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viernes, 23 de abril de 2010

Patti Smith

Y yo que nunca me había dado cuenta que ese "go-ram-bow" que gritaba Patti Smith a mitad de "Land" significaba Go Rimbaud! No he parado de reírme. Patti Smith debe de ser una de las mujeres más chéveres que hayan existido jamás.

(Prometo subir la canción dentro de un rato, tengo que irme a la universidad).

sábado, 27 de febrero de 2010

Rimes pour une chatte

Un soir tu me sacras poète,
Blond laideron:
Descends ici, que je te fouette
En mon giron...

RIMBAUD. "Mes petites amoureuses".

jueves, 25 de febrero de 2010

Rimbaud: Oraison du soir


I have found some kind of temporary sanity in this
shit, blood and cum on my hands.

TOOL



Me tomo unos minutos para hacer unas anotaciones sobre un poema de Rimbaud, "Oración del atardecer", que he leído hace un rato. No sé cuán atinada ni cuán redundante sea mi lectura, pero me interesa dejar aquí por escrito algunas ideas que quizás sean de utilidad para el futuro.

El poema es el siguiente (en traducción de J. Abeleira, Poesías y otros textos, ed. Hiperión):

ORACIÓN DEL ATARDECER
Vivo sentado, igual que un ángel en manos de un barbero,
empuñando una jarra de gruesas estrías,
el hipogastrio y el cuello arqueados, con una Gambier
entre los dientes, bajo el aire henchido de impalpables velámenes.

Semejantes a los cálidos excrementos de un viejo palomar,
mil Sueños dejan en mí suaves quemaduras:
luego, por momentos, mi triste corazón es como una albura
que ensangrienta el oro joven y sombrío de los corrimientos.

Después, habiendo desmochado cuidadosamente mis sueños,
me vuelvo, bebidas ya treinta o cuarenta cervezas,
y me recojo para soltar la acre necesidad:

afable como el Señor del cedro y de los hisopos,
meo, alto y lejos, hacia los cielos muscos
con el consentimiento de los grandes heliotropos.

La redacción del poema es cercana a la de "Le coeur volé", es decir, después de la horrorosa experiencia que atravesó Rimbaud en París y que está bien documentada en este último poema. De hecho, la imaginería utilizada en ambos poemas es parecida. Voy al punto rápidamente, esperando que se aclare todo con la interpretación de la médula del poema. Segunda estrofa: "albura" y "corrimientos". Abeleira anota: "Albura: es la capa blanda y blanquecina que hay entre la corteza y la madera de los árboles", y sobre 'corrimientos': "es la traducción exacta de colures: alteración del ciclo de la flor, con la consiguiente caída del polen (el oro joven) debida a las excesivas lluvias; goteo de las plantas enfermas. Si a esto le unimos la referencia a las "suaves quemaduras" (fantasías eróticas) y el doble sentido de la palabra corazón que ya conocemos [se refiere al corazón como eufemismo para 'pene'], tendremos una velada alusión al "hábito" onanista" (Notas, pág. 477).

Con esto en mente, releamos:

Semejantes a los cálidos excrementos de un viejo palomar,
mil Sueños dejan en mí suaves quemaduras:
luego, por momentos, mi triste corazón es como una albura
que ensangrienta el oro joven y sombrío de los corrimientos.

Completaremos el lúcido comentario de Abeleira con la famosa anécdota del baño como escape del acoso de Vitalie, citada en varias biografías y apuntada por el mismo poeta en los versos de "Les poètes de sept ans":

Sobre todo en verano, vencido, atontado, se empeñaba
en encerrarse al frescor de las letrinas,
y allí pensaba, tranquilo, entregando su olfato.

En Rimbaud, la asociación excremento-meditación es bastante cercana, dada la condición de las letrinas como refugio de la disciplina excesiva de la madre: se trata de un pequeño habitáculo de libertad. No es este el único poema en que la asociación subyace a la imagen del excremento, dándole a éste un matiz positivo; la imagen, luego, bajo el rigor de la ascésis poética de la teoría de la videncia, cobrará cierta connotación moral (el famoso "revolcarse en el fango"). Sea como fuere, el siguiente verso corrobora lo dicho: el poeta ahora sueña (excremento-meditación), y sus sueños, si seguimos a Abeleira, son de orden sexual. Lo siguiente es un refinamiento que enmudece. La flor enferma, cargando un don desdeñado, deja caer el polen marchito, "oro joven" pero, a fin de cuentas, "sombrío", echado a perder. En otro poema, Rimbaud ya había usado la imagen del polen y la flor

Flores de tinta que escupen pólenes en forma de coma
("Les Assis")

donde ambos elementos poseen un claro subtexto sexual: la flor (el pene) escupe (eyacula) polen (semen). El detalle de "flores de tinta" y la presencia insólita de la "coma", forma que se superpone a los pólenes, nos tienta a pensar en una poética, pero el contexto en que el verso aparece (en donde el detalle ya explicado aparece como un elemento más del onanismo de los "asentados") no parece permitírnoslo sin forzar nuestra lectura. Aquí, Rimbaud regresa a las imágenes de la flor y el polen y nos da un contexto en donde parece lícito desarrollar lo que en el poema anterior no pudimos. Volviendo a "Oración", hay una flor de la que se desprende un polen marchito que "ensangrienta" el "triste corazón" del poeta:

luego, por momentos, mi triste corazón es como una albura
que ensangrienta el oro joven y sombrío de los corrimientos.

