sábado, 30 de mayo de 2009

No lo será, entonces. En los intersticios de las palabras, en el amago del no siendo en el poder, en la vana esperanza del hermeneuta. Allí, entre los dedos, como una ligadura infinita en el arco del violín. Resuena, se sorprende cantando en el aire opaco de un vaso de agua. Ojos, boca, labios; piel. Allí mismo, en el ascua, en lo contenido inefable, en ese preludio que es como el abrirse de todas las puertas. Campo a través, aire, vastísimo cielo; todo lo que no puedo aprehender con mis manos, todo lo que cabe en la muesca de un dado. Una nota buscando su morada en una explosión dodecafónica. El respirar rocas, ese templar de intestinos. Allí mismo, en la oquedad de las rodillas, allí, en el desvanecimiento de todas las palabras, en el desbarrancarse del mismo lenguaje. El horror del ojo que se sorprende mirándose a sí mismo. El tacto que ha descubierto, desvelando su propia figura, la muerte de todas las formas.

1 comentario:

Unknown dijo...

Exactamente allí debe estar el avión que desapareció hoy camino a París.