jueves, 9 de abril de 2009

La verdadera vida siempre está en la memoria. No la memoria fidedigna, la del día siguiente, la desinteresada: la que busca lamerse las heridas, la relectura desde la ausencia, la transfigurada.
La verdadera vida está en la imaginación.
Las cosas siempre se vuelven estáticas.
Incluso las páginas parecen teñirse de tristeza.
La verdadera vida está en los otros.
Y el otro siempre mira hacia otra parte.
Como si te pudieras comunicar verdaderamente con alguien, de cualquier modo.
Esos silencios convencionales, el hacerse el desentendido.
Ese pull-yourself-back.
Dejar que el trabajo colme el desasosiego.
Qué precioso cuando otro te hace reír sin querer.
Cuánto amor negado puede respirarse en el aire.
Te dan ganas de desnudarte, de matear en un gran parque y mostrar, sin miedo, los dientes teñidos de verde.
Te dan ganas de "forget your troubles and woes".
De dejar de criticar a todos.
De pensar cuán triste es esta chica, que imita en todo -hasta se tiñó el cabello del mismo color; hasta se inscribió en el mismo curso de fotografía- a la niña maravillosa, sin éxito.
De pensar cuán infeliz es esta niña maravillosa, con sus ojeras rebosantes de pena.
De pensar que tu amigo tendrá que volver a su vida de mierda esa misma tarde.
De que todos se irán, y volverán a sus trabajos, a su sexo insatisfactorio, a revisar papeles, a fingir autonomía.
De que los olvidarás, de que llegará un momento en que ya no te importen.
De que tu misma vida se está yendo por el desagüe.
Olvidar, desnudarte, recibir el sol en plena cara sin temor.
Respirar.
Cantar en el subte a plena voz.
Mirar a los otros y sonreírles.
Amarlos en silencio, en la algarabía.
Y sentir que ellos también te aman.
Y que todavía queda esperanza.


2 comentarios:

aLexandra dijo...

pero esos otros no son concientes de que llevan pedazos de vida en el micro y los pierdan.

mestanza dijo...

No creo haberte entendido. ¿Te refieres al, por decirlo de algún modo, "desaprovechar" la vida en los micros? Cuando escribí el post estaba triste. Y la tristeza, es decir, la Tristeza, es casi siempre un producto de la Soledad. Es curioso que uno sienta tan ciertas las palabras de Paz, por ejemplo, cuando lee su "Piedra de Sol": sí, se dice a sí mismo, los otros, la vida está en los otros. Luego sales a la calle y lo encuentras imposible. Luego un amigo te dice cualquier pavada y vuelves a tener esperanza.
Supongo que Bezújov, ese personaje un poco bufonesco de Guerra y Paz, tenía razón: lo importante no es, realmente, buscar la felicidad, sino creer que la felicidad es posible.