A Diego
Broder: ¿cuánto más has de demorarte
en regresar a esta puta ciudad
-si es que fuese aunque por pura lealtad-
cuando ya no hay más ganas de esperarte?
Nos esperan el sol, la playa, el sueño
de mil “acaso si” nunca resueltos
roleados, sazonados, ¡mierda!, envueltos
en la hierba libre, ociosa y sin dueño
que con placer compartiremos juntos
al alba, sin testigos, sin barruntos:
sólo música que enmudece el alma,
tristeza majestuosamente absuelta,
truenos, soles negros, ¡al fin devuelta
del ardiente fragor la nívea calma!
martes, 23 de febrero de 2010
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