Mostrando entradas con la etiqueta Tristan und Isolde. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Tristan und Isolde. Mostrar todas las entradas

domingo, 23 de agosto de 2009

Apuntes para un ensayo

- La idea básica es la siguiente: el amor que buscan Tristán e Isolde, realización conjurada a través de la muerte, es, visto a la luz del post-estructuralismo, la anulación total del significado. El Liebestod deviene, así, Bedeutungstod.
- El segundo acto es crucial para entender esto; el punto culminante, la promesa de despojarse de los nombres, amalgamándose en un ser anónimo ("No más Tristán -No más Isolde"). Significante absoluto materializado en un amor que renuncia a las coordenadas espacio-temporales (¿qué es el significado, sino condensación del significante en un lugar y tiempo determinados?) para trascenderlas en la muerte, una muerte donde ya el lenguaje ha cesado de existir.
- Bedeutungstod deviene entonces Sprachestod.
- El paralelo musical resulta esclarecedor: la innovación de la partitura de Tristan und Isolde es la de renunciar a la certidumbre de la tónica. La frase del famoso "acorde Tristán" renuncia a su "hogar" (en palabras de Simon Rattle) para desvanecerse en la dodecafonía. En términos lingüísticos, el significante niega su concreción en un significado absoluto. El "hogar" del significado desaparece; el significante ha quedado liberado de las ataduras de la música tradicional.
- De allí que se considere a Wagner -específicamente en Tristan- como el fundador de la música contemporánea.
- Siguiendo a Barthes (¿"ser moderno no es acaso reconocer perfectamente lo que no es posible volver a empezar?", "De la obra al texto", El susurro del lenguaje, pág. 81), Wagner sería, en el ámbito de la música, el primer compositor verdaderamente moderno, o, al menos, aquel que iluminó el paso para que la música entrara en la modernidad (propiamente, siguiendo a Rattle, el primer compositor verdaderamente moderno, el que estuvo consciente de que ya no se podía volver a una música pre-wagneriana, fue Schönberg). Pero, ¿no ha logrado también Tristan descubrir aquello que más tarde se encargarían de sistematizar los post-estructuralistas y que conduciría a la modernidad a las ciencias humanas?

martes, 16 de diciembre de 2008

Y que se callen todos, porque va a cantar Pape





Tristan und Isolde
Acto II: Escena del Rey Marke
Solista: Rene Pape
Conductor: Claudio Abbado
Orquesta del Festival de Lucerne
Lucerne, 2004.

martes, 3 de junio de 2008



Tristan und Isolde
Final del Acto I: "-Tristan! -Isolde! -Treuloser Holde!"
Richard Wagner. Libreto de R. Wagner.
Chor und Orchester der Bayreuther Festspiele.
Conducción: Daniel Barenboim.
Montaje y dirección: Jean-Pierre Ponelle.
Grabación: Festival de Bayreuth, octubre de 1983.

Tristan.............René Kollo
Rey Marke.....Matti Salminen
Isolde...............Johanna Meier
Kurwenal........Hermann Becht
Brangäne.........Hanna Schwarz

Hace unos días acabé de subtitular el primer acto de Tristan, y quería poner algún extracto del resultado. La verdad, el sonido no ha quedado muy bien, pero vaya, al menos lo intenté. Esas huevadas son REALMENTE difíciles, por Dios. En fin, éste es el final del primer acto. Tristan e Isolde acaban de beber el trago expiatorio. Brangäne ha trocado la poción de la muerte por la del amor, por lo que ambos han caído enamorados. Esto coincide exactamente con el final del viaje a Cornualles. El rey, enterado de su llegada, sale a recibirlos. Los marineros saludan con loas a su rey. Kurwenal, el escudero de Tristan, se apresura a avisarle a éste que el rey se acerca en un bote para escoltar personalmente a Isolde, su prometida, a tierra firme. Tristan, sumido por completo en su amor por Isolde, ni siquiera es capaz de recordar a qué rey se refiere Kurwenal. La escena acaba con la aparición del rey Marke, y los saludos respectivos del resto de personajes.