La descripción que hace Abeleira de la 'albura' ("capa blanda y blanquecina...") nos remite nuevamente al semen (curiosamente, el traductor y editor se pregunta, un poco sorprendentemente a mi juicio, si no se tratará de una imagen del prepucio). A nuestro parecer, el "triste corazón", eufemismo de 'pene', se convierte, por metonimia, en su producto: "mi triste corazón es como una albura". Y aquí viene lo conmovedor del asunto: el verbo de "Les Assis" aplicado a las mismas imágenes, 'escupir' ("Flores de tinta que escupen pólenes..."), se transforma aquí, con el mismo uso, en "ensangrentar": este reemplazo, mucho menos procaz que su predecesor, duplica la violencia de la metáfora. Pero también la complica mucho más y la hace bastante más triste: la "albura" mancha ese "oro joven", originalmente libre de malas intenciones, de una sexualidad que da color a aquello que antes carecía de brillo (oro... sombrío): es decir, la libido, que ennegrece la inocencia del buen pensamiento, la da, sin embargo, movimiento, le insufla vida. Si nos percatamos que el "triste corazón" es un elemento que se repite en "Le coeur volé", poema producido directamente de la experiencia de violación que le tocó vivir a Rimbaud en París, la metáfora se vuelve verdaderamente conmovedora:

...mi triste corazón es como una albura
que ensangrienta el oro joven y sombrío de los corrimientos.

Como si Rimbaud nos estuviera confesando las contradicciones de sus propios sentimientos, que sufre por la violencia con que le arrebataron la inocencia, pero que, a la vez, está convencido de que esa violencia está justificada: la albura que ensangrienta el oro joven también le da un brillo que éste antes no poseía, lo llena de una vida nueva y fulgurante. Se trata, ya se sospechará, de la ascésis del vidente:

Quiero ser poeta, y me esfuerzo en volverme Vidente... Se trata de alcanzar lo desconocido por medio del desarreglo de todos los sentidos. Los sufrimientos que eso conlleva son enormes, pero hay que ser fuerte, haber nacido poeta, y yo me he reconocido poeta. (Carta a Izambard, mayo de 1871)

El Poeta se hace vidente por medio de un largo, inmenso y razonado desarreglo de todos los sentidos. Él busca por sí mismo y agota en sí mismo todas las formas de amor, de sufrimiento, de locura, todos los venenos, para no quedarse sino con sus quintaesencias. Inefable tortura en la que necesita de toda la fe, de toda la fuerza sobrehumana, en la que se convierte, entre todos, en el gran enfermo, el gran criminal, el gran maldito, ¡y en el supremo Sabio! (Carta a Demeny, mayo de 1871) [ambas traducciones son del mismo Abeleira, Iluminaciones (Illuminations) seguidas de las Cartas del vidente. Ed. Hiperión]

De modo que los versos que acabamos de analizar encubren, si se acepta nuestra lectura, una poética. Ofrecida una salida para los versos más difíciles, revisemos el resto y finalicemos nuestras observaciones.

ORACIÓN DEL ATARDECER

Vivo sentado, igual que un ángel en manos de un barbero,
empuñando una jarra de gruesas estrías,
el hipogastrio y el cuello arqueados, con una Gambier
entre los dientes, bajo el aire henchido de impalpables velámenes.

Semejantes a los cálidos excrementos de un viejo palomar,
mil Sueños dejan en mí suaves quemaduras:
luego, por momentos, mi triste corazón es como una albura
que ensangrienta el oro joven y sombrío de los corrimientos.

Después, habiendo desmochado cuidadosamente mis sueños,
me vuelvo, bebidas ya treinta o cuarenta cervezas,
y me recojo para soltar la acre necesidad:

afable como el Señor del cedro y de los hisopos,
meo, alto y lejos, hacia los cielos muscos
con el consentimiento de los grandes heliotropos.


Sobre 'desmochado', anota Abeleira: "...recojo uno de los significados de ravaler: desmochar un árbol", acepción que él vincula con su lectura 'onanista' del poema. En esta misma línea nos es dado ofrecer una interpretación del primer verso: así como el poeta 'desmocha' sus sueños (v. 9), el barbero 'desmocha' su cabeza (con todas las consecuencias de la imagen). La siguiente estrofa está plagada de imágenes fálicas: la jarra "de gruesas estrías", el "cuello arqueado" (el hipogastrio, por la evocación que ofrece su forma [la redondez del estómago] acaso podría leerse como 'testículos'), la pipa Gambier; el "aire henchido..." pareciera prefigurar el momento de inspiración y meditación que tienen lugar en la segunda estrofa. La transformación del material artístico se da como una eyaculación (acaso sería mejor decir: como una "fecundación"; el polen representaría, así, los óvulos femeninos, frente a la esperma masculina subyacente al "triste corazón") pero también como una contaminación; el poeta trabaja sobre el material transfigurado, le da, como quien dice, 'los últimos toques' ("habiendo desmochado cuidadosamente mis sueños"), bajo una imagen que remite, nuevamente, a la masturbación (en la metáfora, trabajar el material poético es como resolver la excitación producida por sueños obscenos en una sesión masturbatoria). Finalmente, el producto es liberado de la custodia del poeta:

meo, alto y lejos, hacia los cielos muscos
con el consentimiento de los grandes heliotropos.

