jueves, 17 de diciembre de 2009

Les voy a confesar algo: este blog nació para trabar contacto con una mujer que sólo conozco a través de otra mujer con la cual perdí el contacto hace ya más de cinco años. Hasta este momento no la he visto una sola vez en mi vida (acaso hemos tomado el mismo micro alguna vez, acaso hemos estado sentados, sin saberlo, en la misma función de teatro, ella incapaz de reconocerme, yo totalmente desatento), y sin embargo, sin querer, han surgido cosas bonitas aquí, cosas mayormente relacionadas con desamores o con proyectos abortados, algunas cosas sobre música y otras sobre lecturas que me llamaron la atención en su momento, un dossier más o menos grueso de mi existencia. Puesto que aquel sentido se perdió hace tiempo -creo que apenas después de la primera entrada- este blog ha ido siempre un poco a la deriva, sin ninguna dirección específica. Creo poder afirmar que más del noventa y nueve por cien del contenido de este sitio nació por la urgencia del momento: rara vez me he sentado con guión en mano, rara vez he pensado dos veces lo que iba a escribir, algunas veces he estado ebrio o drogado mientras escribía y una o dos veces (pero no más) he corregido entradas ya escritas. No me estoy autoelogiando ni nada, ni haciendo una poética ni apadrinándome de ningún francés. Cortázar decía que él nunca se sentaba a escribir con saco y corbata pero, si somos realmente sinceros (digo 'nosotros' por los que intentamos, siquiera, escribir: ya el atrevimiento merece cierto tipo de solidaridad), uno siempre se sienta a escribir, digo, a escribir, con saco y corbata. Incluso la desfachatez más inusitada, el gabán más roído y mugriente en un concierto vienés de año nuevo, es ya el producto de un cálculo, de una operación formal. No es el mejor ejemplo, pero de algo sirve. En fin, si de algo ha servido este sitio ha sido para quitarse el gabán, colgar la corbata, dejarse encima los calzoncillos sucios. La presión aquí es inexistente, tanto porque nadie, o casi nadie, conoce este lugar (Dios sabe que los pocos amigos que lo han descubierto lo han hecho por sus propios recursos), como porque las correcciones a las entradas están prohibidas a priori. También, supongo, este lugar es un testimonio de cómo sacudirse de encima cualquier clase de narrativa teleológica es prácticamente imposible. En fin. He estado escribiendo en pasado, como si esta fuera la última entrada, como si me dispusiera a cerrar este blog. Nada. El fin de este lugar llegará como el de los noviazgos excesivos: se enfriará poco a poco hasta que ya no quede nada, salvo unas cuantas palabras.

No hay comentarios: