad posible? Muerte de la forma: homogenización del mundo, carencia de todo movimiento, como lo que llaman "lenguas muertas": un modo fijo (que ha dejado de ser modo y ha devenido lo Uno), impensable ya la variación. Un poco como la teoría del Big Bang define el estado primigenio del universo: una singularidad espaciotemporal de densidad infinita. Rimbaud entonces se niega y literalmente desaparece: creo que la única lectura posible de su abandono de París hacia el África es bastante elocuente, y a su vez, una manera radical de dejar de ser Rimbaud sin dejar de ser Rimbaud.

jueves, 26 de noviembre de 2009

- Cuando ella se hace cómplice me dan ganas de actuar como un adulto. Es difícil saber lo que el resto quiere, pero en eso, supongo, radica la ex-centricidad del amor. El mounstro terrible otrora conocido como Barthes decía que, puesto que nos resulta imposible salir del lenguaje, nos resta sólo pequeñas tretas, apenas minúsculas victorias en esos puntos en los que lengua se muerde la cola y hace insospechadamente cortocircuito. Uno de esos lugares es, me imagino, el amor, precisamente. El amor en su perenne rechazo a la verbalización. El amor como "lenguaje" subversivo, que renuncia a las palabras, al significado, que exige que las personas se comuniquen de forma extralingüística. También supongo que toda miscomunication es producto de aplicar la plantilla allí donde no corresponde, es decir, de intentar significar algo cuya dinámica renuncia desde el comienzo a toda significación.

- Escuchando una y otra vez el último movimiento de la novena de Ludwig van. Me enteré hace poco de que Bernstein era gay. Supongo que eso explica en parte la pasión ardiente de que sus interpretaciones están colmadas. Me quedé boquiabierto con una versión del 80 o 70 (con René Kollo, Kurt Moll y una hermosísima Hanna Schwarz), pero luego escuché una de 1989, en conmemoración a la caída del muro (Bernstein cambia en libreto una sola palabra y la sustituye por Freiheit), y creo que me quedo con esa. Es una versión más madura, como una explosión de felicidad.

- (Hace tiempo escribía lo mismo sobre la música de Mozart. De hecho, hay pasajes en la novena que recuerdan instantáneamente a las clásicas melodías mozartianas. La felicidad de Beethoven es, sin embargo, distinta. No sé cómo describirlo. La música de Mozart se parece a los gatos, a la risa de los niños en un parque un domingo soleado, a la belleza de una mujer que le duele a uno en el alma; la de Beethoven me evoca más bien el final anhelado de un cuento que uno cree, en el momento, que es bueno; la felicidad de un beso encendida por la libido; la sensación de haber sido comprendido por alguien a quien uno quiere de verdad. Hay que indagar más en eso).

- Hoy me pasó algo extraño sobremanera, pero me temo que no puedo contarlo aquí: quiero escribir un cuento sobre ello. Tiene que ver con niño, con una señora cincuentona, quizás con una combi. Título tentativo: Pétit-Rimbaud.

sábado, 21 de noviembre de 2009

¡¡NO SE PUEDE SALIR NUNCA DE LA CONCIENCIA!!

viernes, 20 de noviembre de 2009

Entonces es como estar en el puto bosque con los Rostov, ver pasar los animalillos y no tener piedad.
Any contemplation with your own frame of mind, with the language of your desire.
Prever, calcular, medir, racionalizar
as every movement or gesture condenses
la misma esencia del pareser. Me miras
performing what I think is the proper manner
el cortejo incesante de una intersubjetividad
that one can only grasp in his dreams
eso que es puro langage
Dasein articulado en llamas
intrínsecamente líquidas
ashes which can only rise
en la oscuridad solitaria de la memoria onanista.

