lunes, 8 de octubre de 2012

"This is how you lose her", por Junot Díaz

Ahora que puedo bajarme las últimas novedades directamente a mi celular y leerlas sin mucho problema, en vez de esperar a tener suficiente dinero como para pedir por Amazon o esperar a que un amigo esté dispuesto a traerme los libros que quiero y la tarea extra --con su gran arbitrariedad intrínseca-- de elegir qué puede traerme por el poco dinero de que dispongo, me ha sido posible leer, apenas a menos de un mes de su publicación oficial (y ello porque en realidad no se me ocurrió antes bajarme la aplicación del Kindle a mi celular y porque no sospechaba que fuera tan cómodo leer en él), la última novela de Junot Díaz, "This is how you lose her". Esperaba con muchas ansias poder leerla, después de haber devorado, dos veces seguidas sin mucho tiempo entre lectura y lectura ("The brief wondrous life of Oscar Wao" me gustó tanto que la releí algunas semanas después de haber gozado con ella por primera vez), su primera, extraordinaria novela.

Lo voy a decir de una vez: no fue lo que esperaba.

Quizás mis expectativas eran demasiado altas. No estoy ahora mismo en una posición como para desentrañar "Oscar Wao", en parte porque ya es tarde y en parte porque hace tiempo que no hago reseñas literarias, pero lo que puedo decir, que no es mucho, sobre esta novela es que carece de la 'organicidad' de la primera. "Wao" era un mundo dentro de sí mismo, con sus propias leyes de representación y su lenguaje cimentado en la narrativa que Díaz proponía a desplegar: así, por ejemplo, las constantes referencias a la cultura nerd (los libros de Tolkien y Herbert, los comic-books, animes como "Akira") surgían espontáneamente de la naturaleza del protagonista, Oscar Wao. Quiero decir, la peculiar personalidad de Oscar transformaba la representación de la realidad de una manera novedosa, sí, pero también, si vale el término, "legítima", pues tal cosmovisión a) nacía de este personaje, lo que hacía de la representación no sólo espontánea, como dije, sino forzosa (he ahí la magia) para el mundo que intentaba narrarse, es decir, como consecuencia natural de la hechura misma del protagonista, y b), como boomerang, tal representación redundaba en la mejor descripción y narración de Oscar. No sé si me hago entender, pero supongamos que sí. En "This is how you lose her", tales referencias (que, bien es cierto, no son tan abundantes como en "Wao") se mueven sobre vacío, como si Díaz las hubiese adoptado no como recurso narrativo, sino como marca de estilo. Es decir, parecen gratuitas. También el lenguaje, que en "Wao" saltaba de la más rampante oralidad a párrafos de maravilloso cuidado, en "This is how you lose her" pierde el vuelo y muchas veces --no todas, porque Junot sigue siendo, al fin y al cabo, un buen escritor--se vuelve banal e intrascendente.

Pero también es cierto que esta novela --Michiko Kakutani la llama "colección de historias"-- no posee las pretensiones de "Oscar Wao": esto es, narrar un universo. Siempre he pensado que hay que medir los objetos de arte con la vara de su ambición: hay piezas que pretenden ser monumentales y lo logran, hay obras que lo intentan y no llegan a serlo y, también, las hay que no pretenden ser obras maestras. "Wao" constituía el esfuerzo de abarcar la historia de República Dominicana y el régimen de terror de Trujillo, la historia de una familia en tres generaciones, el desarraigo de la vida del latino en Estados Unidos, la supervivencia de una familia hecha de una madre enferma y un hijo socially awkward y una hija rebelde, la soledad de una vida subsumida en una violencia aparentemente atávica --y aparentemente racial y nacional-- de la que no se puede escapar, el desamor y la desesperanza. "This is how you lose her", por el contrario, se propone narrar una sola situación en particular: la ruptura por infidelidad de un amor intenso y el consecuente deseo del protagonista de rehacer su vida. Y si se la observa desde esta pretensión, la novela, en verdad, obtiene cuantiosos logros.

Ello se observa en particular cuando el relato se abre desde la historia de Yunior, su protagonista (personaje que recordamos de "Wao" y que también aparece en "Drown", que aún no leo), hacia las historias de Rafa y de Yasmin. La situación que se plantea en principio es la siguiente: Yunior, joven dominicano adepto al gimnasio y con ínfulas de escritor, es abandonado por Magdalena, su novia de muchos años, porque ella descubre sus numerosas infidelidades. Díaz nos muestra el mundo del post break-up, cómo intentan hacer que la relación funcione por unos meses y cómo, finalmente, todo colapsa y ambos dejan de verse. La narración de esta historia entonces se interrumpe, y pasamos a observar algunas de las otras relaciones fallidas de Yunior. Nos familiarizamos con el personaje: un mujeriego descuidado, que sólo aprende que quiere ser mejor persona cuando todo ya está perdido, un tipo que al final de cuentas quiere ser mejor (pero quizás solo porque la situación lo obliga a ello). Un pata que se deja llevar por la inercia del sexo (porque es muy fácil, porque todos sus amigos lo hacen, porque ése es el mundo donde ha nacido y porque tal condición, la del mujeriego, es prácticamente 'dominicana' por definición) y que al final descubre que su relación era algo más significativo que todo el tire que hubiese podido conseguir en su vida. Y luego vamos calando más hondo: regresamos a su infancia y conocemos a Rafa, el hermano mayor, más salvaje e inescrupuloso que Yunior, un "cuero" en la jerga dominicana, un "tigre", quien desarrolla leucemia y se va muriendo y un poco matando de a pocos. El frenetismo con que Rafa asume su enfermedad, su negación rotunda a que ella lo anule, sus continuas pruebas, ante todos y ante él mismo, de que ella no lo va a vencer ni lo va a cambiar (en vez de echarse a descansar después de la radioterapia sale a la calle y se emborracha continuamente, se acuesta con un montón de "sucias", consigue un trabajo que termina llevándolo al hospital y hasta se casa con un personaje notable, Alma, tonta y calculadora, cínica y a la vez entrañable superviviente), aquel frenetismo, decía, recuerda mucho a la actitud de Beli, la madre de Oscar Wao. Y luego hacemos otros dos saltos antes de que la historia de Yunior se resuelva: el segundo nos lleva a la breve estadía del padre con la familia de Yunior, en los primeros meses de la llegada de todos a los Estados Unidos, y nos ofrece el espectáculo de su actitud despótica con los hijos y la madre, a quienes no deja siquiera salir a la calle y a quienes abandona continuamente, con la excusa de irse a trabajar, para acostarse con otras mujeres; el primero, cosa extraña pero notable, nos presenta a Yasmin, personaje aparentemente desvinculado por completo de la historia de Yunior (sospecho, sin embargo, que Yasmin era una de las queridas de su padre, y que la Virta a que continuamente se hace alusión no es otra que la madre de Yunior, aunque todo ello no tiene gran importancia), y la dura vida que debe llevar como lavandera en un hospital. De todas, ésta es la historia que a mi parecer posee la mayor calidad y causa el efecto más potente en el lector. La desesperanza, y la frialdad con que Yasmin asume su situación desesperanzada --se acuesta con un hombre casado que vive a medias con ella, abandonándola por las mañanas y a veces por varios días, un hombre que está resuelto a irse a vivir con ella a una casa nueva y que sin embargo no es capaz de dejar del todo a su esposa y a sus hijos--, conmueven y asombran. La mujer dura que es Yasmin no llora frente a ese porvenir mezquino que tiene frente suyo, ante esa vida que nunca que termina de concretarse con un hombre que uno no sabe bien si ama o quizás sólo soporta y el que, sospechamos, no le podría dar una mejor vida que la que lleva; una mujer templada por el dolor, hecha a medida del invierno duro de la ciudad, y que sin embargo logra aún reconocerse en esa joven Samantha, su ayudante en la lavandería, que todavía tiene esperanzas de poder sacar las manchas de aquellas sábanas que Yasmin sabe que nunca podrán borrarse y que están destinadas a ser incineradas. Estos pasajes son de gran calidad y nos demuestran que Junot Díaz no es un one-hit wonder, que puede aún brindarnos una novela aún mejor que "Wao".

En suma, "This is how you lose her" está destinada a defraudar a los lectores que busquen en ella el monstruo que fue "The brief and wondrous life of Oscar Wao", pero les procurará no poco placer. Por $14.99 en versión digital (unos cuarenta soles... será caro para ser un e-book, pero recuérdese que no va a ser fácil encontrarlo en librerías limeñas y que, después de todo, ¡hay que apoyar a los buenos escritores!), yo creo que vale la pena.

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