Una imagen en que el poeta parece, literalmente, mearse sobre uno de los tantos símbolos de la poesía paranasiana. La poética de Rimbaud ha tomado tres representaciones distintas: la del excremento (v. 5), la del semen y la de la orina. Y una cuarta si, a riesgo de sobresaturar la lectura, decidimos leer el octavo verso como la escenificación de lo que la poesía de Rimbaud representaba para el parnasianismo: nuestro cuarto símbolo sería, entonces, la sangre.

domingo, 21 de febrero de 2010

Lolita anacrónicamente reloaded

Dix-sept ans! Tu seras heureuse!
Oh! les grands prês!
La grande campagne amoureuse!

-Dis, viens plus près!
...

RIMBAUD. "Les reparties de Nina"

domingo, 26 de octubre de 2008

"L'obliar l'onte e gli oltraggi è bassezza e ognor viltà"

Verla así, verla como es. La veo sonriendo, coqueteando, qué se yo. Mínimo de celos, claro, mas un pequeño presentimiento. Intuición de incongruencia: algo no está empalmando bien con la imagen mental construida. En fin: idealización. Construcción mental de una figura que tiende hacia cierto ideal de características usualmente invariables, y que se erige a partir de una realidad por lo general fragmentada. De sopetón, deformación de la realidad. Pasa el tiempo, no la veo. Los vestigios de las impresiones sensoriales se van borrando; la imaginación, por otro lado, va adueñándose de esos terrenos abandonados por la memoria, va transformando detalles, gestos, etc., y los hace tender hacia un ideal subjetivo. ¿Ideal? a) Atención hacia mí, b) cierta belleza física; lo demás son pavadas. Surge una nueva imagen y el corazón se entusiasma. El ideal se complejiza; sin caer en cuenta de ello, uno se comienza a enamorar de la imagen mental. Ansias por verla; cuando llega el momento, cierta desilusión, cierta frustración, en fin. Sin embargo la tensión sigue; responde a una carencia y a un miedo. ¿La carencia? Interacción amorosa. ¿El miedo? La soledad. Hay un vacío que necesita ser colmado: las idealizaciones surgen como método de autoprotección de la mente para evitar el dolor. Hay una carencia, y como la realidad no logra satisfacer los requisitos, la mente urde una fantasmagoría a partir de los detalles que puede aprovechar de las impresiones sensoriales. La urde porque es mejor una fantasía a la desesperación de no hallar a nadie que cumpla verdaderamente con sus exigencias, y porque el engaño le proporciona esperanzas. Hay un mal menor, un dolor menos intenso que es preferible al dolor profundo de la desesperanza. Como quien dice: quien tiende a ser enamoradizo, es porque está realmente necesitado. Lo que sucede es que el proceso no se detiene, y uno termina enamorándose de esa irrealidad. Entonces llegan las luchas, las decepciones, en fin, todas esas huevadas. Todo por no caer en esa soledad ajena a la propia voluntad, la no buscada e impuesta por las circunstancias. La mente tiende al autoengaño, es natural. Nadie quiere ser herido. Entretanto ella no me mira, no me presta atención, y yo desespero. El cuerpo no me da para buscar sus sonrisas. He pasado dos malas noches, una sin dormir por completo; me he emborrachado la noche anterior de puro aburrimiento, arrastro una resaca de mierda, los párpados se me caen de cansancio. Hay un gringo que no deja de tocarme. Ella habla con otros, me da un cochino vaso de alcohol casi sin mirarme y luego se va. Regresa, sigue con otro. Yo, sin querer, doy la apariencia de estar herido por su comportamiento; la verdad es que lo que me duele es no poder hacer nada por superar mi cansancio. Me doy cuenta de que no vale la pena, de que nunca ha valido la pena, y de que, por huevón, estoy en esa situación. Ideal destruido: dolor verdadero frente al panorama de desesperanza. Ni siquiera me he afeitado, por Dios. Salgo, no tengo para el puto taxi, camino. Nuevamente Corrientes se vuelve el escenario de mi podredumbre. Pienso que me voy a desmayar, pero logro llegar a casa. Qué joda haberme ido sin despedirme, ahora pensará que estoy molesto y que soy excesivamente pueril. Toca arreglarlo mañana, y me da tanta, pero tanta fiaca, que me entristece. Qué vida tan perra. Todos los estímulos están apagados. Aún ahora sigo cansado, como si me hubieran dado una paliza de ésas que ni te cuento. Ya ni siquiera quiero acostarme con ella. Ni siquiera quiero verla, ni besarla, ni nada; queda, sin embargo, la posibilidad incierta, la duda desmoralizadora, la culpabilidad que proviene del "puede ser, pero como no hiciste nada, no lo sabrás nunca." Eso es ahora mi impulso: el miedo a un sentimiento futuro de culpabilidad. Mi único interés en juego. Y eso me deprime como no tienes idea. Me he prometido que no más. Mañana y se acabó. Total, sé que no me buscará por su propia voluntad. Y ya la mía no me da para buscarla más. Qué fiaca, Dios mío, obligarme a todas las pavadas del que sí quiere. No tengo que hacerlo, me dirán, pero sí, tengo que hacerlo. Me las he buscado solito, y más vale cerrar con broche de oro, hacer algo de lo que verdaderamente me vaya a arrepentir por años de años. Jajaja, pensar en este tipo de autodegradación -que devendrá en alguna anécdota chistosa que compartir en las chupetas- me arranca una sonrisa. Si ya la cagaste y se te presenta otra oportunidad, ¿por qué no cagarla con todo, con énfasis y a propósito, cagarla con sentimiento? Sí, hacer el ridículo, aventarme hacia el fango con los pantalones por el piso, atreverme a faltarle el respeto, pero irrespetuosamente. Sí, sí, eso me devuelve el ánimo (sin sarcamos). Arrojemos nuestros miedos y pudores, seamos verdaderamente cínicos y pendejos. ¡Arriad las velas, pues, que zarpo hacia la Vergüenza!
A ver si me dan las pelotas, compare'.

