Esta página está quizás bien muerta pero no tanto así mis ánimos de escribir. Ya casi no escribo, a decir verdad. Y si bien no sería exacto decir que dejé de escribir con la última entrada de este sitio, lo cierto es que da igual porque se siente así.
"sin orietur" (una mala traducción de un verso de Rimbaud) puede preciarse de cierta originalidad en el nombre (lo he googleado y además de este este sitio hay por ahí algunas páginas sobre el ya mencionado poema, poco más), pero no mucho más que de eso. Originalmente, su premisa era la de ser un vertedero de basura con la excusa de una pretendida escritura automática. Recuerdo haber escrito barbaridades en este sitio, líneas que no podría endosar y que son un producto biliar antes que algo mínimamente razonado. Poco tiene algún valor, y diciendo esto no adopto una pose borgeana, creo que decir la verdad. Este era, en suma, un diario de adolescente.
Otra arista es que este sitio nunca quiso lectores. Poco más que mi apellido aparece en la firma. Hace quizás 10 u 11 años le confié su lectura a algún que otro amigo; el mejor de ellos murió en 2015 y, en 2016, en un arrebato de tantos de ese periodo ciego de dolor, lo consigné en unas postulaciones que hice a ciertas universidades extranjeras que me rechazaron con unanimidad. No sé si alguno de esos examinadores leyó este blog, pero si fue así fueron de los pocos lectores no azarosos de este lugar.
No creo merecer lectores, y en todo caso el margen permite cierta impunidad. Quiero que este espacio siga habitando ese surco borroso entre lo privado y la publicidad. Entonces, con algunos cambios, me voy a permitir empezar una vez más. Una nueva página en mi libreta de condenado. Quiero (espero) que este nuevo ejercicio goce de cierta continuidad.
Escrito en Lima durante un mediodía caliente del 28 de marzo de 2021.