viernes, 23 de mayo de 2008

Siempre suelo repetir que no tengo moral y, hasta cierto punto, es verdad. Ahora se me ocurre que quizás ese personaje de Hemingway tenía razón al decir que la educación era "otro opio del pueblo", no sólo porque en toda su historia el sistema educativo no ha logrado -ni de cerca- salvar al hombre de su propia estupidez, sino también porque a final de cuentas tanta educación sólo sirve para fomentar el escepticismo y la falta de moral. ¿Es bueno o malo el escepticismo? No lo sé porque carezco de moral. ¿Y cómo has perdido la moralidad? A fuerza de escepticismo. And that's all, folks. Si de algo sirve la educación es para lograr que la mente se muerda su propia cola.
En fin, esto sólo puede ser verdadero hasta cierto punto. Las raíces llegan demasiado profundo; vamos, el propio cuerpo te lo impide (y dale con el platonismo), lo que nos dejaría como única excepción la locura. Sólo un loco podría ser plenamente libre. Pero yo hablaba de la moral. Un ejemplo. En Tristán e Isolde, Tristán, un héroe de origen inglés, ha prometido a la princesa de Irlanda, Isolde, al rey, de quien es súbdito y amigo entrañable. Tristán ha triunfado en gran parte de la guerra contra Irlanda, por lo que se ha ganado el derecho a disponer del destino de la mismísima princesa; Isolde le odia no sólo por patriotismo, sino también porque Tristán ha asesinado al que era su prometido y, para colmo, ha logrado que la misma Isolde, quien posee poderes extraordinarios en el campo de la medicina, le cure por medio de engaños. Incapaz de soportar esta vergüenza, Isolde insta a Tristán al sacrificio mutuo; éste, al comprender el deshonor causado, acepta. Isolde ha preparado un veneno para estos fines, pero la alcahueta de Brangäne, su doncella, al enterarse del sacrificio, cambia el veneno por una pócima de amor, por lo que ambos caen enamorados. Cuando el navío arriba a tierras inglesas, Tristán no duda en traicionar al rey Marke, ciego de amor por la princesa. La desolación de Marke es indescriptible. Al final del último acto el rey se entera de la existencia de la pócima y perdona a Tristán al concluir que la traición no fue producto de su voluntad. Sin embargo, la larga separación de Isolde termina por acabar con la vida del héroe.
Sí que apesto para hacer resúmenes. El dilema es un poco trillado pero interesante, aunque la trama de Wagner lo sortée olímpicamente a través de la pócima fantástica. ¿Qué pesa más, la gloria del amor entre Isolde y Tristán o la traición al rey Marke? ¿Es justificable traicionar de esa manera a un amigo-casi-hermano por el amor más puro, más sublime, más perfecto, cuyo rompimiento acabaría con la propia vida de uno? ¿Marke debería aceptar de buena gana y exclamar mientras sale de escena, como el Golaud de Maeterlinck al descubrir el adulterio de Mélisande, con una sonrisa bonachona, "Quels enfants...! Quels enfants!"? ¿O, por el contrario, tramar la más exquisita de las venganzas, al estilo de Otelo pero menos tela? La felicidad que se logra a costa de la infelicidad de un inocente, la felicidad que únicamente puede lograrse pisoteando la fidelidad al hermano.
La inmoralidad es un sentimiento legítimo sólo hasta cierto punto. Más allá se convierte en esnobismo o crueldad. Una crueldad que inspira tal sensación de inminencia de la Verdad que terminas dudando de la duda. Luego piensas un poco y si te ocurre, como a un cura que tuve como profesor, que toda moral debería tener como punto de partida el valor incomensurable y único de la vida, lo que haría del asesinato la Maldad máxima. Se te ocurre que, entonces, sería moralmente correcto ejecutar a un asesino Pero piensas: ¿es justo asesinar a alguien, despojarle de la vida, sólo por un único hecho aislado en toda su existencia? ¿Qué vale más, el crimen cometido en único momento de locura, un sólo momento de debilidad en toda una vida, o, por el contrario, 20 años, digamos, de buenas obras? Y luego piensas en la eutanasia y en el suicidio y quedas aún más confundido. Piensas en un violador de niños que compensa sus crímenes contruyendo escuelas o financiando hospitales o lo que sea que mejore la calidad de vida de cientos de seres humanos. Piensas en un nazi ecologista. En un mecenas fundamentalista. Qué se yo. Y luego recuerdas a Freud y concluyes con él que los crímenes del hombre son producto de su "id", la parte que sólo busca la satisfacción de los apetitos más fundamentales, y que el "superego" es una entidad estrictamente social, por lo que concluyes, con el buen Rimbaud (adelantado también a Sigmund, para variar), que toda moral carece de valor verdadero puesto que sus leyes, junto con esa inminencia de Verdad antes mencionada, son convenciones arbitrarias heredadas generación tras generación, y que el "id", al no estar sometida a la educación humana, es lo único verdadero en el hombre; sólo para joder, te vuelves nihilista, anárquico y gay. Y luego te stoneas con Kant, descubres la dicotomía fenómeno / cosa-en-sí y ya mandas todo al carajo de una buena vez.
Pero qué diablos, yo no quería hablar de esto cuando empecé a escribir este post. Quería quejarme una vez más de haber elegido Letras como carrera universitaria. Y quería hacer una explicación bien bonita, apelando a la distinción entre "ocio" (todo lo que se hace por propia voluntad, en cuya ejecución somos más libres que en cualquier otra ocasión) y "negocio" (todo aquello que hacemos buscando una remuneración, en cuya ejecución somos esclavos de nuestras propias necesidades), relacionándolo con la sentencia unamuniana de que el artista nunca debería ganarse la vida con su arte, sino que debería trabajar en otra cosa, de modo que la producción artística no se vea comprometida y no se la prive de esa libertad que es el principio moral más fundamental de todo artista. Luego pretendía decir que, al contrario que en la vida, en el arte sí existe una moral bien clara, y hasta tenía una cita de Wilde preparada que decía

Un libro no es, en modo alguno, moral o inmoral. Los libros están bien o mal escritos. Esto es todo.

explicando, claro, la aparente contradicción, pues Wilde se refiere a las "intenciones" de un libro, es decir, a la utilidad pragmática de una obra artística: si tal o cual libro sirve para algo, o sea, si los lectores podrán hallar en él un mensaje moralmente positivo para sus vidas. Y rematar con que la moral del arte se halla precisamente en eso de "bien o mal escritos", o en otras palabras, su valor estético, y que el proceso para crear objetos bellos también necesitaba una moral, que hallábamos en parte en las palabras de Unamuno. En algún punto pretendía apelar a un fragmento de una novela de Philip Roth que leí en la página de los cerdos. Y luego otra cita de Wilde:

Todo arte es completamente inútil.

lo que se relaciona con eso del "arte por el arte", un arte absolutamente libre, autónomo en su totalidad, aquello que un rato después se haría himno de los dadaístas y bueno, you can take from there. Y allí, recién allí, iba a comenzar a quejarme de la amoralidad y a citar a Hemingway. Pero bueno, supongo que ya fue.

miércoles, 19 de marzo de 2008



Tristan und Isolde
Preludio.
Richard Wagner.
Bayerische Staatsoper Bayerisches Staatsorchester (Teatro Nacional de Munich).
Dirige
Zubin Mehta.