La anticipación. "If somebody gave me a nickle for every time..." La diferencia es que ahora sé que A me espera, que de hecho se ha estado muriendo de ganas de que yo. Sí, de que yo. ¿Cómo diablos ha sucedido esto? Quién lo pensaría: víctima de un acoso tan sistemático como efectivo. Es curioso cómo el deseo -los sentimientos, diría antes- puede crearse from scratch a punta de insistir e insistir. Y ahora yo aquí, a unas horas de volver a verla, volver a ver esos ojos claros y esa sonrisa que, ¡Dios!, de un día para otro anhelo sólo para mí. El sonido de su risa. El sentimiento de ridículo al descubrirme, por primera vez (con ella) celoso. ¿Hay que estar enamorado, sin embargo? En Las bodas de Fígaro, Cherubino tiene un aria bellísima ("Non so più cosa son, cosa faccio") en la que le confiesa a Susana estar enamorado de todas las mujeres; en una écoute un poco más atenta descubrimos que no es tanto amor, sino deseo, lo que Cherubino no deja de experimentar. "Todas las mujeres me hacen palpitar." Un poco más tarde Cherubino vuelve a interpretar un aria, "Voi che sapete", en la que interroga a la Condesa y a Susana sobre aquel nuevo sentimiento que parece inundar su pecho: "Vosotras, mujeres, que saben lo que es el amor / decidme si ello es lo que siento en el corazón." Para ese momento es evidente que Cherubino está enamorado de la Condesa. ¿Puede suceder, sin embargo, que un amor evidentemente verdadero, un amor soñador y anhelante, conviva con un deseo por el resto de mujeres en el mismo pecho? ¿Deseo y cariño deben ser monógamos en la conciencia para que pueda hablarse de Amor? La anticipación. No falta mucho para volver a verla, para que yo. Para que nosotros. Y sin embargo, aún, "todas las mujeres me hacen palpitar." La belleza a veces puede ser un obstáculo para la felicidad.
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