jueves, 26 de junio de 2008

1. Necesidad de explicar las cosas. Necesidad de recordar todos los puntos de la explicación, cada palabra, cada forma de cada guijarro que forma el camino. Necesidad de repetir; horror del olvido. Luego, necesidad de una explicación para la explicación.
2. Necesidad de comprender. Necesidad de saber que se está comprendiendo.
3. Conciencia de que para comprender hay que arriesgar el pellejo. Miedo de salir herido. Espanto a la inmovilidad. Esperanza en el sufrimiento.
4. Sensación de vacío.
5. Sensación de hartazgo.

5 (/1.) Harto de los límites del cuerpo. Harto de querer sentir y, a la vez, temer la sensación verdadera. Harto de la gente, que parece nunca llegar a comprenderme. Harto de esta ciudad, de que al mediodía salga el sol y en la noche, cuando a uno se le ocurra caminar y pensar un poco, comience una puta lluvia infinita. Harto de aparentar cortesía, de ser incapaz de decir: "no me importa un carajo lo que me estás diciendo, si te sonrío es porque tengo miedo, porque se supone que debo ser buena gente, porque no me quiero quedar solo, cuando en realidad me importa un carajo lo que me dices, es más, no entiendo nada, y te escucho porque soy incapaz de concentrarme en cualquier otra cosa cuando alguien me habla, pero ya ves, me cago de miedo, ¿puedes verlo?, ¿puedes siquiera sospechar que me cago de miedo y que me aburres?, ¿y que, a la vez, temo aburrirte?, ¿puedes ver más allá de la superficie de mi silencio?, no, porque sigues hablando, porque jamás te callarás, y a mí me llega al pincho lo que me estás diciendo." Harto de no escribir, de no pensar. Harto de la embriaguez absurda de la farsa a la que me someto. Harto de mi falta de disciplina. Harto de que mi propio cuerpo me niegue el rigor que le exigo. Harto de los clichés, de la degradación consciente del lenguaje, de retroceder un paso para establecer una comunicación ficticia. Harto de los nombres y de las fechas, de la ciencia y de la literatura. Harto de aparentar lo que no soy. Harto de....
4. Vacío. Vacío. Vacío. Vacío. Vacío. Vacío. Vacío. Vacío. Vacío. Vacío. Vacío. Vacío. Vacío. Vacío. Vacío. Vacío. Vacío. Vacío. Vacío. Vacío. Vacío. Vacío. Vacío. Vacío. Vacío. Vacío. Vacío. Vacío. Vacío. Vacío.
3. "Ciencia y paciencia / el suplicio es seguro." ¿Seré capaz de sobrevivir la cuota de Violencia necesaria para la fiebre? ¿Podré sobrevivirme a mí mismo?
"Lo único verdaderamente insoportable es que nada en este mundo es insoportable."
Soy un cobarde.
2. NULIDAD DE LA MENTE.
1. Sentado en medio de un desierto, Funes observa el movimiento inmóvil de la noria. Piensa en las modalidades griegas del infierno; se masturba pensando en la expresión de Sísifo al ver rodar la piedra, al verlo comprender por primera vez. Recuerda unos versos y sonríe, deseando con furor rabioso pronunciar, cada vez con más fuerza

How happy is the blameless vestal's lot!
The world forgetting, by the world forgot.
Eternal sunshine of the spotless mind!
Each pray'r accepted, and each wish resign'd.

Aunque al final no dice nada.

sábado, 21 de junio de 2008

La puerta está ahora abierta. Tanto miedo... pero de mí mismo, de mi propia inclinación hacia la miseria. ¡Pero cuán cierto es que no existe conocimiento sin pérdida, fascinación y empuje sin la debida cuota de violencia! Science et patience... Dios mío. O en palabras de Calígula: "No hay como el odio para que las personas se vuelvan inteligentes."
Qué mejor ejemplo que el yo de estos días. Casi no leo, y cuando leo no entiendo un carajo. Es decir, entiendo, pero no entiendo. Me sucede que todo ahora me resbala. ¡Mis preciosas lecturas! Ayer leí Calígula, de Camus, y estaba todo ahí, todo visible. Y lo veía, pero a la vez... Pero a la vez. ¿Por qué sólo puedo pensar en términos teóricos, en problemáticas fantasmales? La víspera de anteayer me la pasé escribiendo un pseudoensayo sobre El malentendido, que no voy a postear porque es demasiado absurdo, y lo mismo: comprendo el aspecto teórico, pero en algún punto mis ojos se cierran ante el drama. ¡El drama! Puedo reflexionar por horas, por ejemplo, sobre el elemento existencialista en el drama de Camus, la modernidad de sus personajes (Friedrich y el ideal vacuo)... digamos, en Calígula, la radicalización de la lógica, que es a su vez la negación de ella, o la esclavitud del hombre frente a su propia muerte, o cómo para matar a la muerte se necesitaría negar la vida misma... pero los mismos hechos no conmueven. Vamos, estas mismas reflexiones me dejan insatisfecho, árido. Árido.
Quizás sólo baste prender el equipo y escuchar a Wagner.
¿Por qué me cuesta tanto hablar de mí mismo?
Quizás sólo haga falta trabajar. Sufrir y después trabajar duro, pasarse las noches en vela, fumando o emborrachándose o lo que sea; demencia, demencia y un desprecio orgulloso, una sana envidia, la negación de todas las cosas, movimientos circulares. Un amor maravilloso e indiferente. Una moral que se anule en sí misma. Un cuerpo en espléndida decadencia. Y millones, millones de páginas llenas de circunlonquios, de accesos de fiebre, de miseria mal entendida, de oraciones entrecortadas y mierda, mierda, mierda, mierda.
A la mierda con el francés. Lo que único que quiero es dejar de querer, y aún así obtener lo que quiero.

