sábado, 3 de octubre de 2009

Lo que quería decir hace un rato no era lo que escribí. En realidad, la interpretación de Windgassen es una cosa increíble, insuperable. Pero también la de Vickers. Creo que puedo expresarme coherentemente de esta manera: el Tristán de Windgassen es un Tristán trágico; el de Vickers, si cabe, un Tristán épico. El Tristán de Vickers mantiene la nobleza de su heroísmo hasta el mismísimo final; el de Windgassen se hunde en una desesperación que, mucho más que la herida de Morold abierta por Melot, termina matándolo.

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