jueves, 1 de enero de 2009

Post n° 101

Me acabo de dar cuenta de que el post anterior fue el número 100 de mi triste, solitario pero siempre honesto blog. ¡Qué logro! Logro, sí, puesto que yo soy un peruano en toda regla: así como el Estado -y esto es síntoma de un mal social- es incapaz de llevar a cabo un proyecto a largo plazo, sea el que sea, así yo mismo, peruanito refugiado en mi casa, carezco del mismo impulso, la misma disciplina, para llevar hasta las últimas consecuencias una empresa medianamente amplia. Y, claro, poseo la misma carencia de memoria. ¡Ah, la memoria de los peruanos! Pero ya, si revisamos mis antecedentes (al menos cuatro intentos de blog, que terminaban a la semana de empezados, e innumerables intenciones de proseguir un diario, una y otra vez), éste es un logro del que me debería sentir más o menos orgulloso. ¡Cien entradas! Después de todo, el propósito de este blog siempre fue el autoescrutinio: la clásica de "a ver qué mierda escribía de esqüincle hace cuatro o cinco años, cuando creía saber algo cuando no sabía nada". Una carta hacia el futuro, una bitácora de un yo que jamás volverá a ser, pero que fue, y cuyo estar-siendo en un presente ya convertido en pasado fue necesario para que el yo del presente, ahora futuro, fuese ese yo y no otro huevón, acaso más feliz y más imbécil, or the other way around. ¿Se entiende? Qué importa, la cosa es que el yo del futuro lo entienda. Y si no está cagado del cerebro por las drogas, o enfrascado en un amor aburrido, o ya enteramente muerto, pues, supongo, sabrá apreciarlo con una sonrisa. En fin, éste es mi post n° 101, el primero en el primer día del 2009. Y aunque esas cosas más bien me llegan al vello púbico más chiquitito del esfínter, pues, de algo valdrá. Después de todo, me alegra que el anterior haya sido el post cien. No fue tan malo como los otros, y eso ya es un avance. Para quien crea que el nuevo año trae nuevas oportunidades de cambio para bien -no como nosotros, que consideramos, con el buen Kundera, que la gente nunca cambia bajo ninguna circunstancia-, ¡felicidades! Y para el resto, pues, niente. Prosperidad y felicidad a raudales, críos. Que sólo vale la pena emborracharse en este mundo. ¡Prosperidad y alegría!

1 comentario:

Unknown dijo...

Enhorabuena, puto. Aunque hay "posts" que son sólo videos,jaja.

Prosperidad y borracheras infinitas.