domingo, 30 de marzo de 2008

Rimbaud: Conte

CUENTO

Un Príncipe estaba molesto por haberse dedicado exclusivamente a la perfección de las generosidades vulgares. Preveía sorprendentes revoluciones del amor, e intuía en sus mujeres algo mejor que esa complacencia adornada de cielo y de lujo. Quería ver la verdad, la hora del deseo y de la satisfacción esenciales. Fuese o no una piedad aberrante, así lo quiso. Poseía, al menos, bastante poder humano para conseguirlo.

Todas las mujeres que le habían conocido fueron asesinadas. ¡Qué saqueo del jardín de la Belleza! Bajo el sable, ellas le bendijeron. Ya no encargó más: las mujeres reaparecieron.

Mató a cuantos le seguían, después de la caza o de las libaciones: de nuevo todos le seguían.

Se recreó degollando a los animales de lujo. Ordenó flamear los palacios. Arremetía contra la gente y la descuartizaba: la multitud, los techos de oro, los bellos animales seguían existiendo.

¡Cómo puede uno extasiarse en la destrucción, rejuvenecer mediante la crueldad! El pueblo no murmuró. Nadie dio su opinión al respecto.

Una tarde, mientras el Príncipe galopaba altivamente, se le apareció un Genio de belleza inefable, incluso inconfesable. ¡Su fisonomía y su porte prometían un amor múltiple y complejo! ¡Una felicidad indecible, incluso insoportable!. El Príncipe y el Genio se aniquilaron probablemente en la salud esencial. ¿Cómo no iba a costarles la vida? Así pues, murieron juntos.

Pero este Príncipe falleció, en su palacio, a una edad corriente. El Príncipe era el Genio. El Genio era el Príncipe.

Le falta música sabia a nuestro deseo.


Arthur Rimbaud. Illuminations.
Traducción de Juan Abeleira. Madrid: Hiperión, 1995.

Y la obsesión continúa. Este poema me ha dado tanto qué pensar que la tentación de comentarlo es, de lejos, algo que no puedo controlar.
Antes que nada, citaré a Patti Smith (la primera mujer que me ha incitado al headbanging en mi puta vida, y de la que también ando prendado); es una cita recogida por Graham Robb en su biografía titulada Rimbaud (Barcelona: Tusquets, 2001; la que ando leyendo, precisamente), que hallamos hacia la página 13:

El primer poeta punki [sic]. El primer individuo en hacer una proclama importante en favor de la liberación de la mujer al decir que, cuando las mujeres se liberen de la larga servidumbre de los hombres, van a hacerse oír de verdad (...)

Hace algunos meses, Smith reafirmó su teoría con ocasión de la publicación de un nuevo libro (otro más al montón) de Rimbe, Vida y hechos de Arthur Rimbaud (1854-1891): Rimbaud fue el "primer niño punk" de la historia, y, además,

(...) sin saberlo, Rimbaud escribió el manual de cómo ser una estrella del rock mítica.

Algo de eso había en mi post anterior, y seguramente he recordado esa noticia de Smith por escribirlo (aquí el enlace para leer la noticia completa, del 25 de octubre del año pasado, reportada por Ivan Thays. Releyendo la entrada me entero por fin de la razón de que siempre que leía cierto pasaje de "Mala sangre" recordara una canción conocidísima, cuyo autor jamás podría haber descubierto por mí mismo. Era La liga del sueño.) Y ya que hablamos de "Mala sangre", ¿por qué no citar también ese fragmento que tanto le gustó a Pelo Madueño como para usarlo de coro, y que resume bien la actitud por la que Rimbe ha pasado a la historia?

¿A quién me alquilaré? ¿Qué bestia hay que adorar? ¿Qué santa imagen atacar? ¿Qué corazones romperé? ¿Qué mentira tendré que sostener? ¿Qué sangre pisaré?

(Une saison en enfer, traducción de Julia Escobar. Madrid: Alianza, 2001)

Rimbaud es el rebelde por antonomasia; es, más puntualmente, un rebelde con un método. Uno se queda boquiabierto al descubrir hasta qué punto Rimbe llevó a cabo su metodología: desde el abuso sistemático de alcohol y de estupefacientes hasta una homosexualidad que, si bien no puede tacharse de puro método, algo tiene, sí, de subversión y martirio voluntarios. Fue una suerte de Jesús enloquecido que se sacrificó por un ideal quimérico. Y cuando se dio cuenta de que su plan había fallado, abandonó la escritura para siempre. Tenía 19 años; no necesitó escribir una sola palabra más.

