jueves, 27 de marzo de 2008

Post après déjeuner

Llama la atención lo tremendamente voluble de la naturaleza de cualquier situación o conducta. Ayer, esperaba prendido en llamas; hoy, la compañía humana me es profundamente indiferente. El verdadero problema es que uno se hace expectativas con los demás que éstos rara vez pueden colmar. Todo es tan grosero que parece hecho adrede. El aburrimiento conduce a la misantropía y la misantropía es otra manera de aburrirse.
Y, bien sûr, al otro lado está la misoginia. De golpe he comprendido el significado de una frase de las Illuminations de Rimbaud, "animales de lujo", al recordar una escena de mi vida que, si no fuera por Rimbe, hubiera olvidado sin remedio, de lo insignificante que era. Por contraste, ahora odio a casi todas las mujeres. ¡Qué razón tenía (tiene) el pequeño Rimbe cuando escribió: Hay que reinventar el amor!
Contradictoriamente, me he quedado prendado de Patti Smith. Una excepción a mi machismo musical.
En fin, ando leyendo una biografía de Rimbe, lo que explica mi testarudez por citarlo y hablar de su vida. Hace poco vi una película reciente inspirada en Bob Dylan que me prestó Fernando, y, aunque no me gustó (too arty, aunque Cate Blanchett estuvo demasiado chévere), no pude evitar sonreír como un idiota (¡la sonrisa del idiota!) cuando uno de los personajes se presenta como ARTHUR RIMBAUD. Algún día dejaremos rosas blancas empapadas en ajenjo al pie de su tumba en Francia; guardaremos las rojas, cómo no, para Jim Morrison.

En fin. Me voy, a pararme en alguna esquina a silbar ese estribillo de Carmen que dice

Sur la place, chacune place,
chacun vient, chacun va.
Drôles les gens que ce gens-là!




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