domingo, 26 de abril de 2009

Pecas te dicen, y tu rostro es una noche nublada -de allí a pecadora hay un solo paso. ¿Qué digo, pez obtuso en el remolino del instante perdido, irremisiblemente perdido ya, decidido por unas manos quietas y una botella de agua? El colmo de la exageración, el querer, por pura mendicidad, triangular líneas. Digo querer, y parece como si se me fuera la vida en el verbo. Mis citas de Fígaro y tú mirando tu iPod. Una esquina nocturna, las cejas reverberando de confusión frente a una tienda de pinturas. Los ojos, transeúntes que pasan. Un mohín de conato pleuro. Una música barroca lejana, perdida entre los viñedos. Esa mirada, por Dios -el tremante de los labios. Esa mirada.

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