En fin, todo esto es conocido y forma parte de la leyenda. En realidad, holgaba y huelga escribir todo el párrafo anterior, pero como es la primera vez que hablo aquí de la obra y la "filosofía" (por llamarlo de algún modo) rimbaldianas, supongo que está justificado. Aún falta explicar cuál es ese método, y cómo su obra cumple también con el rigor de esa ascesis, y un huevo de cosas más. Sin embargo, puesto que estas cosas escapan a los propósitos de este comentario, escribiré lo poco que sé de ellas en otra oportunidad. Y ahora sí termino con las digresiones.

Dos cosas sobre las citas de Smith. 1) Si aceptamos como válido un razonamiento a posteriori, bien podríamos llamar a Rimbe "el primer niño punk". Basta revisar versos como:

A la sombra de los pasillos de enmohecidas colgaduras
sacaba la lengua al pasar, con los puños apoyados
en la ingle...

("Les poèts de sept ans". Poesías y otros textos. Traducción de J. Abeleira. Madrid: Hiperión, 1988)

Estos versos, ¿no proporcionan la perfecta descripción -el niño rebelde caminando por los pasillos de la escuela- de un video que bien podría pertenecer a los Ramones? Más aún: ¿no nos brindan el fundamento para definir el paradigma del rock-star? Patti Smith ha dicho algo que, en realidad, era más que obvio (¡duh!). No obstante, no perdamos de vista que esta clase de comentarios a posteriori suenan muy bonito pero que, en última instancia, no pasan de ser ficticios: el verdadero Rimbaud está muy lejos de esos pankekes (rock-stars, en general) con canciones de dos acordes y cabezas sin ninguna idea whatsoever.

2) Si por un lado Rimbe es misógino, por el otro es, como dice Patti, "el primer individuo en hacer una proclama importante en favor de la liberación de la mujer". Aunque parezca, ambas cosas no se contradicen. Además, hay que ver las cosas en orden: lo primero es consecuencia de lo segundo, y no al revés. Una buena ejemplificación de la misoginia de Rimbe la hallamos en el poema "Mes petites amoureuses" (que Abeleira traduce por "Mis novietas"), con sus versos rebosantes de cólera violenta:

¡Oh mis antiguas novietas,
cuánto os odio!
¡Sujetad con dolorosos trapos
vuestras horribles tetas!

(...) ¡Quisiera partiros las caderas
por haberos amado!

En "Mes petites amoureuses", el poeta, enfurecido por descubrir algo repugnante con respecto a las que alguna vez fueron sus novias, decide vengarse. El hecho de que este algo no se determine hace que el poema pueda interpretarse de distintas formas. ¿Ha sido algo que las mismas noviecitas han hecho, o el cambio más bien se ha dado en el sistema de valores del poeta? Si nos inclinamos hacia la segunda opción, obtendremos al menos dos lecturas interesantes. Una, en la que las noviecitas representen una persuasión estética: el poema sería entonces una suerte de furibundo mea culpa, más o menos como Une saison en enfer.

La otra lectura vendría a relacionarse tanto con la cita de Patti Smith como con "Cuento", el poema de Illuminations.

Leamos antes "Cuento".

Un Príncipe estaba molesto por haberse dedicado exclusivamente a la perfección de las generosidades vulgares. Preveía sorprendentes revoluciones del amor, e intuía en sus mujeres algo mejor que esa complacencia adornada de cielo y de lujo [entiéndase aquí "lujo" como "lujuria"]. Quería ver la verdad, la hora del deseo y de la satisfacción esenciales.

¡Qué soberbias, qué perfectas son esas dos primeras frases! Como el protagonista de "Mes petites amoureuses", el Príncipe se da cuenta de algo que lo cambia profundamente. En esta oportunidad Rimbaud nos deja saber la razón: la falsedad de las relaciones sociales. Tras una vida dedicada a "perfeccionar" una cortesía hipócrita y vulgar con la nobleza (que Rimbe haya elegido a un príncipe es sintomático: la "etiqueta social" alcanza grados ridículos de rigurosidad en la vida cortesana), el Príncipe ha tenido suficiente. En cuanto a las "revoluciones del amor", recordemos ese pasaje clásico (y aparentemente válido para todas las épocas) del Delirio I, "Vierge folle" ("Virgen loca" o "Virgen necia", según el gusto del traductor), de Une saison en enfer,...

"No me gustan las mujeres. Hay que reinventar el amor, ya se sabe. Lo único que les interesa es asegurarse una posición. Una vez obtenida, dejan corazón y belleza de lado: sólo queda un frío desdén, el alimento del matrimonio, hoy en día. O bien encuentro mujeres, con los signos de la felicidad, con las que podría haber entablado una excelente camaradería pero que fueron devoradas antes por bestias tan sensibles como leños..." (El subrayado es mío)

...pasaje que quizás resulte ser uno de los mejores ejemplos de la misoginia de Rimbaud. En el pensamiento rimbaldiano, el hombre es preso de sus persuasiones morales. El primer Rimbaud, el de los poemas en verso (cf., en primer lugar, "Les premières communions"), pero también el último, el "infernal", es insistente en denunciar la religión como método de coerción del pensamiento. Los iconos religiosos ("¿Qué imagen santa atacar?", en "Mala sangre"), el dogma, los sacramentos, Dios, etc., son todos obstáculos para el hombre en su búsqueda de la libertad. Porque -y esto es otro tópico, desde luego- toda la obra de Rimbe está fundamentada en eso: la búsqueda de la libertad.

