domingo, 13 de septiembre de 2009

Pequeñas impresiones antes de dormir.

1. Leyendo Watchmen. Un amigo de Joe tenía una copia back in Buenos Aires; recuerdo que Joseph me dijo "seguramente te gustaría". Tenía razón, aunque aún no sé por qué razón me lo habrá dicho. Como él, experimento cierta sensación de culpa al leerlo, aunque por razones distintas.

2. Cansado. Sin dormir bien la última semana.

3. Sin ganas, también, de ir mañana a clases. Il faut, sin embargo. El hueco entre clases es de cinco horas: se entiende.

4. Sin ninguna sensación opresiva o melancólica. Un poco de angustia, quizás, a causa del mar de lecturas en el que tengo que sumergirme en tan poco tiempo.

5. Cada día reviso mi correo no deseado con un what if pendiendo como hilo de baba del labio inferior. Si un clavo saca otro clavo, se me ocurre ahora, la sexualidad humana puede entenderse como una función de naturaleza paradigmática.

6. Es curioso, como un contexto de obligación, por más irrisorio que sea, tiene la capacidad de dar un sentido a las cosas, siquiera en un intervalo temporal estrecho. Work is the illusion of meaning, decía Woody Allen.

7. Cuando la puerta está abierta, y uno sólo puede caminar de espaldas hacia el vano.

8. Un poco de frío en las manos. Los cambios de estaciones sellan mi maldita nariz cual concreto.

9. Sentirse resguardado sin preguntarse mucho por ello está bien.

10. Las aventuras verdaderamente gozosas son como la naturaleza constreñida en el rigor del jardín. Los límites surgen de distintas fuentes: la compañía de alguien de confianza, la plena seguridad en uno mismo, la experiencia, etc. En los románticos, por ejemplo, la fe que profesaban operaba como jardinero en sus paseos nocturnos (cf. Goethe; aunque ya en Bécquer el perímetro se desdibuja:

Yo sé que hay fuegos fatuos que en la noche
llevan al caminante a perecer;
yo me siento arrastrado por tus ojos,
pero adónde me arrastran, no sé.
[Rima XIV]).

Cuando le preguntaban a Heiner Müller qué pensaba al respecto de aquel supuesto yearning for death de los protagonistas de Tristán, respondía que era "Absurdo. El romanticismo entendido de la peor forma". Nadie puede desear la Naturaleza sin carecer de cierta desmesura.

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