jueves, 19 de noviembre de 2009

1) Escribir no tiene mucho sentido, salvo como neutralización de las sensaciones. Una opacidad que se desgaja en verbos; la extraña experiencia de la resolución en el tiempo de la frase, en el orden de la sintaxis, en la fijeza del sentido estrictamente gramatical. El sintagma ordena el pensamiento -como los cajones de la cocina de Zizek, llenos de calzoncillos- y a la vez ordena la comprensión de la propia experiencia. En este sentido, escribir es una manera de vivir: como quien dice, de dar vida a la misma vida. No es que esté justificando nada. Es un poco triste no salir mucho de las clases y de las lecturas obligatorias, pero en cierto curso estamos analizando una novela de un autor español. Hay un juego metaficcional que se resuelve en la afirmación de que todo es texto (algo nada nuevo, claro). No hay nada más que signos. Bien. El problema llega con el epílogo: el autor fictivo del texto insta al lector a dejar de leer e ir a vivir. ¿Pero dónde está la vida, si todo es texto?

2) Toda experiencia es perecedera. El valor de la memoria es el de la transfiguración, no el de la conservación. Dicho de mejor manera, el valor de la memoria reside en el emplotment.

3) Nos sentimos tentados a redefinir el arte pero no sabemos por dónde empezar. Afirmamos cosas, debatimos, arengamos. El vacío sigue allí. Lo cierto es que la literatura no puede cambiar nada. Ni la cultura. Ni siquiera el poder desde la cultura. El diálogo cerrado siempre ha sido presencia artística; un canon es indispensable, el juego tiene algún tipo de reglas. La libertad en la literatura -en todo- es sólo patrimonio del futuro, como el gozo de la memoria y de las fotografías, como la satisfacción plena del Deseo.

4) Si volvemos por un momento a Alberich, nos damos cuenta del fiasco que resulta este personaje: el deseo no ha desaparecido en él, sólo ha cambiado de forma. Tendríamos que concentrarnos en Bartleby o en Meursault: ellos son los verdaderos dioses de la historia de la literatura. El mundo los mira con perplejidad, con desazón, con asco, con envidia. A nosotros sólo nos resta un corazón palpitante en la penumbra.

5) Zu welchem Los erkoren -finalmente- ich damals wohl geboren?

6) Zu welchem Los...?

7) Nada, finalmente, resuelve nada.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Seinfeld strikes back!

So, ayer sucedió lo que tanto esperábamos los fanáticos de Seinfeld: se estrenó por fin el episodio de Curb your enthusiasm de la reunión del elenco original (¡incluido Newman!) para el ficticio reunion show, que, como sabemos los también fanáticos de Curb, ocupa el arco argumental de esta temporada de la serie. Carajo, qué idea tan genial la de David, la de hacer un episodio de reunión del elenco sin hacerlo realmente, gracias a las bondades de la metaficción. Dejo colgado el enlace del episodio online, aunque seguramente no estará disponible por mucho tiempo:

(El video murió)