Pero no es sólo la religión: son todas las tradiciones y convenciones sociales las que obstaculizan esta búsqueda. La propiedad privada, los sistemas políticos, la institución de la familia, el matrimonio, la monogamia... todas son formas de esclavitud. Es por ello que Rimbe elogia tanto a los obreros y a los marineros, pues se trata de gente que no ha tenido la oportunidad de ser contaminada con la moral falsa que otorga la educación. Hay, pues, cierto tinte rousseano en el pensamiento Rimbaud: el hombre nace puro y la sociedad, por medio de la educación, lo degenera.

La mujer la tiene mucho más difícil. Si el varón es esclavo de sus convicciones morales, la mujer es doblemente esclava, puesto que se encuentra sometida, asimismo, al yugo masculino. Desde el principio, la mujer tiene en claro cómo debe comportarse y qué roles deberá jugar en la sociedad para ser considerada mujer; al tomar las decisiones respectivas, es su propia identidad la que está en juego. En tanto objeto de belleza y seducción, deberá vestirse y adornarse de cierta forma (sujetar "con dolorosos trapos / [sus]... horribles tetas", en "Mes petites amoureuses"; pensemos en la vestimenta femenina del s. XIX) para encontrar marido; en tanto esposa, deberá entregarse al cuidado de su esposo; en tanto madre, deberá dedicarse a enseñar a sus hijos cuáles son las reglas del juego para los varones y las mujeres en la sociedad, y quién de los dos es el que dispone socialmente del upper hand. ¿Y cuál es el hilo conductor que enlaza todos los roles de una mujer en la sociedad?

...intuía en sus mujeres algo mejor que esa complacencia adornada de cielo y lujo.

Rimbe lo define con, como diría Flaubert, le mot juste: complacencia. El objetivo de la mujer es complacer al hombre. Una mujer se define como tal en la medida en que los hombres queden complacidos con ella. Irremediablemente, la mujer más envidiable, la más mujer, será la más bella, la más seductora, la que eventualmente se case y procree. En otras palabras, la mujer más mujer será la que logre plegarse con mayor éxito a las exigencias de los hombres, a sus ideas de belleza y sus nociones de cómo es que debería comportarse una mujer. Su identidad está basada en cómo es que los hombres quieren que ellas sean. Y las que no satisfagan las demandas de sus hombres serán repudiadas como feas, putas, solteronas, etc. No habrán logrado realizarse como mujeres.

Ahora podemos comprender la misoginia de Rimbaud. Cuando las mujeres hacen del perfeccionamiento de su belleza, del matrimonio y de la procreación su meta vital y su -por decirlo de algún modo- fundamento ontológico, no están haciendo otra cosa que aceptar de buena gana su esclavitud. Bajo este contexto, la lectura que hacíamos de "Mes petites amoureuses" cobra sentido: el poeta está tan furioso porque ha caído en la cuenta de que ha estado enamorado de esclavas, y de esclavas, encima, contentas con su condición.

Se hace imprescindible, entonces, una revolución del amor. Hay que reinventar el amor, tumbarlo y construirlo de nuevo, cimentándolo con el máximo valor del ser humano:la libertad.

Los hombres deberán desprenderse de sus escrúpulos morales, y las mujeres deberán abandonar toda complacencia al sexo opuesto. Cuando ese nuevo Adán, desnudo de cualquier clase de falsedad, libre de toda estipulación social y dueño por completo de su propia voluntad, halle a esa nueva Eva, tan libre como su compañero, comenzará la revolución. Y la humanidad habrá hallado por fin la plena libertad.

Para las mujeres, esto implica un via crucis muchísimo más tortuoso que el del hombre. La mujer debe desprenderse de la identidad que la ha acompañado a lo largo de la historia. Para la mujer, esto no sólo significa abandonar todo lo que sabe, sino todo lo que ella ha sido generación tras generación. La de Rimbaud es una búsqueda casi quimérica, un deseo de una renovación social tan profunda que parece inimaginable. Herméticamente en el contexto en que se hallaba, Rimbe ya lo había expresado con cierta frase en la primera Lettre du voyant, dirigida a su profesor de escuela, Georges Izambard:

Me debo a la sociedad, es cierto; y tengo razón.
(Iluminaciones (Illuminations), seguidas de las Cartas del vidente. Traducción de J. Abeleira. Madrid: Hiperión, 1995)

¡Cuán perfectamente captó Patti Smith el mensaje del joven Rimbe! La veo vestida de terno, con una apariencia adrede andrógina, e imagino cuán maravillado se hubiese quedado Rimbe si hubiera tenido la ocasión de escucharla decir esas palabras que casi escupe al final del video:

Freedom is inside of me. It means that I'm not hanged up with anybody's ideas of how I should be. I'm outside of society. I'm an artist. Rock and roll is my art. I'm a "nigger" of the universe. And I'm free because I can lift up and scream, I can put this [levantando un brazo] up in the air, I don't give a shit. I'm not afraid of death. I'm not afraid of anything except fear itself.

