sábado, 7 de noviembre de 2009

1) Dios, qué pendejadas escribo cuando estoy borracho. Si soy sincero -¿por qué no serlo aquí, ahora, en estas palabras?-, estaba bastante conmovido en su momento. Cositas como el rebote escueril del significante-deseo lacaniano no dejan de obsesionarme; el que en medio de un arrebato sentimentaloide haya surgido, como relámpago, como carcajada en un funeral, el cólico del deseo, es, sinceramente, bastante gracioso. Y más aún, que mi pobre corazón rimbaldiano haya conjurado, en ese momento de silencio expectante, el cuerpo de la Chilena. Pero estas cosas no tienen por qué resolverse aquí. Nada tendría que resolverse aquí, en realidad.

2) Apuntes fugaces

- Lo indescriptiblemente genial del montaje de Las brujas de Salem. Ya no estoy para hacer crítica teatral -para dármelas de crítico teatral-; sólo dejaré apuntado aquí que ha sido una experiencia maravillosa. Espero no olvidar pronto la síntesis que, sin saberlo, Proctor hace de su propia situación y de la época a la que está condenado: Dios ha muerto... ¿quién podrá juzgarme? Carajo, eso está muy bien. Pero muy bien.

- He descubierto, sin querer, el Facebook -y con ello, el nombre- de la chica de rayitos con la que he estado intercambiando miradas en los últimos meses. Tendríamos que indagar en esto del Facebook, en esa necesidad -¿de dónde ha salido?, ¿desde cuándo está presente?- de mantenerse informado y mantener informadas a las personas, como si tuviésemos una suerte de obsesión con el control sobre otras personas, como si gozáramos al ser controlados, sabiendo, sufriendo si no sabemos, sintiendo placer al ser vistos, al provocar el conocimiento, ser fuente de conocimiento, etc., etc. Supongo que tendrá algo que ver con la rapidez con la que, por ejemplo, la gente necesitó en su momento tener noticias sobre la muerte de Michael Jackson, o con la omnipresencia e invisibilidad del capital, con la ahistoricización del presente y la enajenización, etc. Cosas de las que no tenemos tiempo para pensar porque hay out there una pila de lecturas haciendo de ballena blanca.

- El único defecto de esta chica, a juzgar sólo por su fotos del Facebook, es la conciencia -no importa si justificada o no- de su propia belleza.

- Tendría que escribir más seguido. La chica a la que deseo no aparece, parece haberse esfumado en el aire. Tendría que dejar de tener miedo. ¿Me ha mentido cuando me ha dicho que habría que escribir más seguido, dejar de escribir sobre prendida, no sea que aparezca, acaso, tremendamente patético brillaban, cuando sonreía.

- Tengo 23 años, es noviembre, el mundo sigue ahí y yo sigo contando sílabas. Me duele el costado del abdomen.

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