sábado, 14 de noviembre de 2009

¿Hay alguien ahí, realmente? Si nos ponemos a pensar un poco, resulta incluso peligroso, bastante intimidante por lo demás, que haya, efectivamente, alguien allí afuera, el lector que de alguna manera me conoce y a la vez -porque lo he procurado con todas las fuerzas, porque no podía ser de otro modo- no sabe nada de mí. ¿Quiero que se sepa algo de mí? ¿Para qué, si no, llenar espacios virtuales de letras negras, tender una mano invisible hacia la oscuridad remota? Ahora que estoy aquí, sentado en la esquina y mirando la pared, ahora que escribo y que sólo -Dios mío- puedo escribir y seguir escribiendo y confiar en que todo estará bien, en que las palabras, al ser pronunciadas -no importa qué palabras-, tendrán algún efecto sobre, digo, sobre algo, sobre el exterior, sobre ese exterior que está determinado por el interior, porque sucede que a veces no me doy cuenta y miro a través de las ventanas de los micros y la gente se deshace, unos ojos negros se cruzan fugazmente con los míos y siento como una especie de horror al sentirme expuesto, ante la conciencia de la ex-sistencia del otro, el otro que me ha descubierto mirándolo (recuerdo aún cuando descubrí por primera vez el juego de las miradas revertidas en los espejos, la desesperanza de la mirada imposible), y la basura y los periódicos y el humo que me gustaría aspirar ahora, por la ventana, como antes, si no estuviera enfermo, digo, sino me doliera el puto abdomen, sino me hubieran metido una sonda en la maldita vena hace unas horas, durmiendo todo el día, sin sensaciones, apenas vislumbrando mi propio deseo, aspirar el humo en la calle, el peligro y la cadencia de los labios, acaso un tipo desconocido dándome un sermón, que sino me comporto como persona normal, que si resulto hostil, que la chica del costado se ha interesado por mí y la veo y resulta que es fea and so on, la sonda en la maldita vena y el techo blanco, prístino, y mear en medio de los árboles y alguien que me dice que parezco gato y yo que pienso inmediatamente en Julio Cortázar con sus ojos excesivamente separados uno del otro y los labios finos, el mohín de indiferencia que un escritor supuestamente ha de tener, la cara de huevón angélico que el poeta debe tener -parafraseando a Watanabe-, y yo que le digo gata a una chica con excesivo entusiasmo, mi manera de decirle lo impronunciable, el techo prístino y la literatura médica que le subyace, las evocaciones en medio de un cigarrillo -si tan solo si-, los cuentos de Cortázar, las chicas feas y la basura y los periódicos y la mano, la mano siempre presente, que se extiende hacia la más terrible penumbra en busca de consuelo, el helado ella siempre lo pedía de chocolate, y la segunda bola también, y no se necesitaba un genio para adivinarlo pero ella igual me reprendía cuando no recordaba sus conciertos, y cuando por fin fui a uno -el amigo con el que fui casi se queda dormido-, le dije que las brujas, sólo por el hecho de serlo, no tenían que andar tan despeinadas y me olvidé el paraguas, tenía un amigo que no creía en los paraguas y cuando salíamos en plena lluvia se mojaba, y yo le preguntaba, desde mi seca ontología, si ahora creía y me decía que se iba a mojar más si lo usaba, creía en Dios pero no creía en los paraguas, y en los techos prístinos y en las chicas feas y los complots de las mujeres, la oscuridad que de repente refulge y los poemas de Rimbaud, tatuados en la geografía de una lágrima, el café y las mujeres cuya belleza duele, the wholesome beauté that hurts, el sabor del vino en la mañana y unos ojos cariñosos que mi miran, yo que no puedo creer el privilegio, las miro durmiendo allí -hace calor, una de ellas viste shorts-, ellas me invitan a salir, entro y está fresco y me acurruco bajo el techo prístino, las chicas feas en la pizzería, pedimos lo de siempre, la de espinaca y una empanada de carne, a veces una de pollo, yo no he oído nada de lo que han dicho en el taxi, ella que se va quién sabe dónde, quién sabe cuándo la veré de nuevo, los micros y la basura, toda gente inútil que no sirve para nada, todos como florero de cementerio en un día de llovizna, el silencio que se rompe por uno que otro comentario insospechadamente idiota, el techo prístino y los cuentos de Cortázar, la felicidad de los cuentos de Cortázar, la libertad que uno cree que aún puede experimentar, la edad y los niños que lo rodean, ella que viene con su polo de Pucca y yo como Humbert Humbert, le veo la piel blanca bajo el polo y adivino el parpadeo de las luces que a lo lejos van marcando mi retorno, retorno anhelado al humo de los ventanales, las sílabas y las cervezas en lata (nunca le escribí un soneto a ella), el agua en su quietud abrumadora y la noche como un espectáculo cuya sordidez parece dar cuenta de la existencia de Dios, los poemas de Rimbaud y las caravanas de los animales de lujo mientras camino bajo la sombra, las fosas que se cierran con la humedad, sus piernas, entre las que quisiera quedarme para siempre, los trayectos hacia la biblioteca y el segundo acto del Tristán, las niñas que se tocan en el cuento de Cortázar y la sensación de estar leyendo un maldito cuento de Vargas Llosa, el castigo de las niñas y el polo de Pucca, los techos prístinos de los que intento esconderme, el vacío, la desidia, el resplandor de los faroles, las sonrisas perdidas, el tiempo, lo que no se puede superar, lo innombrable, el deseo, la pérdida, los libros, las genealogías, las gotas para los ojos, la botella de agua perdida en Penitentes, las esquinas, los arrebatos, el sufrimiento, la esperanza, las palabras.
¿Por qué combatir la locura con más locura?
Mejor pasemos a otras cosas.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Perhaps it is out there, somewhere.
It that bends it all.
It the unspoken, which maybe it is only
faint and fear,
which perhaps feels like
grasping a ghost in the dark,
motionless,
as it vanishes away,
as you surrender to the insistent
crying for existence of Desire.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Hier wütet der Tod!
WAGNER.

Hasta qué extremos me ha llevado el corazón robado, das kannst du
[nie erfahren.
Hay un par de gaviotas: su aleteo se parece a la desintegración de
[mi esperanza.
Desde mi atalaya estoy atento.
Silencio.
Nubes, sombra, tormenta.
El deseo es un puente deshaciéndose hacia el vacío; el poema, un
[remolino.
Hasta qué extremos me ha llevado el corazón robado, das kannst du
[nie erfahren.

sábado, 7 de noviembre de 2009

No me aguanto no publicar esto. Slavoj Žižek, en su día de matrimonio (con una argentina que está más buena que el pan):


1) Dios, qué pendejadas escribo cuando estoy borracho. Si soy sincero -¿por qué no serlo aquí, ahora, en estas palabras?-, estaba bastante conmovido en su momento. Cositas como el rebote escueril del significante-deseo lacaniano no dejan de obsesionarme; el que en medio de un arrebato sentimentaloide haya surgido, como relámpago, como carcajada en un funeral, el cólico del deseo, es, sinceramente, bastante gracioso. Y más aún, que mi pobre corazón rimbaldiano haya conjurado, en ese momento de silencio expectante, el cuerpo de la Chilena. Pero estas cosas no tienen por qué resolverse aquí. Nada tendría que resolverse aquí, en realidad.

2) Apuntes fugaces

- Lo indescriptiblemente genial del montaje de Las brujas de Salem. Ya no estoy para hacer crítica teatral -para dármelas de crítico teatral-; sólo dejaré apuntado aquí que ha sido una experiencia maravillosa. Espero no olvidar pronto la síntesis que, sin saberlo, Proctor hace de su propia situación y de la época a la que está condenado: Dios ha muerto... ¿quién podrá juzgarme? Carajo, eso está muy bien. Pero muy bien.

- He descubierto, sin querer, el Facebook -y con ello, el nombre- de la chica de rayitos con la que he estado intercambiando miradas en los últimos meses. Tendríamos que indagar en esto del Facebook, en esa necesidad -¿de dónde ha salido?, ¿desde cuándo está presente?- de mantenerse informado y mantener informadas a las personas, como si tuviésemos una suerte de obsesión con el control sobre otras personas, como si gozáramos al ser controlados, sabiendo, sufriendo si no sabemos, sintiendo placer al ser vistos, al provocar el conocimiento, ser fuente de conocimiento, etc., etc. Supongo que tendrá algo que ver con la rapidez con la que, por ejemplo, la gente necesitó en su momento tener noticias sobre la muerte de Michael Jackson, o con la omnipresencia e invisibilidad del capital, con la ahistoricización del presente y la enajenización, etc. Cosas de las que no tenemos tiempo para pensar porque hay out there una pila de lecturas haciendo de ballena blanca.

- El único defecto de esta chica, a juzgar sólo por su fotos del Facebook, es la conciencia -no importa si justificada o no- de su propia belleza.

- Tendría que escribir más seguido. La chica a la que deseo no aparece, parece haberse esfumado en el aire. Tendría que dejar de tener miedo. ¿Me ha mentido cuando me ha dicho que habría que escribir más seguido, dejar de escribir sobre prendida, no sea que aparezca, acaso, tremendamente patético brillaban, cuando sonreía.

- Tengo 23 años, es noviembre, el mundo sigue ahí y yo sigo contando sílabas. Me duele el costado del abdomen.