* * *

El Príncipe desea desprenderse de una vez por todas de la moral humana. Hay algo en él que tiende hacia lo verdadero, "la hora del deseo y de la satisfacción esenciales" y, por consecuencia, repudia la falsedad de las relaciones entre los hombres. Entonces inicia el cumplimiento de su plan: asesina, en primer lugar, a todas las mujeres que lo han "conocido". Según una nota de Abeleira, el uso del verbo "conocer" aquí se refiere al "conocer sexualmente" a alguien. Es natural, pues todas estas mujeres están manchadas de la propia esclavitud del Príncipe, además del hecho de que el asesinato esté en las antípodas de la cortesía. Sin embargo, la masa de mujeres contentas con su esclavitud -hasta tal punto que bendicen a su asesino antes de morir- no mengua: éstas siguen apareciendo. Lo mismo sucede cuando el Príncipe comienza a asesinar varones. La sociedad se niega al cambio que el Príncipe quiere imponer a la fuerza.

Se recreó degollando a los animales de lujo. Ordenó flamear los palacios. Arremetía contra la gente y la descuartizaba: la multitud, los techos de oro, los bellos animales seguían existiendo.

Si recordamos "las casas de oro" de "L'orgie parisienne, ou Paris se repeuple", y tenemos en cuenta que casi siempre que Rimbaud habla de "lujo" se está refiriendo a la "lujuria", podemos interpretar respectivamente a los "animales de lujo" como prostitutas y a los "palacios" como burdeles. Tiene sentido el que el Príncipe arremeta contra las putas, pues el oficio de éstas es complacer al usuario y dejarlo satisfecho; ellas, incluso en su amoralidad, son también esclavas. Ésta nueva acción arroja el mismo resultado: las putas y los putañeros reaparecen.

El siguiente párrafo ("¡Cómo puede uno extasiarse...!"), y en general todo el texto, le recuerda a Abeleira el personaje de Calígula recreado por Camus. A mí me recuerda un cuento bellísimo de Flaubert, "La leyenda de San Julián el Hospitalario", cuyo protagonista es también, de alguna manera, una recreación de Calígula. No creo que este pasaje necesite mayor explicación.

El antepenúltimo párrafo remata el cuento con un palimpsesto (¡qué palabra tan pretenciosa!) del mito de Narciso. Es de cierta forma la derrota del Príncipe: éste ya se ha dado cuenta de lo inútil de su rebelión, y puesto que él es el único hombre capaz de llevar a cabo la revolución del amor, termina enamorándose de sí mismo.

El final recuerda al típico final de un cuento de Borges.

Pero este Príncipe falleció, en su palacio, a una edad corriente. El Príncipe era el Genio. El Genio era el Príncipe.

Y el golpe rimbaldiano que nos deja absolutamente desconcertados...

Le falta música sabia a nuestro deseo.

...como si nuestro Cuento fuera una suerte de borrador sin rimar, a falta de una música sabia, una estética poética acorde a lo desarrollado por la prosa.

¡Pero qué largo me ha salido todo esto! Llevo cerca de seis horas escribiendo este comentario. Estoy cansado pero satisfecho. Pienso que el "Cuento" de Rimbe puede ser leído hasta cierto punto como una autobiografía: allí está la búsqueda de renovación social y el fracaso del proyecto, muy al estilo de Une saison en enfer. Se comprende por qué los críticos son incapaces de proporcionarnos una cronología exacta de las Illuminations, aunque, como dijo Octavio Paz, es algo que carece de importancia: lo único que interesa es la cronología inherente a la obra en sí misma, y en ese sentido está claro que Une saison en enfer es posterior a las Illuminations, aunque algunos poemas de este último título hayan sido escritos antes que ciertas prosas del primero. ¡Qué soberbio nuestro pequeño Rimbe! Hay tantas cosas qué anotar de su obra, que podría pasarme años enteros escribiendo sin parar... y aún así los temas nunca se agotarían. Sea. Quizás (vamos, es lo más probable) siga escribiendo sobre la vida y obra de Rimbe otro día. Ahora me voy a descansar.

jueves, 27 de marzo de 2008

Post après déjeuner

Llama la atención lo tremendamente voluble de la naturaleza de cualquier situación o conducta. Ayer, esperaba prendido en llamas; hoy, la compañía humana me es profundamente indiferente. El verdadero problema es que uno se hace expectativas con los demás que éstos rara vez pueden colmar. Todo es tan grosero que parece hecho adrede. El aburrimiento conduce a la misantropía y la misantropía es otra manera de aburrirse.
Y, bien sûr, al otro lado está la misoginia. De golpe he comprendido el significado de una frase de las Illuminations de Rimbaud, "animales de lujo", al recordar una escena de mi vida que, si no fuera por Rimbe, hubiera olvidado sin remedio, de lo insignificante que era. Por contraste, ahora odio a casi todas las mujeres. ¡Qué razón tenía (tiene) el pequeño Rimbe cuando escribió: Hay que reinventar el amor!
Contradictoriamente, me he quedado prendado de Patti Smith. Una excepción a mi machismo musical.
En fin, ando leyendo una biografía de Rimbe, lo que explica mi testarudez por citarlo y hablar de su vida. Hace poco vi una película reciente inspirada en Bob Dylan que me prestó Fernando, y, aunque no me gustó (too arty, aunque Cate Blanchett estuvo demasiado chévere), no pude evitar sonreír como un idiota (¡la sonrisa del idiota!) cuando uno de los personajes se presenta como ARTHUR RIMBAUD. Algún día dejaremos rosas blancas empapadas en ajenjo al pie de su tumba en Francia; guardaremos las rojas, cómo no, para Jim Morrison.

En fin. Me voy, a pararme en alguna esquina a silbar ese estribillo de Carmen que dice

Sur la place, chacune place,
chacun vient, chacun va.
Drôles les gens que ce gens-là!