viernes, 2 de octubre de 2009

He escuchado muchas, pero muchas versiones de Tristan, y, les voy a ser sinceros (asumiendo que hay alguien ahí afuera, escuchando lo que digo), ningún intérprete, ni siquiera Windgassen, me ha conmovido tanto con su Tristán como Jon Vickers. Su majestuosidad, el vigor con el que lo interpreta, esa entereza llena de realeza, esa desesperación wertheriana, como recitar, con un sosiego sobrecogedor, el poema de la propia muerte.

Sólo quería decir eso.

No hay comentarios: