sábado, 3 de octubre de 2009

- Antes -hace unos meses- mis preocupaciones habían cambiado radicalmente (o al menos estaba convencido de ello, y eso siempre basta). Hoy parecen volver al mismo axis, por alguna razón que aún no logro descifrar.
- Por ejemplo, aquella vez que me hallaba en el micro, tan tranquilo, pensando en sus labios, en lo que le diría, en el upper-hand.
- O cuando revisaba la complicada jerarquía de las hordas nazis.
- ¿Por qué tiene que ser así, que el presente siempre aparente ser una puesta-en-degradación del pasado?
- Veo su carita, y pienso Dios, ¿cómo puede ser que...?
- Leo al Inca Garcilaso; pienso: "cómo me gustaría poder escribir óperas".
- Una página infamante, sin lugar a dudas.
- Camino por el parque. Le comienzo a enumerar (Dios...) las nacionalidades de los autores que tengo en mi biblioteca. Cuando iba por los italianos o quién sabe qué, me toca la mejilla, me pregunta si tengo frío.
- Articulando pequeñas monstruosidades: cómo un discurso -un componente discursivo puesto en acción sobre la realidad- puede transformar cualquier acontecimiento.
- ¡Qué tragicomedia, ver al pobre Felipillo enamorado y, por ello, presionando para que maten a Atahuallpa!
- Es decir, nuevas preocupaciones: la convicción, nunca corroborada, de que era al fin capaz de manejar mecanismos nuevos, de experimentar con ellos, de ponerlos en marcha.
- Le digo que quiero besarla.
- Escenas inimaginablemente cruentas, bajo la batuta de una administración fatal. La tragedia de los verdugos es un tema infinito. Satanización gringa aparte, esos hombres -muchos de ellos arrastrados al partido; pero esto no es una apología, ni mucho menos- tuvieron que haber sufrido como ningún otro verdugo jamás en la historia; su tormento tuvo que estar a la altura (es un decir) de las circunstancias. The language proves itself useless in those circumstances.
- Claro que su sufrimiento no fue nada comparado con el de sus víctimas, por Dios.
- En realidad, en el Inca, la tragedia es una tragedia lingüística: la brutalidad de la conquista, la incapacidad de los historiadores españoles para contar con verdad la brutalidad de la conquista, ambas, provocadas por la falta de comprensión entre los españoles e indios. Lost in translation, indeed.
- Poco a poco voy perdiendo la dignidad. ¿Cómo proyecté la ilusión sobre ella de que valía la pena?
- Pero supongo que las cosas volverán a su sitio cuando haya un poco menos de presión. Hay un testimonio; se puede avanzar, seguir los rastros.
- Cuesta a veces volver la mirada, dejar de esconderse.

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